Laura García Renart es una
poeta fundamental por la dimensión cívica que establece el feminismo; sin
embargo, resulta difícil acceder a su obra. El archivo de Poesía Mexa permite desde hace unos meses la lectura de Canto a nosotras
mismas (La Máquina de Escribir, 1982), en colaboración con Mi primer día en el salón de la fama.
La
también poeta mexicana Diana Garza Islas se encuentra investigándola. Poco se sabe de Laura García
Renart. Algo llega por su hermana, la pianista Marta García Renart (Ciudad de México, 1942). Juntas han trabajado en algunas
composiciones que vieron la luz tras la dictadura franquista, hito que marca de
alguna manera sus orígenes. Un caso tan sugerente y particular despierta
igualmente el interés por el estudio de las recuperaciones precolombinas y
novohispanas con Carmen Alemany Bay y el equipo de la Universidad de Alicante. Hasta entonces,
únicamente encontramos notas como la de Rocío Benítez, En la lupa: «Sus versos, su canto, hermoso y a la vez feroz, porque así lo
amerita, queda a la medida de lo que se vive en este 2019, tiempo en que las
mujeres aún tenemos que gritar para ser escuchadas».
El
poema, fechado el 30 de enero de 1974, arranca con la reticencia:
...
y además...
se va eliminando
todo lo que sobra...
Niñagaviota,
cuando guardaron tus collares y tu muñecarrota,
cuando
empezaron anegarte celadores de un himen no supuesto aún,
perdido
en el sindolor del ignorarse... (3)
La composición léxica da lugar a una serie
de imágenes y juegos de palabras que configura el espacio femenino a la manera
de Violeta Parra en Chile, un año después del golpe de Pinochet. El canto no se
dirige más que a nosotras mismas, al espacio femenino en comunidad. Las
consignas se valen de los octosílabos y de las expresiones populares en
pareados por la educación y los derechos civiles: «de los pares de los nones
víboras de la mar aviones / matariles estampitas platas costras caídas crayolas
y pizarrones» (5). En este mes de noviembre que denuncia la violencia contra la
mujer, los versos de García Renart se entonan en el inconsciente de la marcha
diamantina. La riquísima ristra de referencias requiere ya un estudio que se
detenga en cada una de las etapas descritas, por las alusiones a personajes que
vertebran el imaginario colectivo de la literatura en español, desde la infancia,
la pasión y la razón; fases de la voz que se pierde:
Las
locas, las encerradas paranoicas enfermadas
esquizofrénicas
–dicen
digo
yo: sofrenadas (7).
El canto, en singular, en primera persona,
actualiza ese subgénero que es la épica en un estilo autobiográfico que augura
la situación personal e implícita de personajes que van de Juana la Loca a
Leonora Carrington. Los versos anteriores, sangrados, dan por cerrada lo que
podríamos considerar la primera de las cuatro escenas que estructuran este texto.
Seguidamente
aflora el pasado catalán, los orígenes; sin embargo «Coloma: el teu messatge
mai acava.........................» (9). El mensaje se interrumpe. El orden no
es cronológico. Mayas y místicas son las teselas. Las caracterizaciones
lorquianas y homoeróticas
adelantan la particular visión de obras más recientes, como las de Esther M. García o Yolanda Segura:
escupidas
suicidadas
las
pasadas quemadoras pachecas alivinadas
tortilleras
--no lesbianas
las
lesbianas: sospechadas (11)
Resulta esta una ruptura de la sintaxis y
del cuerpo que, mediante patronímicos femeninos, sirve de antecedente para los
procesos de desapropiación y la política que cultivan y estudian en los últimos
años Cristina Rivera Garza o Sara Uribe. Los incipientes mecanismos editoriales muestran al mismo tiempo un
paso más para el poema visual, como grupos de mujeres que se manifiestan y
avanzan. El son cubano o jarocho rompe la décima. Y en la parte centra de este Canto
a nosotras mismas el lenguaje se renueva, alcanzando el más alto vuelo de
esa Niñagaviota altazoriana y cuestionando lo que es el continente que nos
ocupa, cuerpo físico, mapa político:
Isabeles
promotoras de vueltas al mundo ¡Américas!
descubridoras
cuidado:
conquistadoras, colonicemos las puertas
las
sinfronteras gitanas unidas sincasa nómadas (13)
La abstracción del lenguaje, de la enumeración,
de la ilustración verbal, es una cosmovisión próxima, por qué no, a la propia
Diana Garza Islas (14-15).
La
hibridez del género: la disertación del ensayo, el monólogo teatral. Ligado a las
posibilidades de las nuevas tecnologías, la obra de Antígona mestiza, de Mayho Moreno, Lucero Troncoso, Sahain Cortés, Male Villegas.
Son referencias y sensaciones, podríamos pensar que infinitas, provocadas
atildadas entonadas sinTEtizadas:
reservadas
Mazatecas
Aztecas
desconocidas
desprestigiadas
Tlaxcalas
Malinches
médiums traductoras Cavas
de
razas criollas mestizas (20)
Es más: «Las mujeres fuimos velas / ¡Seamos
ahora tablones!» (21); tabla con asidero hasta Dolores Dorantes. El estilo entonces es más claro, directo, en primera persona del
plural: «Capatazas de sí mismas / nosotras / capaces enteras» (23). El lenguaje
inclusivo (en la primera palabra del verso anterior, por ejemplo) contradice la
historia de la lengua de Concepción Company Company. Se reivindica una lista de mujeres, veladas por la de
hombres.
Finalmente,
el último canto es un manifiesto, una convocatoria, un texto instructivo,
mandamientos que parodian lo bíblico (29-30) en pos de la izquierda; dejando
claro que la lucha no es incompatible con la lírica, la emoción es intelectual.
El sujeto poético ha reconstruido la Yo:
Y yo os promulgo Camaradas
Y
yo os proclamo mujeres
por
vivas, por legendarias,
por
antiguas, por coetáneas,
por
muertas y por matadas,
por
vírgenes desfloradas
gozosas
atormentadas,
por
rabiosas y por claras,
por
locas enamoradas
por
Mujeres
por Nuestras
por
Nosotras
El feminismo con el que suele asociarse a poetas
que van desde sor Juana a Rosario Castellanos, y que parece conectar directamente con la
labor de autoras no tan citadas pero aun más comprometidas con el movimiento como
Alaíde Foppa y Kyra Galván, se consolida en México con trabajos como el de Laura García Renart.
Su acierto al hacer convivir el coloquialismo de los sesenta con la neovanguardia
que continúa en América Latina en contextos de violencia y dictadura, valga la
redundancia, origina un tono, plural, no exento de humor y de conexiones con el
pasado mítico que explican el presente. Esperemos a la investigación de Diana
Garza Islas sobre una poeta y un texto que podemos leer en Poesía Mexa.
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