sábado, 5 de agosto de 2023

Vacalo

 

Vacalao (FOEM, 2018), de Armando Salgado (Uruapan, Michoacán, 1985), con ilustraciones de Manuel Arturo Castrejón Rodríguez, recibió mención honorífica en el Certamen Internacional de Literatura Infantil y Juvenil FOEM 2017 con el jurado, al que ya nos hemos referido en entradas anteriores, integrado por Andrés Acosta, Óscar González y Lizbeth Padilla.

 

 

Se trata este de un caso particular que se despliega en la poesía mexicana contemporánea al escribir para un público infantil en concreto y para otro, sin etiquetas, aunque premios o colecciones sigan marcando tal límite u orientación.

            El primer verso (“Tierna tan eterna la ternera”), tras la dedicatoria al padre que fue lechero, a su madre y a sus chiquillos, encierra en diez sílabas, como veíamos la semana pasada, la paronomasia y la aliteración de la infancia que mama quien lee y escribe lírica, desacralizando este género, como reza la entradilla de la colección FOEM.

            La singularidad del trabajo de Salgado se halla en tales destellos, presentes de igual manera en los versos breves que componen las series sobre el entrañable animal y que destacan visualmente sobre la página, como el de “Tengo dislexia”: “Confundo vacas con cebras” (p. 16).

            Se crea un tesauro, como decía Héctor Hernández Montecinos para la cebra (“caballo de otro tiempo”), un diccionario con neologismos o metáforas que nos hacen revisitar términos, sonidos, juegos:

 

Las preguntas, retóricas, profundizan en niveles de lectura desde Primaria. Eso sí, trabajando los poemas (son treinta y tres) o las breves series de textos de manera independiente, para no agotar el tema de la sociedad líquida, la lactancia, las posibilidades, los matices, entre el negro y el blanco.

            La síntesis del lenguaje depurado da como fin un alfabeto sobre el que construir el campo semántico y sus aledaños:

 


En este sentido, el de la experimentalidad de la LIJ que logra Salgado, con base en la ciencia, en adivinanzas, en collage o pastiches (como características también de la poesía mexicana contemporánea), se trata de un autor clave para que empiecen a sentir en el aula la desautomatización del género que nos ocupa en el país con más hispanohablantes.

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