Nunca la poesía.
Vicente Quirarte, «Abandonado»
Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954) forma ya parte de esa
colección sonora que lleva a cabo la Universidad Nacional Autónoma de México en
«Voz Viva de México». El mar que nos
vendieron en la infancia (Poemas) (2015) reúne la voz del autor recitando algunos de
sus textos más antologados y otros casi inaccesibles.
La cubierta, de Vicente Rojo,
muestra las astillas del lápiz, el naufragio que precede a la creación, el
desastre placentero de la expresión humana. Alejandro González firma las
palabras preliminares.
Aquí los lectores podrán sentir a Quirarte en sus
diversas encarnaciones: como lírico, como paisajista, como filósofo, como
amante, como el gran poeta elegíaco contemporáneo que es (con ese estremecedor
poema que es “Zarabanda con perros amarillos”, hombreado con las Coplas de
Jorge Manrique y el intenso “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines”), visitante
de los bajos fondos de ciudades diversas –París, Nueva York…− pero siempre
finalmente cubiertas por la omnipresencia de la Ciudad de México, su infierno y
su paraíso a la vez (19).
Este elogio del
callejero que es Quirarte lo sitúa como uno de los mejores representantes
de la herencia, tradición y renovación de la poesía y de México (valga la
redundancia).
«El mar que nos vendieron en la
infancia» es el verso que abre Zarabanda
con perros amarillos (2002), su poemario más profundo, dedicado a la muerte
de su hermano Ignacio. El tono, sin embargo, no es de lamento; sino de la
sanación que la sal produce al zambullirnos de golpe en el agua helada de la
vida.
Reyes Martínez Torrijos define en la
Jornada de la UNAM este reciente trabajo del poeta:«Un corazón
literario que siendo citadino contrasta la naturaleza, a partir de la memoria
heredada de un mundo cuya reseña es una trepidación y la forma de eternizar a
la estirpe».
El amor, las calles, los detalles
domésticos, el erotismo, la filosofía mundana y el arte poética, entre el cielo
y la tierra, caracterizan la obra de Quirarte. Entre sus poemas, melódicos,
breves y profundos, destacan, en mi opinión: «Jaboncito de hotel» (cfr. 27),
por su tacto; la prosa precisa de «La muchacha de al lado» (cfr. 39) y, por
supuesto, el combate diario con el pasado de «Razones del samurai», título de
su poesía reunida en 2000, también por la UNAM.
Estos tres textos resumen la
delicadeza sintáctica con la que el poeta asocia las cosas y las casas. Aunque
el amor prima en la poesía y en su poesía, aquí grabada, existe un trasfondo
más extenso que es la dimensión social, la descripción de un espacio que
navegamos secos de sangre y de rocío. «País llamado infancia» cierra el
libro-CD:
Tiempo donde la memoria nos alcanza.
De la piel tersa y dura,
del aliento de vidrio
y el animal intacto.
País llamado infancia.
Compás que dura poco pero marca
con hierro indeleble a su creatura (79).
Con Voz Viva de
México, Quirarte queda marcado «con hierro indeleble», como otros nombres que conforman esta constelación degenarada: Carlos
Pellicer, Efraín Huerta, Marco Antonio Campos, Gonzalo Celorio o Jorge Fernández
Granados. Seguimos extrañando entonces a las poetas.
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