Daniel Téllez |
Una larva es albor
(Cielo del perezoso, p. 12)
y la vida mediterránea prometida
era sólo una siniestra alternativa
para concebir lo que podría pasarle al tiempo
si emigráramos al otro extremo del mundo
(A tiro de piedra, p. 44)
Daniel Téllez
Daniel Téllez es
un poeta que lucha contra el lugar común. Y consigue alejarse de él. A continuación
comentaremos brevemente dos de sus últimos libros, Cielo del perezoso (Bonobos/ Conaculta-Fonca, 2009) y A tiro de piedra (Bonobos/ UNAM, 2014),
para destacar algunos rasgos peculiares de su poética y de su importancia en la
poesía mexicana contemporánea.
Daniel Téllez (Ciudad de México,
1972) es autor de los poemarios El
aire oscuro (Tierra Adentro, 2001), Asidero
(IMC, 2003) o Contrallaveo (Pliego de
Poesía, UAEM, 2006), entre otros. También destaca su libro (en colaboración con
Carlos Maldonado) Pasiones desde ring
side. Literatura y lucha libre (UMSNH, 2011). Obtuvo el Premio Nacional de
Poesía Joven Elías Nandino en 2001 y el Premio Municipal de Poesía Rey Poeta
Nezahualcóyotl 2006 a Creadores con Trayectoria. Ha sido miembro del Consejo
Editorial de Conaculta, el FCE, el IMC y de las revistas Tierra Adentro, Reverso y
Desarrollo Académico (UPN).
Cielo del perezoso |
Cielo
del perezoso (2009) es una constelación rutinaria que, sin embargo, solo
vemos con los flashes yuxtapuestos que la conforman; es decir, se trata de un
poemario difícil de leer pero fácil de releer. Conviene retener sus palabras
entre el paladar y la lengua antes de tragarlas y hacerlas nuestras. De lo
contrario, sus versos pueden rascar la garganta.
Como si fuera un menú (de cóctel,
aperitivo, primer y segundo plato y postre) Cielo del perezoso (igual que ocurrirá con A tiro de piedra) se
compone de cinco partes: «Acápite», «Bordón», «Dactilares», «Acertijos» y
«Lifestyle». Cada una de ellas viene con un epígrafe que alude al título.
Por ejemplo, Téllez introduce «Acápite»
con las palabras de Reynaldo Jiménez:
«acápite para este capítulo con duración/ sublunar: huella del nauta al pie del
tótem» (9). Aquí comienzan los recuerdos que plantearán la imagen conjunta, la
constelación.
Seguidamente, «Bordón» nos guiará
mediante descripciones del espacio vital y poético. Con versos breves, el bate
golpea el poema (el diamante) con un ritmo embrutecido, «gandul» (40).
«Dactilares» muestra su poética de
lo (in)tangente, su (id)entidad. Aquí está el poema que da título al libro (51)
y en estos versos caben las matemáticas: «2´664/333 = 8 kilómetros, que
multiplicados/ x 2 (el volteo) resultan 5´328 pisadas o 16 km/ olímpicos» (52).
«Acertijos» son enigmas que
desarrollará posteriormente A tiro de
piedra. No obstante, no hay respuestas, sino más preguntas. Se
concentra una tradición a veces reconocible. Los títulos nos dan pistas. Por
ejemplo, en el poema «Echarse un ocho», «jodón refriega ósculos y manuelea,/
marea de menos la fusca» (66). La coloquialidad, si todavía existe, ha variado.
Finalmente, en «Lifestyle» el
lenguaje se descompone no tanto altazorianamente, sino más bien con versos que
son imágenes repentinas fruto de un oficio nada perezoso, como la vida. Así
concluye: «el transhumanismo tecnófilo/ es su blasón/ sutil a un culto» (74).
José Javier Villarreal, en la
contracubierta de Cielo del perezoso,
se refiere a la oportunidad que Téllez nos da para «jalonear –como es debido−
el planisferio de la poesía mexicana que nos ha tocado habitar y, desde luego,
transitar».
Por su parte, Josu Landa reseña este
libro afirmando que «si hay algún juego en la palabra de Daniel Téllez no es lo
que se dice un juego de palabras. El perezoso puede sentirse bien constelándose,
estrellándose, en su orto, a modo de huida de su triste Orco» (Revista Crítica).
En este juego −«oblicuo obelo […] opaco a la copa» (37)−, son comunes en Téllez
las cursivas y los corchetes como rasgos tipográficos que amplían las voces
poéticas y sus significados.
A tiro de piedra |
A
tiro de piedra (2014) es un retrato terrestre. Lo que ocurre en este planeta
es insólito. Pese a ello, tiene una explicación y unos referentes que conectan
reflexiones cotidianas, críticas al comportamiento humano, sátiras de nuestros
defectos, homenajes a las lecturas que nos forman, aprendizajes y una
reivindicación de la independencia como parte del conjunto.
Estas son las cinco partes: «Traer a
colación», «Respiración artificial», «Fragor fuera de pecho», «Todo está sobre
la mesa» y «Henos aquí (modus operandi)».
«Traer a colación» actualiza el
imaginario colectivo, trazando de nuevo una condición humana y una parodia de
sus conflictos, que son los nuestros. «Con el tiempo y una caña» descubre que
Caperucita y el «Sr. Lobo» se acuestan juntos. La ironía lee de nuevo: «Las
interpretaciones psicoanalíticias/ de Caperucita inciden –a mi seso−/ en el
enfrentamiento de una adolescente/ con su sexualidad emergente» (13).
En segundo lugar, «Respiración
artificial» oxigena el agobio por la realidad digital con una vocación léxica
chilena: «ergo patriarca de tus cabellos impasibles/ a falta de googles» (36).
En el «Fragor fuera de pecho» la
poesía de las imágenes palpita al ritmo de la prosa, conectando las pasiones
humanas al criticar sus vicios, en segunda persona (cfr. 54).
«Todo está sobre la mesa» dialoga
con la intertextualidad de su referente Raúl Zurita. Se alude al título: «A
tiro de piedra esto de las palabras es un voltaje emocional» (68) y se
relaciona la mejilla quemada del chileno −«Nunca sabremos cómo saltar de la
mejilla a la gran pantalla» (69)− con un acercamiento bíblico −«tirando de la
lengua hasta que San Juan baje el dedo» (69)−.
Como ocurría al final de Cielo del
perezoso, Téllez nos regala en «Henos aquí (modus
operandi)» una poética de sus lecturas, en las cuales Raúl Renán demuestra
que «La tradición está en nosotros» (74).
A
tiro de piedra se cierra con una «Inscripción (aviso final)» donde –tal como sucede
con Vicente Quirarte− Luis Cernuda forma parte de la tradición que hereda y
renueva la poesía mexicana contemporánea: «Allá entre las constelaciones
brillaba la tuya, clara como el agua, luciente como el carbón que es el
diamante: la constelación de la soledad, invisible para tantos, evidente y
benéfica para algunos, entre los cuales has tenido la suerte de contarte [«La
soledad» (fragmento), Luis Cernuda]» (77). Estas palabras del poeta
sevillanocoyoacanense resumen la poética de Téllez.
Para Jorge Plata, «A tiro de piedra, que es el título de
nuestro poemario, nos hace referencia a eso que está a nuestra distancia, que
se puede alcanzar y sólo se necesita intentarlo» (Melimelo).
¿Por qué los perros mean en las
esquinas? ¿Son perezosos «como el Galgo de Lucas,/ que cuando salía la liebre
se ponía a mear» (22)? Preguntémonoslo. Ahí se encuentra «un rasgo clandestino,
Zurita, que sobrevive donde mea un perro» (68).
Esta es solo una muestra de las
infinitas sugerencias que puede provocar Téllez.
Según el poeta chiapaneco Roberto LópezMoreno: «Daniel Téllez es parte importante de una nueva generación de poetas
que está volviendo a reinventar el mundo para hacerlo habitable con las nuevas
cargas eléctricas que le circundan» (Círculo de Poesía).
El siguiente video del Canal 22, «Visiones de la poesía contemporánea en México», reúne a Jorge Fernández Granados y a
Daniel Téllez para reflexionar sobre la poesía.
En definitiva, Téllez nos invita a
completar de ideas los márgenes. Hacemos hincapié pues en la necesidad de
leerlo al contrario que una novela, degustándolo plato a plato. Sus experiencias y la ficción nos mostrarán
una poética de prosas breves, descripciones (¿tuiteras?) de refugiados, fábulas
de erotismo intelectual y tránsitos acordes a un canto de la pe-reza. Téllez es único también por dedicar por primera vez un poemario, Arena mestiza, a la lucha libre.
Reciente presentación de Viga de Equilibrio: Antología poética (1995-2020) en la 34º Feria Universitaria del Librio de la Universidad Autónoma del Estado de México, con Arísitdes Luis.
Un enorme descubrimiento. Muchas gracias por este documento literario de primer nivel. Iré siguiendo el blog. Muy buen trabajo.
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