Esther M. García (pág. 71)
Bitácora de mujeres extrañas (Tierra Adentro, 2014) es el último libro de Esther M. García (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1987): el retrato de mujeres anónimas que un día
fueron reales. Este libro mereció el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco
Cervantes Vidal 2014.
Hay numerosas lecturas al respecto. Destacan
las de José María Martínez en El amor o su contrario, José Fernández Alvaez Salazar en Revista Nota Al Pie, la de El Diario de Coahuila o la de Romina Cazón en Revista El Humo, donde la propia autora habla de Bitácora...: «En sus páginas hay un despliegue de mujeres que sufren el embarazo, el abandono, el cáncer, la homosexualidad, la locura, el suicidio, el asesinato, la muerte, así como la tentación de la belleza plástica, del qué dirán, del ya no puedo pero aquí sigo». En Revista 360º, se resume este poemario: «Los poemas de Esther hablan de la mujer común. Sí, de la mexicana ahogada en deudas, responsable de una carga que la excede y de una ausencia que la doblega, pero sobre todo, de una violencia que la rompe por dentro, pero jamás la vence». He ahí la poesía, hablar de lo común de forma única. Recientemente, Carla Galván publicó «Un retrato vivo de lo que es ser mujer en México» en Confesiones de una joven escritora, donde destaca la importancia de Bitácora de mujeres extrañas para reivindicar la figura femenina en un país machista.
Augusto Rodríguez entrevistó en 2012
a Esther M. García en Letralia.
En torno a la poesía mexicana contemporánea, la autora de Bitácora... considera que:
Mi país atraviesa por una etapa dura y oscura que
poco a poco lo está llevando, a fuerza, a rastras, a un cambio drástico. Este
ambiente lo podemos apreciar en la poesía joven que actualmente está alzando la
voz para hacerse escuchar en medio del caos. La poesía se ha transformado, como
tiene que ser porque todo en el universo se transforma, y se ha convertido en
aliada de otras áreas artísticas, de otras fórmulas para expresar su sentir
pero los frutos de lo que se está sembrando ahora no se verán sino mucho tiempo
después.
El fruto ya se advierte en este libro de Esther M. García, básico para la poesía mexicana
contemporánea.
Bitácora
de mujeres extrañas se estructura en cuatro partes: «Breviario de mujeres»,
«La embarazada solitaria», «Ella habla» y «Variedad de espinas».
«Breviario de mujeres» homenajea el
trabajo silencioso de maquiladoras, a la vez que denuncia sin estridencias la
desigualdad y los feminicidios. Esther domina, entre otras muchas técnicas, la
tragedia y el humor negro. El primer poema, «Mujer maquila» está dedicado a
Alina Orozco Gutiérrez (Chihuahua, Chih., 1954-El Paso, Txs., 2008):
[...]
Para ella el sonido de la maquinaria
se convirtió en su música preferida
Las historias de las demás operarias
a
la hora de la comida
son su novela favorita
Para ella ya no hay Dios
Todo es Deus ex machina
[...] (12)
Al describir a
la mujer que no tiene más música que la de las máquinas de la fábrica ni más
literatura que las historias de sus compañeras, estamos conociendo con tremenda
claridad las vidas que vertebran el poemario de Esther M. García. Son personas
reales que murieron o morirán sin más homenaje que estos versos. Hay ternura,
miedo, erotismo, (con)tacto, valor y un enorme talento. La mujer como madre es
uno de los pilares fundamentales de vidas y muertes. «Mujer muerta al dar a luz»
conecta con el ser que albergamos.
«La embarazada solitaria» es el
núcleo, me parece, de la obra de Esther. Además de que coincide con el compás
del ser que está creando, la forma y el contenido, la mujer y el feto, el
significante y el significado, terminan por acompañarse en un monólogo
dramático lleno de ritmo sordo y de belleza negativa. Así se inicia el final: «La
sucesión de contracciones empieza/ el dolor que se abre paso en su cuerpo es/
una tijera fina cortándola como una tela» (49). Es una metáfora sinuosa que va
incidiendo y desgarrándonos conforme vamos escuchando la voz de la mujer que
hay en todas las mujeres.
«Ella habla» se confiesa en primera
persona. Repasa el trato que recibe el hijo. Ya ha dado a luz, pero sigue la
oscuridad. Aún no abre los ojos. Son otros los sentidos que nos guían en este
viaje sedentario, rutinario, cotidiano, doméstico, interno: «Ella siempre
estaba ahí/ como una gran matrioshka»
(54). Por primera vez, estamos ante una prosa: «La muerte del ave ebria» (cfr.
56-60): una alegoría del padre que ya ha ido apareciendo y que ahora focaliza
la libertad de la mujer hija que, sin puntos (americanos) ni comas (etílicos),
y terminando en un poema tradicional se forma con la cicatriz del daño
irreversible. El personaje femenino crece y ha de hacer frente al marido:
Mi marido me abandonó ayer por la noche
y yo todavía no he decidido bien
si debo seguir llorando
o dar gracias al cielo por esa bendición
y sonreír (67)
Pese a que el
horror inunda cada línea de Bitácora de
mujeres extrañas, aflora el color, la tersura, la fragancia y la firmeza de
una rosa sanguinolenta.
«Variedad de espinas» cierra el
libro. Reúne las imágenes y los tonos negros y corrosivos (que recuerdan a
Francisco Hernández o Christian Peña): el pájaro, las tijeras, el alcohol. «Cenizas
de perra»:
[...]
Una cerveza no basta un whiskey
el vodka los shoot´s de
tequila las
medias de sedalosdaiquiriselperrosaladolaspalomase
lvinobanderitaslosvampiros
y todas esas demás mierdas para sentirte feliz no bastan porque
al principio
el efecto es placentero y sientes la euforia pero
con el tiempo
te sientes estúpida y patética
cayéndote al suelo
vomitándolo todo
olvidando las cosas
los
nombres
las personas
o
los lugares que visitaste
[...] (74-75)
Podemos
encendernos al leer Bitácora de mujeres
extrañas, pero también hundirnos por la verdad. Realmente es fantástica,
estamos ante una poeta a la que seguir, con un talento en bruto. Ojalá nos lo
comparta por mucho tiempo. Nos muestra ahora mujeres extrañas, extranjeras de
su cuerpo, de su estado, de su Estado, del hombre que tanto daño sigue
haciendo. Leerla es un ejercicio quirúrgico, alcanzamos lo podrido que tenemos con
el bisturí poético que nos presta Esther.
En el Archivo de Poesía Mexa están disponibles sus libros La Doncella
Negra (2010) y Sicarii (2013). En
La piel del animal acorralado accedemos a su antología personal. La forma de escritura de Bitácora de mujeres extrañas recuerda al
trabajo que lleva a cabo Nadia Contreras en su Bitácora de vuelos.
Junto a Clyo Mendoza y su Anamnesis,
Esther M. García es una de las poetas con más fuerza lírica y natural.
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