domingo, 21 de julio de 2019

Aurora Reyes, Espiral en retorno

Aurora Reyes (1908-1985) logra en Espiral en retorno ([1981] 2018) la unidad y la recuperación prehispánica sobre el concepto de patria que señala Israel Ramírez en el estudio introductorio de esta segunda serie del Archivo Negro de Poesía Mexicana de Malpaís ediciones con la colaboración del Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea.

            La chihuahuense llegó pronto a la capital del país, pero apenas se reconoce su obra, su nexo con la tradición de la poesía mexicana y su capacidad para desarrollar los metros clásicos hasta dar con canciones para el público de más corta edad. Todo ello sin abandonar los dos rasgos principales que desarrolla Israel Ramírez en el ordenado análisis del prólogo: la unidad como hilo conductor y el mito en la obra de Aurora Reyes. Entendemos entonces que con justicia ocupa ya el «cetro» que comparte con el apellido de Alfonso o Jaime.
            Quienes tengan interés en el estudio de la novela de la revolución encuentran en Espiral en retorno un caso particular de expresar el conflicto y construir la identidad desde la poesía, tal como veíamos con el coahuilense Joel Plata en La división y otros muertos. Para Ramírez: «Poco a poco se da la emergencia de un perfil donde la Patria es la lucha revolucionaria, con sus actores y sus gustos, con su vida cotidiana y sus héroes; Patria criolla, mestiza» (34). Está en proceso el nuevo concepto de patria sobre el que también diserta Alejandro Higashi.
            Israel Ramírez, especialista en Ramón López Velarde, halla una influencia del jerezano en Aurora Reyes y su poema «Epístola a Fuensanta». Es la Suave Patria, raigambre de los poemas que, en seis secciones, configuran esta reedición de Malpaís varias décadas después. Es, pese a la distancia temporal, una continuidad de la dimensión cívica que, como vemos a propósito de Quirarte, parece caracterizar a buena parte de la lírica del país tomando la estafeta de lo que tradicionalmente entendemos como poesía social. El compromiso no desmerece la estética, investigada por Jorge Aguilera y, de nuevo, con Ramírez: «el aspecto cívico es el eje que da unidad, pero donde la carga social está en equilibrio con los demás elementos estilísticos y poéticos» (39).
            En suma, las conclusiones del citado estudio introductorio recogen con precisión los términos que dan pie a la estructura circular que enseguida advertiremos en los propios poemas de Reyes: «La Revolución es lucha por la tierra. La Patria es la Tierra. La Revolución es la conquista de la Patria en la concepción poética de nuestra autora» (45). El silogismo aclara la particular poética de Espiral en retorno.
            Las seis secciones de este ciclo que renace para morir, y viceversa («Recogiendo mis pasos», «Viajes al sueño», «Acuarelas de cuna», «Frutos en órbita», «Tierra amarga» y «Retorno al olvido»), parten de la palabra que la semana pasada destacamos con Alaíde Foppa. También está en Reyes la influencia italiana de cuartetos que parecen dirigirse a un soneto que acaba en canción: ritmo, imágenes, sinestesias. Son siete y once sílabas, pongamos por caso, la «Recóndita espiral»: «Aérea faz de roca construida, / suspendida en la noche de la infancia. / Recuerdas idolátricos perfiles / de inarmónica danza» (58). La rima llega a ser consonante pero siempre natural. Los tonos no se fuerzan sino que responden a la fluida expresión del verbo, omnipresente en el trazo de la elipse que no omite lo sustancial: la raíz que se curva para abrazar la tierra.
            Quien comenzó siendo pintora le dedica el poema «A ti, marimba» (61-63) al creador del poemuralismo, Roberto López Moreno, que acaba de reseñar, a tenor de Lengüerío (2018), Daniel Téllez en el Golem. En este sentido va la investigación de Carmen Alemany en el II Congreso Internacional sobre Poéticas a propósito de Leticia Luna. El poema visual y la recuperación precolombina giran en torno a la estructura plástica que combina los símbolos lorquianos con la sonoridad para infantes de Gloria Fuertes y la preocupación por el tiempo de José Emilio Pacheco.
            Elipsis, exploración, infancia, condensación de los elementos naturales, canto empírico a la tierra y tránsito de los rites de passage de Arnold van Gennep: separación, iniciación y retorno. Sirva de muestra el poema que abre la cuarta parte, «Frutos en órbita», titulado «Llanto a la tierra»:

Este llovido barro palpitante
prolongado en amor,
ardido en voces de luz y de tiniebla,
cruzado de corrientes y de alas,
de arterias y de brazos
y de trémulas nubes subterráneas.

Callado barro nacido de tu vientre
en jubiloso brote de esperanza.
[…] (113)

La clara metáfora que irriga y mancha en el sentido nerudiano toma el pulso y gana. Se invierten las fuerzas de la gravedad contra el vértigo del horizonte. Se configura un presente. Se funda un Estado, también en el primer poema de «Tierra amarga». Así arranca «Astro en camino»:

Patria es la Tierra.

Morelos

I

Madre Revolución, te estoy mirando
desde mi pequeñez de pueblo triste.
¡Colosal estatura estremecida
que contiene a la Patria y la define!

Eres perfil de códice y milagro,
consistencia de roca y de ternura,
contorno de violencia detenida,
confirmación del rostro de Coatlicue.

En torno de tu frente de azules coronada
giran águilas libres.
Una serpiente pectoral circunda
tu garganta inasible.
El corazón, recinto veloz de colibríes (137).

Leamos a Reyes para entender la base que nos soporta como arte y nación. Además de este libro, podemos llevar a cabo una aproximación elíptica que se abre con Araceli Zúñiga en Escáner cultural o Mirada Malva, Karla Lili Marrufo Huchim en «El arquetipo de la gran madre en espiral en retorno de Aurora Reyes» o el Material de lectura que selecciona e introduce para la UNAM el también poeta Roberto López Moreno, tan necesario, igualmente, para el Archivo Negro de Poesía Mexicana.

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