Bla (Mano Santa, 2015 [ed. or. 2012]),
el poemario de Juan Manuel Portillo (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1967), ya está disponible en el Archivo de Poesía Mexa: una forma cercana de tratar la complejidad de las
distancias físicas y mentales.
Juan Manuel
Portillo le dedica su libro a la veracruzana Dolores Dorantes, con quien presentó su obra en la Librería Feminista en El Paso, Texas, junto a Francisco Martínez, como parte de la
organización Cielo Portátil. El autor de Deadline, instalación y performance de poesía visual (Maine,
2016), ofrece distintas creaciones y perspectivas desde lo literario en Vano Sonoro. De Bla son numerosas las reseñas: Oro de Indias destaca la experimentación de un poeta que empezó cultivando el
erotismo en passwords (2011) y
que verbalizó los límites del lenguaje mientras atravesaba EUA en automóvil.
Por otro lado, José Luis Bobadilla comparte en Mula Blanca los
entresijos de su lectura y demás proyectos; por su parte, Javier Raya registra
en su Cuaderno de Raya la relación que tiene la mancha de Robert Motherwell
que ilustra la cubierta de Bla con la
fuerza con que «las balas documentan su
rugido fugaz»; mientras que Rodrigo Flores Sánchez lo reseña en Tierra Adentro con juicios como este: «al no defender un lenguaje
privilegiado, entrevé que la poesía no es un vocabulario». ¿Cómo nos atrae lo
no dicho? ¿Será porque al nacer ya fuimos parte de miles de vidas que no
fueron, de meses que resuenan mudos en el cuerpo? La poesía es un movimiento
que se provoca en la mente con las palabras como anclas que arraigan en lo
yermo.
Bla empieza con tres epígrafes (de la
RAE, de Hugo García Manríquez y de Mario Montalbetti) de los cuales uno ya no
se cumple. Efectivamente, es el de la Real Academia Española, cuyo Diccionario, en una nueva edición, la vigésimo
tercera, sí incluye el significado de: «bla
1. onomat. U. repetida para imitar el ruido del habla ininterrumpida y
previsible». Sin embargo, el poemario de Portillo (que no libro de poemas) es
todo menos previsible, aunque sí ininterrumpido: se adentra en las palabras que
se refieren a la nada y nada en los múltiples sentidos que acaban resonando y chocando
en la lectura (de preferencia en voz alta, pero sin estridencias). El horizonte
obliterado en este pasaje:
la gruesa línea oscura
sobre el párpado, el corte
del mundo
que deja lo que importa
adentro, lo que no se dice
ambulantes líneas
sáltalas y verás más
allá de tus ojos
verás:
el retrato hablado de
un paisaje
o un poema
retrato hablado de algo
que no existe (16)
Si bla no existe, repetirlo, recitarlo, darle cuerpo, forma el
habla por la letra silente con que empieza. El poema existe por lo que no
existe. La ficción es pese a no estar. En inglés ese verbo es otra cosa; y «yo salgo cada
noche de esa fosa y secreto sonora saliva sólo de pensarte» (52). La serie de pausas
que se establecen a lo largo del libro y que presentan las escenas de una misma
historia crean, en sí, un texto autónomo: ocupar
/ lo abierto / con nuestras palabras / lugares
mentales / registros / sensibles, audibles / sin literatura / hasta agotar la existencia. Esa parece resultar la cópula del verbo
hecho Bla.
Me ha sorprendido
gratamente la fuerza y la coherencia del discurso poético del doctor en Letras por la Universidad de California, a quien enseguida puedes asociar con la parte
honesta de la literatura, como me pasó cuando tuve la oportunidad de escucharlo
en San Luis Potosí. Leerlo en Desbandada
es hablar con los abismos del yo y con lo que hemos estado llamando lírica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario