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Eugenio Tisselli
Eugenio Tisselli (Ciudad de
México, 1972) también es programador informático. Vive en Barcelona y sus
poemarios El drama del lavaplatos (Delirio,
2010) y Lo intranquilo del animal
(Plástico sagrado, 2015) se pueden consultar en el Archivo de Poesía Mexa.
Si queremos acercarnos a su trabajo,
hay que entrar en su web: http://motorhueso.net/. Además, en Laboratorio de escritura, OpenCulture o Registro MX encontramos textos
suyos que parten de la página para llegar a la pantalla y al altavoz. Tisselli colabora en Tierra Adentro o Letras Libres. Según Karen Villeda
«Tisselli es un vanguardista cibernético que altera los códigos tradicionales
de lectura, escritura y colaboración. Su trabajo creativo tiene tres ejes
principales: el desarrollo de software artístico, la creación de narrativas
digitales y el impulso de tecnologías sociales. Su statement abarca lenguaje y espacialidad». En este artículo de Letras Libres Villeda comenta los
proyectos de Tisselli para la revolución digital de la poesía. Personalmente,
no creo que las máquinas o los algoritmos lleguen a crear algo imprevisible.
Sin embargo, esto último es algo que parece cada vez menos común en quienes escriben.
La propuesta informática es entonces una necesidad.
El
drama del lavaplatos (2010) se publicó en la editorial española de Delirio.
Fernando Broncano firma el prólogo «Contaminaciones industriales desde el diván
donde la máquina se confiesa», en el que explica que «Le devuelve el poeta su
moleskine al postpoeta con tachaduras y el acta de las hambres del robot, de
sus zumbidos odiosos esporádicos. El drama del lavaplatos demuestra la
antigüedad de la postpoesía, la mística del subconsciente de la cacharrería»
(7). Seguidamente se advierte de los pasos computacionales que ha seguido el «verso
semilla» hasta llegar a los poemas breves, rizomáticos y tarzanianos que
perfectamente podrían haber pasado por obra de genialidad humana (no
humanística). Por ejemplo, el poema «Me cago en la leche» se rebela:
me cago en la fórmula
yo poso
en el jugo de vaca
destruyo
en el dos por ciento
escoria en el pasterizado
desechar en el polvo
desechar
en el hollín
quite en él
en coños
abjurar de los granos de arena
abstener en el hilo
el rechazo
en él
quite la suciedad
repele
renuncia en gránulos
despedir la tierra
nada en él (24)
Tisselli mete
las palabras en un electrodoméstico que requiere sal y abrillantador, pero
podemos apoyarnos en esta vajilla para tragarnos la realidad social y poética
que atraviesa, supongo que inconscientemente, estas estrofas frías (no
vengativas). Vicente Luis Mora cierra con el prólogo «Góngora asistido»: una práctica
del sistema de Tisselli; «parece ser que la calidad del resultado depende más
del talento del programador o del jugador que del programa» (85). Destacan,
pues, los resultados y el trabajo binario que hay detrás.
Aunque no se explicita en Lo intranquilo del animal (2015),
entendemos que también se ha seguido el programador versal de Tisselli, citado
al final las decenas de fotogramas, paradójicamente, ambientados en la
naturaleza de las tres partes que componen este poemario: «Lo intranquilo del
animal», «La nueva escritura» y «Ruido». Entran en juego «50. de cada
creador un carácter para tomar la forma de la palabra, de cada experto para
revocar la forma de la palabra combinada» (15). La poesía computacional de Tisselli continuaría en España con los estudios que recientemente lleva a cabo, por ejemplo, Pablo Gervás.
Eugenio
Tisselli tiene en común con
Minerva Reynosa la experimentación de la poesía desde los recursos
informáticos. Aunque a diferencia del videojuego para leer el Mammut de ella, en él
encontramos procedimientos de escritura de poemas. En cualquier caso, estamos
ante un fenómeno que merece atención por méritos propios. Podríamos pensar en
la contradicción de la creación digital en el formato del poemario tradicional,
pero los mecanismos y programaciones del autor refuerzan la idea de la
escritura automática despersonalizada.
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