Teniendo en cuenta
que el resto de libros con los que termina (o empieza, pues vamos en orden
inverso al de publicación) la colección Lectores niños y jóvenes de FOEM no están disponibles en PDF (quizá debido
a algún error por el que ya nos hemos puesto en contacto) o se trata de obras
narrativas (o por ambas razones, como un libro que nos despierta mucho interés:
Pok a Tok. El juego de pelota), terminamos esta revisión, como REA (en ambos
sentido, de lectura de obras de acceso abierto y como comentarios u análisis
que trataremos de desarrollar en futuras investigaciones), con Globos gallinas botones (FOEM, 2012) una de las primeras autoras con que,
precisamente, comenzamos este vaciado, Becky Rubinstein (Ciudad de
México, 1948); e ilustraciones de Rocío Solís Cuevas.
Se trata de un
libro de primeras experiencias, que profundiza en las sensaciones, en las
emociones, que nos han ocupado durante los anteriores meses. De ahí que la obra
comience con un espacio para dedicar el primer libro. ¿A quién se lo diriges?
¿En quién piensas cuando lees? ¿Y cuándo escribes? Son estas algunas cuestiones
previas a la lectura (Solé, 1992).
Diez años después de la creación de
Rubinstein, resulta nutritivo el diálogo que podemos establecer con quienes ya
han nacido digitalmente dentro de un mundo en que importa más la foto que lo
demás. Desde el nacimiento fijamos mediante la tecnología momentos que
precisamente por la tecnología, y debido a un uso incorrecto de esta, se
pierden o pasan desapercibidos. Vaya debate se abre desde el primer poema; ya
sea para los primeros cursos de Primaria (con seis o siete años) o los últimos
(hasta doce):
La precisión que
logra la autora de Adivina quién soy o Chancletas y chanclitas no requiere más de pares de versos que forman series,
escenas, casi aforismos llenos de ritmo. La repetición va de la mano de una de
las mejores ilustradoras. Los tonos aventuran un nuevo capítulo de Black Mirror, pero desde la esperanza de
“Leer para pensar en grande” como lema de la colección.
La función apelativa se explota con
reiterados recursos lingüísticos y materiales, ya que se deja espacio que,
según las mismas indicaciones, están previstos para las fotografías, objetos,
experiencias que incorpores manualmente, en contacto con el resto, alimentado
así la enumeración que mediante asíndeton da título al libro ilustrado.
La lectura de aprendizaje nos
permite salvaguardar instantes que suceden por primera vez: el paseo, el regalo,
el primer diente e incluso el primer poema... quedan de tal modo los treinta y
siete, como si de un diario se tratara. Además, los precisos poemas (casi
canciones o nanas) se valen de la tradición oral. El intertexto (Mendoza),
entonces remitiría desde Infantil a un proceso de enseñanza-aprendizaje basado
en el constructivismo.
A diferencia de El cuaderno de las sensaciones, los alimentos aquí descritos forman
parte de la comida real, de la naturaleza, de la rica diversidad que conforma
la identidad, también cultural, de una sociedad como la mexicana. De ahí que
nos despidamos, por el momento, con este colorido, dulce y nutritivo poema:
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