Gracias a Angélica
Ariadnee Gándara pude disfrutar un año más de los poemas que escriben sus
estudiantes. Esta vez, en las aulas de Secundaria Sun Ridge de El Paso, TX.
junto a sus compañeras Sandra Camacho y Gabriela Camacho, me sorprendió el extrañamiento
(si tenemos en cuenta el concepto de Shklovski) de los textos
seleccionados. La publicación se debe a Nadia Contreras en Bitácora de vuelos.
Formalmente, sorprende que en todos
los casos encontramos verso libre. No se da la prosa, ni tampoco la rima que ha
ocupado por lo general la historia de la lírica. La poesía, como sabemos, no se
da sin el ritmo; y ello se logra a través de acentos a final de verso, con
escasas rimas asonantes, algunos ripios y, por lo general, una natural fluidez
del lenguaje que no solo se articula con base en el campo semántico de los
sueños: el tema elegido para esta edición.
Lo onírico se describe de distintas
maneras. Por un lado, encontramos la distopía de una catástrofe ya inminente a
la que el sujeto poético (que termina siendo plural) se enfrenta, sin embargo,
desde la esperanza (como diría Raúl Zurita en su alegoría de la desolación, al
que precisamente aludían recientemente en una entrevista con el indispensable
autor y estudioso de la poesía infantil mexicana que es Adolfo Córdova).
Por otro, el surrealismo se actualiza
cien años después de las vanguardias iberoamericanas con escenas cotidianas en
las que el anacoluto es la interrupción de una pesadilla, aracnofobia mediante.
La imagen de del insecto es cárcel y amparo al mismo tiempo desde Bourgeois (o Esther M. García; que, por cierto, presenta nuevo libro).
Si la LIJ se sostiene todavía,
tristemente, con estereotipos o arquetipos (diría Propp para el cuento ruso),
estos caen enseguida con el final de una relación anhelada de manera romántica,
en el peor sentido; en el de Disney, el paternalismo o la supeditación de la
mujer al hombre, al príncipe. Todo ello se echa por tierra sin aspavientos, con
la firmeza y finura de una lengua propia de todos los días que refuerza la
función poética y, sobre todo, apelativa, a través de la descripción de lo
intangible. Al final de los poemas breves, en la mayoría de los casos, se
produce la desautomatización, la sacudida, la revelación y, por qué no, también
la rebelión.
Como en otras ocasiones, en el
aprendizaje de una lengua, aflora la oralidad. Este recurso se liga al rap: a
una tradición de los ritmos que encadena la construcción de un relato, lírico,
en cualquier caso. En este punto, con los textos más previsibles, llama la
atención (en línea con la distopía anteriormente mencionada) que la mayor parte
de los sueños son negativos, cercanos más al miedo que al deseo.
A pesar de lo dicho anteriormente,
un caso merece comentarse: el de quien actualiza un tópico latino como el carpe diem a partir del paralelismo,
cual estribillo (si seguimos con la relación que tiene la literatura, la
música, lo multimodal, en Secundaria). Se emplea un tema clásico, positivo,
mediante esa estructura, también tradicional (¿qué curioso, que el tono más
alegre recurra a una estructura diferente a la que empleaba la tragedia,
diríamos al tratar los géneros líricos o dramáticos?).
En mi opinión, descuella con
diferencia la sintética manera de construir un paisaje alejado de lo terrenal,
pero basado en ello, en lo cotidiano. Esta mezcla (calderoniana, si se quiere)
demuestra la importancia del mar en quienes viven no tan cerca de él. Un
espacio que une al separar y que, otro elemento relevante, común, en las nuevas
promociones (que apuntaría Higashi).
No hay refugio, parafraseando alguno
de los títulos de estos poemas. Sobre la cama (como el mar en el que navegamos
nictálopes) aparecen imágenes en las que el sujeto se ve inmerso. A partir de
ellas, de base plástica, hacia lo filosófico, la textura del medio, del
exterior, llega a lo íntimo en cuestiones retóricas, en preguntas rubendarianas
sobre el origen y la meta de nuestra existencia.
Ejemplos como los anteriores,
gracias a la propuesta docente de las mencionadas profesoras, ponen en valor
tanto la lectura como la escritura de poesía en un momento en que México (el
pasado abril) celebró tanto la niñez como el género literario que nos ocupa;
que, no lo olvidemos, está relacionado con otros muchos, tal como lo prueban
estudiantes al otro lado de la frontera. Con la lengua en común podremos
disfrutarlos nuevamente debido a la profesionalidad y la entrega de la también
docente, cercana a la LIJ, Nadia Contreras. Al frente de Bitácora de vuelos,
da a luz en su sello editorial a tales textos.
La ilustración es obra del pintor juarense Jaime Fernández, quien colaboró con la ilustración de la portada de la antología. Con su proyecto “Perros con suéter” Jaime remite a recuerdos de la infancia, como esta imagen nos traslada a la portada de los libros de texto de Español que se publicaban con anterioridad en la Secretaría de Educación Pública en México.
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