Hace
unos meses se publicó la segunda edición de Una ballena es un país (Almadía, [2019] 2020) de Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984). Las palabras de Jorge Comensal en la
contracubierta nos recuerdan la cercanía de la escritora mexicana con la
ecocrítica, especialmente desde su labor como ensayista. Además de un prólogo
de la autora se añade un poema, «Si olvidamos el resto»; al que nos referiremos
en lo que sigue.
Con independencia de que este libro
sea catalogado como poesía, estamos ante un caso (como buena parte de la poesía
mexicana reciente) que va más allá de los géneros literarios. Así lo expresa la
propia Zapata: «concebí Una ballena es un país como una invitación a
desafiar los límites entre ficción y realidad, entre poesía y ensayo y
narrativa, entre el papel que creíamos tener en el planeta y el que la crisis climática
y la sexta extinción masiva nos exigen adoptar» (15).
A la manera de Agustín Fernández Mallo (y el
peso que tiene Ludwig Wittgenstein), el texto de Zapata (da igual con qué prisma
se observe) puede entenderse como un poema largo en forma de ensayo. Ambos, el
español y la mexicana parten de la filosofía o la ciencia (que vimos con Elisa Díaz Castelo) para ofrecer un ejemplo que comentamos a continuación.
No recogemos el poema (al final, en
las páginas 98 y 99) aunque la postura de Zapata va en sintonía con la que
veíamos de Sara Uribe: a favor de la difusión de poesía, en PDF o cualquier medio que
permita la lectura. «Nos sobran referencias y nos faltan lecturas», entiendo
últimamente.
¿Qué pasaría si un poema como este
que se añade en la nueva edición de Una ballena es un país entrara en el
examen de oposiciones del próximo mes para docente de Lengua Castellana y Literatura?
¿Cómo podríamos acercarnos a él si lo habitual es un texto del Siglo de Oro? ¿Influye
en tal ejercicio la evolución del lirismo? Hagámoslo como Pedro
Serrano y Carlos López Beltrán en la antología 359 Declidados (con filtro)
(2012) después de no conseguir los derechos para recoger los poemas de Roberto Bolaño e incluir en su lugar, un comentario al respecto.
A Nadezhda Petrovna, evacuada de la ciudad de Prípiat, se debe el título del texto que
nos ocupa. El epígrafe: «Era hermoso. Si olvidamos el resto, era muy hermoso» (98).
A continuación, el axioma se incluye al principio, en la línea esta vez de Langdon Winner. Al no haber «necesidad
de inventar nada» (98), lo extraliterario y la intertextualidad pueden ayudar a
entender el oficio literario. De tal modo, estamos ante una poética, en el
cierre del libro.
En la segunda estrofa destaca la
enumeración de elementos químicos, a propósito esta vez de la idea del límite,
de la desconstrucción, de la violencia nuclear y del eterno retorno de
Nietzsche. El uso del paréntesis permite aclarar lo dicho; he ahí un mecanismo
de cohesión, habitual en el ensayo.
Un par de líneas o versos sangran:
plasman así el desplazamiento de la vida en un primer término y, ya en la
tercera estrofa, el vacío de los animales (castores) que «recorren un río de
peces muertos» (endecasílabo). Estamos en el punto central del texto. El clímax
se afianza mediante una sintaxis clara, propia del habla (al estilo del ya
mencionado Fernández Mallo); así como de una consecución de animales (lobos, golondrinas,
lombrices, vacas) que describen la estancia del hecho narrado y protagonizado
indirectamente por Petrovna.
Antes del cierre del texto, un par
de versos se interponen entre las primeras y las dos últimas estrofas. También
tienen once sílabas: «Donde hubo ranas, amanecen piedras. / Hierven hasta los
cuerpos más pequeños» (99). El daño a la naturaleza da paso a lo inerte. Pese a
la historia que conocemos y que está en el candelero (por series como Chernóbil;
algo similar ocurre con el pulpo en otros textos) continúa la vida. La serie de
seres vivos muta debido a las sustancias perniciosas que afectan al desarrollo
de las especies.
Ahora bien (otra oración copulativa, que une
lo aparentemente inconexo): «Esto también es naturaleza:» (99). Nos convertimos
en la ciudad. Interpela. El sujeto varía de la tercera a la segunda persona. La
anáfora inicia las últimas líneas que dan paso a las subordinadas: «que la
ciudad seas tú, / que tú seas el bosque, / que la luz tome todo» (99). Nuestro
cuerpo resulta parte del paisaje, actualizando el poema «Keeping Things Whole» de Mark Strand: «In a field / I am the absence / of field».
En estos momentos la página web de la
editorial Almadía
anuncia que el libro ya no está disponible, por lo que quizá habrá que esperar
a una reimpresión o tercera edición. El miércoles a las 13 h. de México (20:00
h. peninsular española) hablaremos de lo que sucede en los últimos años con la poesía mexicana, de la mano del
CeMaB y el SIPMC.
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