Ya nda / Semillas / Seeds (Ya mfeni, 2021) es la reciente publicación de Rosa Maqueda Vicente (Valle del Mezquital, Hidalgo): un cuidado trabajo colaborativo sobre la experiencia de la naturaleza en la cultura hñänhu.
Vinculado con el proyecto CORPYCEM, no
puede contar con mejor prólogo que el de Carmen Alemany Bay; quien destaca «el bestiario y el mundo vegetal como símbolos
verticales de libertad, de vuelo, de regocijo. [...] aflora también el pasado
precolombino a través de la mención del “gran Quetzalcóatl”, o de los antiguos
templos que se fusionan con las hormigas mientras las “nubes tejen” y la tierra
y el cielo se alían con las estrellas» (11).
La edición trilingüe (en hñänhu y
español por Maqueda; en inglés por Nora Carolina Bloem) se nutre de la revisión
en hñähñu de Roberto Aurelio Núñez López y de las ilustraciones de Edgar Bryan
Camacho Maqueda, Paulina Hernández Gutiérrez y Alan Christian Maqueda Gálvez;
mientras que el diseño de portada se debe a Celeste Jaime.
Los dieciséis poemas tienen como
hilo conductor lo vegetal. Cada elemento imbrica una serie de símbolos que
alimentan tanto la sonoridad de la lengua originaria como las imágenes, por
ejemplo, a través de la sangría que vemos en el fragmento citado a continuación, donde se alude al caso mencionado por Alemany. Su título, «Ya fat´i / Ecos /
Echoes»:
Hmü´ye
ya muxmi
pani ya ra nhuit´itho
ra nguú ha ra
Mameni
´ne ya dänga
nguú
ha
ra feni
bi ja,
Et´axäkak´ëngüi,
yá nda hinda ´medi
Hmü´ye
gotas de llovizna
entibian los
templos vacíos
de la gran Tollan,
Teotihuacán y
Tikal
en el eco
de la memoria
está,
Quetzalcóatl,
persiste su semilla
Hmü´ye[1]
drops of misty
rain
warm the empty
temples
of the great
Tollan, Teotihuacan and
Tikal
in the echo
of the memory
is,
Quetzalcoatl,
his seed remaining
(20, 22, 24)
En el transcurrir
de la memoria, por la que hablamos de historia, crece el fruto que encarna «Mäka
nda / Semilla / Seed» (28-29); y se conforma, así, el terreno que focaliza
Paulina Hernández Gutiérrez en torno al significado de lo femenino mediante la
técnica de acuarela.
La estructura sintáctica, sostenida
por Roberto Aurelio Núñez López, establece las pausas que oxigenan los certeros
mensajes que concatenan los elementos reales (cual quelite, calabaza o milpa) con
la cosmovisión primigenia. Tamaña precisión del lenguaje, con acento en los
adjetivos, se aproxima al haiku que podría darse con el poema «Ra ýoxui ýe /
Lluvia nocturna / Night rain» (56):
Da ja ndunthi ra ýe
hindí ja ra ntuni.
Ya dí handí ya johya.
Llueve fino,
silencioso.
Destellos de esperanza.
It rains lightly,
quietly.
Glimmers of hope.
Otro elemento, también natural, el viento: que posibilita la comunicación propia de la lengua zoque. Lluvia y viento, pues, traen el mensaje a la madre tierra; que no por casualidad, si seguimos la genealogía que trazó Alemany ‒a propósito, en aquella ocasión, de Leticia Luna‒ encarna una figura femenina como la madre o la abuela.
Maqueda
resulta ya una referencia de la poesía mexicana contemporánea por su coherente labor
en los últimos años. A pesar de su formación en distintas universidades, la
relación queda establecida no con otras obras o influencias literarias, como
apunta Alemany, sino con el paisaje, la naturaleza y la habitabilidad del ser
humano en la continuidad de genuinas tradiciones que caracterizan el espacio y
el tiempo que nos ocupan. Próximamente, la poeta del Valle del Mezquital
compartirá su trabajo para el público infantil, tal como adelantaron en la presentación
de Ya nda / Semillas / Seeds gracias
a Hmunts'a He̱m'i.
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