Nadia Escalante Andrade (Mérida, Yucatán, 1982) forma parte del archivo de Poesía Mexa con Sopa de Tortuga Falsa (y otras historias) (Montea, 2019): un recorrido por los motivos por los que se construye un lugar en el que habitar, llámese vivienda o texto.
El libro se compone de cinco partes:
«Puertas», «Acantilados», «Paseos», «Sombras» o «Mudanzas»; las cuales, a
excepción de la primera (pórtico), integran poemas breves con títulos que
aluden a las escenas que describe y recrea con base en la realidad el sujeto
poético que eres tú: quien lee.
La autora de Adentro no se abre
el silencio (La Ceibita, 2010) y Octubre. Hay un cielo que baja y es el
cielo (Textofilia, 2014) construye una voz que apela desde el inicio a
quien se enfrenta a esa sopa difícil de abrir. El libro, como puerta a otra
dimensión. Desde la cubierta, se ofrece la famosa lata que ahora juega con el
apellido de la autora. El recipiente, en la superficie plana del texto,
únicamente deja ver una cara. Para saber qué hay al otro lado existe el poema,
nos dice en un primer término (11).
Se reflexiona sobre el lenguaje
mediante el mismo lenguaje, en contacto con la lírica tradicional más reciente
que observamos, por ejemplo, en este blog gracias a Poesía Mexa. Se apuesta
entonces por la línea coloquial, en tanto que se hace hincapié en el ejercicio
que requiere enfrentarse a un texto y sus diversas caras a partir de la
comunicación (y la insistencia en tal práctica) refiriéndose al tú.
Más allá de la particular segunda
persona, la sucesión de estancias nos lleva al vértigo en comunión, como en
trabajos precedentes suyos, con los elementos de la naturaleza: cuatro o cinco
si sumamos el metal. Dicha teoría se alimenta con localidades como la francesa
Étretat. A través del recuerdo de sus acantilados continúa la alegoría que da
paso a un poema en prosa; haciendo notar la narrativa que también cultiva
Escalante.
Cuando se traza la distancia entre
el tú y el plural que forma nosotros detona lo inusual que estudia Carmen
Alemany en la narrativa. Ese anclaje con la realidad, que resulta
la singularidad de quien lee, abarca escenarios solapados, próximos a lo
surreal, cargados del ritmo que ofrecen extensas oraciones yuxtapuestas: como
la sucesión de actos que desembocan en un matrimonio y el perfil del tú que va
dibujando la figura de la madre.
Entre las partes mencionadas se
introducen epígrafes de Lewis Carroll, entre otros, a propósito del título. Se trata
de ideas que van permeando posibles mundos o caminos, a la manera de Alicia en
el País de las Maravillas. La acidez del humor opera aquí como otra de las
referencias de los acápites: Luciano de Samósata.
En ese sentido destaca un par de
pares de versos sobre las «Sombras»: «Me fui al campo, / pero las hormigas
devoraron las letras de mis libros; / me mudé a una ciudad muy grande, / pero
no encontré ningún espacio no indexado» (41); que hacen pensar en Bolaño
y ese monstruo que iluminan, sin ver, las luces descritas en el epígrafe, ahora,
no por primera vez en este libro, de Adam Zagajewski.
Termina la obra, como decíamos, con
la sección dedicada a la mudanza. El movimiento también se da en las propias
palabras, antes de que las devore las hormigas entre tú y yo: «Entonces
anunciaron: el edificio será derruido. / El edificio será de ruido. / Me fui
tan lejos que no escuché caer los muros» (57).
Aprovechen que Poesía Mexa no deja
de facilitar la lectura. También pueden conocer más de Nadia Escalante Andrade
en la Revista
de la Universidad de México, Tierra
Adentro, Punto
de Partida, Replicante,
Hablemos
Escritoras o Poetas
Siglo XXI.
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