Jesús Ramón Ibarra (pág.
66)
(Gracias, Álex,
por este libro
y otras muchas
cosas)
Teoría de las pérdidas (FCE, 2015) es la obra con la que Jesús Ramón Ibarra (Culiacán, Sinaloa, 1965) ganó el Premio de Poesía Bellas Artes Aguascalientes 2015:
una razón del dolor para la poesía.
Como dice Jorge Fernández Granados
(miembro del jurado que le otorgó el premio, junto a María Rivera y María
Baranda), es un texto al que se le nota la vida y la sangre. Diego José lo
reseña en su artículo «Exigencias al servicio del lenguaje» de Milenio y destaca el dominio técnico para crear imágenes sobre una narrativa que se
sostiene en la mayor parte del poemario. Pese a las referencias personales o
biográficas, creo que existe un lenguaje universal que puede conectar con
quienes leen.
Dividido en tres partes, Teoría de las pérdidas trata la
ausencia. «La niebla del Almirante» ambienta la sirena que se aleja. Este
personaje añorado recibe el nombre de «La
que canta». En segundo lugar, «Fábula del hambre» busca completar el vacío
del estómago en esta travesía solitaria que parece ser la vida y la poesía. Por
último, «Voluntad del polvo» vuelve a incidir en la despedida (cercana a la
epístola) de Álvaro y Jaime (a quienes dedica su memoria).
Sus textos breves giran en torno a
un lugar común sin ocuparlo demasiado. No es un lamento, sino una reflexión más
o menos cabal:
La que canta
rompe
la palabra
B o n d a d
mientras su cuerpo
desnudo
desprende
el
venado
de un fulgor (23).
La tercera
persona crea unos personajes tipo que observan y describen lo tangible y lo
abstracto del sentimiento humano:
El Almirante escribe la palabra ven y piensa
en
un ave agorera,
en
una flecha cáustica, en el indoloro dardo
de
una invocación (34).
Hay frases
efectistas para citar como «El dolor no toma la forma del cuerpo/ que lo
contiene» (56). Estos versos iniciales nos atraen a una dimensión que, poco a poco, se difumina
y se pierde en la práctica. Se alude a lo social para reformular una poética o
simplemente para justificar otra ausencia: «¿Dónde quedaron la revuelta, los manifiestos,/
los poemas derramados/ en la mesa del café como sal o sangre?» (59). La vida se
descompone y va desapareciendo, pero con ánimo dulce, como cantaron Quevedo o
Gabriela Turner. Así lo hace Ibarra: «Polvo somos/ en el lenguaje de las
ánimas,/ en la desazón de sus ritos» (64). Al final del libro encontramos el
poema que da título al libro, «Teoría de las pérdidas» (65-68), cuyos últimos
versos responden al anonimato efímero del arte: «una palabra sola como barco en
la nada/ o cosas como ésta que no tienen nombre» (68). Teoría de las pérdidas no debería de haber recibido el premio si tenemos en cuenta el único requisito formal de la convocatoria (60 cuartillas con letra Times New Roman de tamaño 12), ya que si descontamos la nota del jurado y demás cortesías, no alcanza el mínimo.
Jesús Ramón Ibarra aparece en «Los 100 peores poemas mexicanos» de Círculo de Poesía. Más allá de lo
polémico que pueda resultar un listado de este tipo, lo recogemos para mostrar
los contrastes que un poema, un poemario o un poeta pueden tener en México. Para
algunos, el Premio Aguascalientes es el mejor reconocimiento ahora mismo; para
otros es un problema, como ocurre con otros galardones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario