La profesora Angelica Ariadnee Gandara, de Estados Unidos de América, coordinó recientemente una actividad de poesía con sus estudiantes de secundaria. Gracias a su buen trato pude leer una decena de textos en español sobre la pandemia. A continuación, comparto algunas líneas que ya evidencian tanto la influencia de la crisis social, anímica, sanitaria, que atravesamos como la coloquialidad, el humor y la distopía que existe al otro lado de la frontera mexicana.
Con el título «Juntos en la
inquietud de la extraña distancia (Together in the sudden strange of
distance)» Ms. A. Gandara reúne en el Col. John O. Ensor Middle School
poemas breves en verso libre que en buena medida narran lo ocurrido en los
últimos meses a nivel mundial y describen las emociones con las que es fácil
identificarse y, al mismo tiempo, tal me parece la clave: sorprenderse por la
desautomatización del lugar común, lejos del efectismo lacrimógeno en el que
corre el riesgo de caer la poesía sobre la pandemia que ya empieza a correr por
las redes sociales, congresos, antologías o premios.
Veamos qué piensa la promoción más
reciente al otro lado de México.
En primer lugar, se extrañan las manos de
la abuela, tras dos años sin verla ni compartir los platillos que ella prepara.
El verso se sangra precisamente cuando se habla del pretérito perfecto «separó»;
el cual, como sabemos, al separarse da el recurso fónico del calambur; pues sin
duda la vida, también en familia, se paró.
Como si un fino hilo conductor
atravesara cada texto, además del tacto de la imagen, desde la cultura visual
de las manos, operan el sentido del olfato y el del gusto (implícitamente
vinculados con los síntomas del virus que tematiza el ejercicio). Mal el
COVID-19 bien la cura, la vacuna que ya llega, nos vuelve zombies. Las noticias
que se escuchan no acaban de «saciar el cerebro» (principal falta) de buenas
noticias.
En este sentido, la poesía distópica
de Xhevdet Bajraj, Julián Herbert, Maricela Guerrero o Esther M. García (apenas tratada en la poesía mexicana; al menos, hasta hace un
año) pone en circulación imágenes aparentemente sencillas (que no simples) cuyo
fondo guarda multitud de sensaciones compartidas por quien escribe y quien lee.
Como es el caso de un poema sobre la frontera. Al modo de José Juan Tablada o
Guillermo Cabrera Infante, hace cien años, el texto centrado decrece y crece, cual
caligrama invertido que acaba formando un reloj de arena. Deja el hueco en la frontera,
el paralelo, línea imaginaria y descerebrada que separa Norte y Sur (no solo
durante la pandemia, sino como definición social de lo que ocurre en los
últimos años en el avance y el retroceso de las sociedades).
El sol que se opone a la luna en la
representación simbólica de países y políticas contrastadas califica al espacio
desde el que revisamos los «Trending topics»: título de la obra en la
que, de nuevo a partir de los canales fácticos y las comunicaciones
intermediales, marca e imponen los temas más relevantes del día. Estos, por lo
general, suelen ser la sombra de los que realmente tienen que ver con lo que
sucede. Por ejemplo, las mascarillas ocultan los argumentos.
Con las metáforas no se recurre a aspavientos
forzados. Fluyen naturales. Ejercen la fuerza del verso que se desplaza a la
derecha o de los términos que, como vimos anteriormente con el verbo, explotan el
significado alterando el significante. Pongamos por caso, la distancia
entre las letras de un par de los poemas centrales. Además del tono negativo,
se apuesta por el cumplimiento de las normas. La sucesión de expresiones
populares en estos días replantea el lirismo de lo cotidiano. He ahí el leitmotiv:
«La vida es divina pero delicada».
Las y los estudiantes de español, de
la mano de Gandara, sin caer en el léxico bélico que tanto se empleó y crítico
por parte de dirigentes, hacen del paralelismo la rutina descrita que muestra y
desautomatiza el lenguaje poético. En ocasiones, las asonancias a final de
verso pueden entenderse como los errores que, con la ciencia, acaba dando ese «Asesino
Silencioso».
Entre el dentro y el afuera, la
calle y nuestra mente, las noticias y el futuro, el sujeto poético expresa una
serie de preguntas retóricas que tienen como base la vida: cumplir catorce años
en el encierro. El confinamiento se vincula ahora con el personaje de Rapunzel,
lo cual pone en conexión lo que todavía funciona de referencia para las y los
más jóvenes con la incertidumbre de lo que vendrá.
La paradoja del comportamiento humano
(surrealista si lo analizamos ahora que ya lleva más de un año acompañándonos) interesa
a quien pasa sus días frente a las plataformas televisivas viendo cómo todo
está «patas arriba». El uso de locuciones populares, difícilmente traducibles a
otra lengua (imagino), estrecha en este caso el vínculo del poema con la
ecocrítica: el recuerdo de la vida de otros seres que se liberó cuando nos encerramos.
Cual cultura prehispánica (no solo por
la atención que le daban al cielo, a las estrellas, al conocimiento del mundo;
sino también por la polución que en aquella época no lo impedía), la naturaleza
no entiende de naciones y por ello México y EUA comparten, como el resto del
mundo, un poema problema atravesado por distintos modos de afrontarlo.
De lo particular, al final de dichas propuestas, es posible extraer una
conclusión general: somos y estamos cerca.
Por último, la sinrazón de puentes,
aduanas y pasos fronterizos cerrados (antes, durante y después de la pandemia)
detona una crítica de las decisiones políticas. Más allá de los objetivos sanitarios,
a favor de una dimensión cívica en la que habitar el espacio del mejor modo, en
español, estadounidenses, exigen la diversidad cultural y social. Esta ha sido interrumpida
o (en el peor de los casos) negada por la separación. En cualquier caso, con
prácticas como la de Gandara, se demuestra que durante estos meses ya permea la
vida que muestra dicho ejercicio poético.
Como vemos, adolescentes que no
tienen el castellano como primera lengua son capaces de dialogar con la poesía
contemporánea que leen en un contexto de restricciones, distancias y aislamiento.
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