domingo, 13 de agosto de 2023

El libro de los fantasmas

 

Después de Y tú, ¿qué sabes hacer con tus manos? Recorrido por los talleres artesanales de Metepec, #YoSoyBosco, 100cia para pequeños curiosos y El edificio fantasma (que estamos a punto de incluir en este blog por las imágenes poéticas, como libro ilustrado cuyo texto no potencia de igual modo la lírica) notamos la importancia que tiene la poesía en la LIJ del certamen del FOEM con El libro de los fantasmas (FOEM, 2014); con el que Andrés Acosta (Chilpancingo, Guerrero, 1964) incide en un tema habitual, tan esotérico y, con su palabra, tan directo al público infantil, ávido de ese personaje.

 



La extensa oración anterior nos sirve para disfrutar en lo que sigue de la síntesis y la contundente precisión de la obra que obtuvo el premio único de poesía en la categoría de literatura infantil en el Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz”, convocado por el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, en 2013. El jurado estuvo integrado por Margarita Robleda, Francisco Hinojosa y Gilberto Rendón.

            No podemos olvidar la tríada tan cercana a FOEM y a la LIJ que ilustran esta obra: Irma Bastida Herrera, Ricardo García Trejo y Rocío Solís Cuevas. Lo poético, recordemos, se debe en buena medida a dicho trabajo visual.

            El recurso de la dedicatoria entra de lleno en la ficción al agradecer al fantasma que dictó los versos de este libro al oído de quien los escribe. Por tanto, también al de quien los escucha, los lee, los comparte, los imagina.

            Seguidamente, el acápite se debe a dos referencias: a Quevedo (no hay discusión sobre quién es este poeta, el del siglo de oro que tanto se dedicó al tema donde los haya para la poesía infantil mexicana, también, la muerte) y la poeta peruana Blanca Varela (que lleva al aula desde la Universidad de Alicante Adriana Bermejo).

            Son muchas las redes que se tejen entre estos aparentemente inofensivos (fantasmas) textos. Sin glosario, la o el docente puede abordar criaturas del mundo prehispánico como los que aparecen en estos incisivos poemas breves (que no poemitas) con tímida ilustración:

 


Recorremos la geografía de la República mexicana para llegar, efectivamente, al sureste, y a otro tiempo. Eso permite la literatura. El chaneque, pues, de la mitología mexica, se asocia al inframundo. Su principal función es (ODS) escuchar y cuidar los montes y los animales silvestres. Traviesos, pueden hacer que se pierdan los niños.

            A continuación, la siguiente estrofa trata al alux: (según las posibilidades didácticas de Wikipedia) para el maya en el sureste de México y en ciertos lugares de Belice y Guatemala, el equivalente del elfo, el duende germánico, y como él se dedica a robar objetos brillantes, dulces o tabaco, ganado y a hacer todo tipo de travesuras.

            Y así seguimos hasta el nahual y todas las representaciones míticas que continúan sirviéndonos para tratar un tema espectral y cotidiano. Resuena con la mencionada sacudida que provoca la unión de cuatro palabras en tres versos: “El eco: / espejo / sonoro” (p. 52). Sinestesia: enriquecemos el tesauro con dos vocales.

 

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