domingo, 17 de noviembre de 2019

Laura García Renart


Laura García Renart es una poeta fundamental por la dimensión cívica que establece el feminismo; sin embargo, resulta difícil acceder a su obra. El archivo de Poesía Mexa permite desde hace unos meses la lectura de Canto a nosotras mismas (La Máquina de Escribir, 1982), en colaboración con Mi primer día en el salón de la fama.

            La también poeta mexicana Diana Garza Islas se encuentra investigándola. Poco se sabe de Laura García Renart. Algo llega por su hermana, la pianista Marta García Renart (Ciudad de México, 1942). Juntas han trabajado en algunas composiciones que vieron la luz tras la dictadura franquista, hito que marca de alguna manera sus orígenes. Un caso tan sugerente y particular despierta igualmente el interés por el estudio de las recuperaciones precolombinas y novohispanas con Carmen Alemany Bay y el equipo de la Universidad de Alicante. Hasta entonces, únicamente encontramos notas como la de Rocío Benítez, En la lupa: «Sus versos, su canto, hermoso y a la vez feroz, porque así lo amerita, queda a la medida de lo que se vive en este 2019, tiempo en que las mujeres aún tenemos que gritar para ser escuchadas».
            El poema, fechado el 30 de enero de 1974, arranca con la reticencia:

... y además...
                                se va eliminando todo lo que sobra...
Niñagaviota, cuando guardaron tus collares y tu muñecarrota,
cuando empezaron anegarte celadores de un himen no supuesto aún,
perdido en el sindolor del ignorarse... (3)

La composición léxica da lugar a una serie de imágenes y juegos de palabras que configura el espacio femenino a la manera de Violeta Parra en Chile, un año después del golpe de Pinochet. El canto no se dirige más que a nosotras mismas, al espacio femenino en comunidad. Las consignas se valen de los octosílabos y de las expresiones populares en pareados por la educación y los derechos civiles: «de los pares de los nones víboras de la mar aviones / matariles estampitas platas costras caídas crayolas y pizarrones» (5). En este mes de noviembre que denuncia la violencia contra la mujer, los versos de García Renart se entonan en el inconsciente de la marcha diamantina. La riquísima ristra de referencias requiere ya un estudio que se detenga en cada una de las etapas descritas, por las alusiones a personajes que vertebran el imaginario colectivo de la literatura en español, desde la infancia, la pasión y la razón; fases de la voz que se pierde:

Las locas, las encerradas paranoicas enfermadas

                                                                                                              esquizofrénicas –dicen

                                                                                               digo yo: sofrenadas (7).

El canto, en singular, en primera persona, actualiza ese subgénero que es la épica en un estilo autobiográfico que augura la situación personal e implícita de personajes que van de Juana la Loca a Leonora Carrington. Los versos anteriores, sangrados, dan por cerrada lo que podríamos considerar la primera de las cuatro escenas que estructuran este texto.
            Seguidamente aflora el pasado catalán, los orígenes; sin embargo «Coloma: el teu messatge mai acava.........................» (9). El mensaje se interrumpe. El orden no es cronológico. Mayas y místicas son las teselas. Las caracterizaciones lorquianas y homoeróticas adelantan la particular visión de obras más recientes, como las de Esther M. García o Yolanda Segura:

escupidas suicidadas

                                               las pasadas quemadoras pachecas alivinadas

tortilleras --no lesbianas

                                               las lesbianas: sospechadas (11)

Resulta esta una ruptura de la sintaxis y del cuerpo que, mediante patronímicos femeninos, sirve de antecedente para los procesos de desapropiación y la política que cultivan y estudian en los últimos años Cristina Rivera Garza o Sara Uribe. Los incipientes mecanismos editoriales muestran al mismo tiempo un paso más para el poema visual, como grupos de mujeres que se manifiestan y avanzan. El son cubano o jarocho rompe la décima. Y en la parte centra de este Canto a nosotras mismas el lenguaje se renueva, alcanzando el más alto vuelo de esa Niñagaviota altazoriana y cuestionando lo que es el continente que nos ocupa, cuerpo físico, mapa político:

Isabeles promotoras de vueltas al mundo ¡Américas!

                descubridoras

                cuidado:

                conquistadoras, colonicemos las puertas

las sinfronteras gitanas unidas sincasa nómadas (13)

La abstracción del lenguaje, de la enumeración, de la ilustración verbal, es una cosmovisión próxima, por qué no, a la propia Diana Garza Islas (14-15).
            La hibridez del género: la disertación del ensayo, el monólogo teatral. Ligado a las posibilidades de las nuevas tecnologías, la obra de Antígona mestiza, de Mayho Moreno, Lucero Troncoso, Sahain Cortés, Male Villegas. Son referencias y sensaciones, podríamos pensar que infinitas, provocadas atildadas entonadas sinTEtizadas:

                                                               reservadas Mazatecas
Aztecas desconocidas
desprestigiadas Tlaxcalas
Malinches médiums traductoras Cavas
                                                               de razas criollas mestizas (20)

Es más: «Las mujeres fuimos velas / ¡Seamos ahora tablones!» (21); tabla con asidero hasta Dolores Dorantes. El estilo entonces es más claro, directo, en primera persona del plural: «Capatazas de sí mismas / nosotras / capaces enteras» (23). El lenguaje inclusivo (en la primera palabra del verso anterior, por ejemplo) contradice la historia de la lengua de Concepción Company Company. Se reivindica una lista de mujeres, veladas por la de hombres.
            Finalmente, el último canto es un manifiesto, una convocatoria, un texto instructivo, mandamientos que parodian lo bíblico (29-30) en pos de la izquierda; dejando claro que la lucha no es incompatible con la lírica, la emoción es intelectual. El sujeto poético ha reconstruido la Yo:

Y yo os promulgo Camaradas
Y yo os proclamo mujeres

por vivas, por legendarias,
por antiguas, por coetáneas,
por muertas y por matadas,
por vírgenes desfloradas
gozosas atormentadas,
por rabiosas y por claras,
por locas enamoradas
                                               por Mujeres
                                                               por Nuestras
                                                               por Nosotras

El feminismo con el que suele asociarse a poetas que van desde sor Juana a Rosario Castellanos, y que parece conectar directamente con la labor de autoras no tan citadas pero aun más comprometidas con el movimiento como Alaíde Foppa y Kyra Galván, se consolida en México con trabajos como el de Laura García Renart. Su acierto al hacer convivir el coloquialismo de los sesenta con la neovanguardia que continúa en América Latina en contextos de violencia y dictadura, valga la redundancia, origina un tono, plural, no exento de humor y de conexiones con el pasado mítico que explican el presente. Esperemos a la investigación de Diana Garza Islas sobre una poeta y un texto que podemos leer en Poesía Mexa.

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