el olor a sexo me mata
Joel Plata (pág. 27)
Joel Plata (Torreón, Coahuila, 1951)
es uno de esos casos desconocidos de la poesía mexicana. Al menos para mí. Al
menos hasta que di con su libro La división y otros muertos
(Premiá / Universidad Autónoma de Zacatecas / Universidad Autónoma de Puebla, 1993)
en el Archivo de Poesía Mexa.
La presentación que ofrece este
portal de poesía abierta termina con una frase que provoca unos segundos de
misterio antes de empujarnos a buscar datos o comentarios sobre Plata o su
poesía: «Se desconoce su paradero actual». Las búsquedas en la red
no ofrecen más que algunos comentarios de Herbert que recogeremos
posteriormente para refrendar nuestro estudio sobre lo social.
La
división y otros muertos se divide en cuatro partes (en invierno, primavera, otoño y verano:
estaciones desordenadas sobre los espacios temporales que se recrean) sin
título. Los poemas, breves, sí lo tienen. Mezclan el sarcasmo, la crítica a
conductas capitalistas, el erotismo, la memoria, el surrealismo, las metáforas
animales o entomológicas y el desdoblamiento. El sujeto poético integra contextos
donde el tema (los comportamientos absurdos de la sociedad limítrofe) y el detalle
nimio priman en detrimento de la sonoridad. Las referencias a otras artes
enriquecen el discurso. Por ejemplo, el poema «Brindando por una rima grande como en una
parranda (pájaros en mi árbol)» alude a las películas de Hitchcok. El invierno,
la luna, el olor, la ciudad, el ocaso o la muerte forman una atmósfera que
recuerda a la contracultura de los sesenta y setenta, cuando el poeta creció. La
habitual falta de puntuación permite una fluidez lectora e interpretativa de
las imágenes plásticas del texto. Asimismo, las minúsculas dejan ver la tónica
discordante: la División.
En la segunda parte florece el
acontecimiento al que remite el poemario titulado La división y otros muertos: la Batalla de Torreón (lugar de
nacimiento de Joel Plata), que tuvo lugar en 1914 y fue decisiva para la
Revolución mexicana. Las fechas coinciden con el inicio del primero de los
textos, «Portada de la División del Norte»:
el 23 de marzo ciudad lerdo
el 24 el cerro de la pila
el 25 cae gómez palacio
el polvo fue sitiando la comarca
[...] (31)
Esta es, pues,
la clave de un libro que parte de la historia para criticar y, sobre todo,
satirizar a la sociedad mexicana, acercándose a la dimensión social y cívica
que vemos con Vicente Quirarte. La violencia fronteriza que detalla Plata lo
convierte en un referente en la poesía mexicana sobre la inseguridad del norte de
México, tema que estudia Israel Ramírez a raíz de poemarios como el que le valió a
Jorge Humerto Chávez (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1959) el Premio Aguascalientes
2013: Te diría que fuéramos al Río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto.
Los diálogos y las expresiones
populares transmiten la coloquialidad de un discurso seudonarrativo: «“¡eh
güevones! ¿no saben otra canción?” / “¿qué pasa?” dijo uno de ellos. / repitió el
señor fierro: / “¿no saben otra tonadita?”» (36). La conquista de América recibe
el más alto grado de parodia con Cortés como protagonista en la tercera parte.
Las escenas del siglo xx se cruzan
con el pasado para ilustrar la idiosincrasia de quienes viven, pongamos por caso, con
el chiste: «alguien me pregunta la hora / y le contesto “no tengo tiempo”» (41). En esta línea, Neruda sirve para describir el sexo y un Plymouth 1968 para repensar lo que
rodeó al 2 de octubre.
La cuarta y última parte está
integrada únicamente por un poema en prosa, «Los días de la luna» (67),
próximo a un cuento que sirve de resumen y desenlace para los distintos nombres
y símbolos que han ido apareciendo a lo largo de este loco retrato de una
temporada en México.
Julián Herbert publicó en 2009 parte
de su artículo «La revolución es el opio del pueblo» en Crítica.
Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla. En dicho texto el
también poeta mexicano explica que Joel Plata es uno de los pocos que abordan
la poesía social, y lo hace comentando el quinto poema de La división y otros muertos, «La balada de los cocodrilos borrachos»,
cuyo primer verso establece una imagen semejante a los contrastes referenciales
de Gerardo Deniz; aunque en Plata se anticipa el término vulgar: «eructos de
girasol de viento helado» (16). Dice Herbert al respecto: «Plata ubica en un
mismo nivel de injerencia social las relaciones diplomáticas globalizadas y las
relaciones afectivas neotribales. Y aunque la crítica literaria sigue
percibiendo estos discursos bajo el tópico “el poeta y su torre de marfil”, el
análisis cultural los considera ya como prácticas sociales proactivas». El
poema «La balada de los cocodrilos borrachos» me parece una crítica del
conformismo y la pasividad de los mexicanos en algunos conflictos coetáneos al
autor y, en menor medida, un dardo a poetas tachados injustamente de falta de
compromiso como Efraín Huerta, al que llamaban «El gran cocodrilo». Otra de las
interpretaciones podría atender a la expresión (y no a la marca de bolsos) «lágrimas
de cocodrilo» que alude a quienes lloran falsamente, sin motivo o sin mover
realmente un dedo por cambiar la causa de su llanto. En cualquier caso, Plata
logra sugerir sentidos con unos versos tan punzantes como cuidados. En sus Apuntes sobre poesía mexicana reciente, Herbert critica el tratamiento de lo
antológico y lo generacional en algunas muestras de poesía mexicana
contemporánea. Remarcamos o recordamos aquí que con contemporánea nos
referimos, a lo largo de nuestro blog, a los textos o autores publicados o
(re)leídos recientemente. No tratamos de hacer una antología ni una
radiografía, ni algo que se le parezca; simplemente compartimos algunos
comentarios sobre lo que leemos, independientemente de si nos gusta o no.
Tratamos a Plata, como decíamos, por
estar disponible en el Archivo de Poesía Mexa y para aprovechar los libros que desde España son difíciles de conseguir. Además, al
tratarse de un ejemplo de poesía social, como veíamos con Herbert, sirve de
contrafuerte para la tesis que llevamos a cabo sobre la dimensión social en
torno a Vicente Quirarte. La división y otros
muertos parodia a la nación en sus distintos enfrentamientos con gachupines
o gringos de manera que resulta un texto necesario y un autor que debemos de ubicar para estudiar el compromiso
y los modos de conformar lo social en poesía.
Por esa magia de México, el segundo fin de semana de junio de 2017 recibí noticias de Joel Plata. Gracias a su hijo sé que se encuentra en Torreón, su tierra natal. Ve con dificultad, pero continúa escribiendo.
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