No
me detendré en Daniel Saldaña París (Ciudad de México, 1984), presente en Poesía Mexa con La máquina autobiográfica (Bonobos, 2012), porque se trata de
un libro que ya cuenta casi con una década y no cumple con la idea de este
blog, que trata de centrarse en libros del último lustro; no obstante, por ser
un autor que sigo desde que lo conocí por la narrativa me parece interesante
compartir algún comentario de esta obra editada por la siempre fiable Bonobos.
El archivo PDF del repositorio que
tanto juego nos da para leer la poesía mexicana lejos de México muestra
enseguida la cubierta de Valeria Luiselli, a quien tradujo el propio Saldaña
París en un libro ya clásico como Desierto sonoro (2019). Según la
escritora: «desmontar la armadura de la personalidad no es un ejercicio
ensimismado, autoabsorto, sino uno que requiere la búsqueda constante de las
palabras que se comparten e intercambian todos los días».
En contra del solipsismo que tanto
critica Eva Castañeda, hallé la búsqueda constante del lenguaje cotidiano en un poeta
que hace dos o tres años leía con Óscar de Pablo en la Feria del Libro de Puebla. Dicho hito, tal fotografía, a la
manera de Andrés Paniagua, del que hablamos el domingo pasado, viene al caso
por la estructura íntima, cercana, intra e interpersonal, genealógica, al cabo,
e histórica, por tanto, social, que da uniformidad al libro.
Las seis partes son: «La primera persona»,
«Estos elementos serán destruidos», «Cinco testimonios sobre la fundación de
Estridente», «Libro de texto», «Consejos y reprensiones» y «Danielito».
Cual sujeto poético de Hernán Bravo Varela al googlear su nombre y tejer una historia de los
resultados, La máquina autobiográfica incursiona en la prosa narrativa
que caracteriza la voz desenfadada y ácida de Saldaña Paris. Esta es una de las
microficciones que articulan en sentido completo articulado en las secciones mencionadas:
Están los
Conversadores y está la Primera Persona, todos sentados en una parada de
autobús. Los Conversadores, de pronto, tienen un ataque de risa. La Primera
Persona los mira como esperando una explicación. ¿Es posible una explicación de
esa naturaleza? ¿No es, precisamente, la Primera Persona la última que podría
comprender el sentido de esa risa? (14)
Tales
personajes se sucederán en lo que sigue. Cualquier escena viene dominada por el
oído al que tanto caso hace quien escribe y que tantas historias le permite
recrear, siempre tomando como nexo la reflexión sobre el lenguaje.
El sinfín de interrelaciones que un
mismo término puede generar en la fluidez incontinente, también en verso, de
Saldaña da cuenta de una técnica de escritura: 1) nexo de la épica y la lírica
en el sentido clásico a partir de técnicas contemporáneas; 2) perfil del
personaje que no es el propio poeta; 3) fragmentación de la construcción
identitaria de la ficción con base en la historia cercana, compartida por
quienes leemos; 4) sátira de las relaciones (in)humanas; 5) cuestionamiento de
la existencia pese a las certezas; 6) enigma de la esencia que un libro ‒al
menos, En España‒ lejos de la etiqueta de poesía difícilmente puede abrazar.
Siempre queda algo positivo, inusual,
fresco, tras leer o escuchar al autor de La máquina autobiográfica.
Pueden hacerlo en múltiples espacios, como son ahora mismo las redes y la crónica
que cultiva desde la pandemia.
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