Siguiendo con la Biblioteca digital Fondo Editorial del Estado de México (FOEM), en la colección Lectores Niños y Jóvenes,
llegamos al libro Adivina quién soy (FOEM, [2010] 2021), de Becky Rubinstein (Ciudad de
México, 1948), con ilustraciones de Irma Bastida Herrera. Más de diez años después de su primera edición, las
adivinanzas se valen de la lírica para acercarnos a Infantil o Primaria.
La
presente publicación es el premio otorgado a Becky Rubinstein, por el Consejo Editorial
de la Administración Pública Estatal, como una de las ganadoras de la segunda
Convocatoria para Publicación de Obra, llevada a término en 2009.
La
metaficción hace que desde el principio se anuncie lo que ha ocurrido con este libro,
dibujado asimismo en manos del intrépido protagonista, una especie de tlacuache
(del tipo que poetizarían Diana Garza Islas y Sergio Ernesto Ríos). Como los demás, se ha escapado de estas
páginas y será quien lee la persona capaz de ubicar a tales seres, a partir de
sus ingeniosas definiciones.
La
brevedad, como veíamos la semana pasada en Luna del alba a propósito del haiku, consolida el fogonozo que despierta el
interés del público infantil. Veamos las primeras adivinanzas:
El
trabajo de Rubinstein (más para Primaria que para Infantil) se complementa con
claridad gracias al de Bastida Herrera (más para Infantil que para Primaria,
aunque tal delimitación resulta absurda; ya que ambas artes conviven en
cualquier aula según la situación de aprendizaje diseñada). El texto de la
primera fluye por la sintaxis y, sobre todo, el ritmo; a pesar de términos algo
complejos (como “refulgente”) para las edades tempranas. No obstante, de tal
modo se trabaja el léxico más allá del vocabulario básico (los colores, por
ejemplo).
Como
sucedía con la ya mencionada Luna del
alba, en una página se organizan dos poemas con vínculos del tipo del color
“verde” (tan presente, a la manera de símbolo, en Lorca, pongamos por caso).
Los animales, entonces, se describen con base en colores y demás acciones (que
podrían caber también en la tríada del haiku).
La
primera adivinanza (“Verde y cabezona, / de ojitos saltones, / de salto
campeona / en agua y en tierra.”) resulta una frase, sin verbo. Se detalla en
orden renacentista, de arriba abajo, su aspecto (destacando la cabeza que vemos
con la silueta ilustrada), los “ojitos saltones” (en un oxímoron morfológico si
tenemos en cuenta el diminutivo y el aumentativo, respectivamente),
sobresalientes, en cualquier caso; la acción que le lleva a merecer el título
de “campeona” (que rima con el adjetivo que cierra el primer verso); y, por
último, una caracterización de sus posibilidades tanto en la superficie
terrestre como en el medio acuático, de la mano de un símbolo para la poesía
mexicana como es la galvanización quirartiana entre el cielo y la tierra (Alemany, 2015).
Como
decíamos, si no se halla la respuesta con la lectura oral, el alumnado puede
echar mano de la cuidada edición y encajar, imaginar, el animal descrito en la
silueta dibujada. Más difícil resulta la siguiente, al menos en un aula
española, alejada de especies propias de América como el Quetzal: “Soy ave
preciosa, / colorada y verde, / y también moneda / al sol refulgente”.
La
presencia del verbo ser al inicio facilita la comprensión ontológica,
heideggeriana, de un ave cuando menos llena de sentido (identitario, propio de
la cultura originaria, en el marco del proyecto CORPYCEM). Esa mediación
por parte de quien cuenta la breve historia del ser que vuela se encuentra en
los dos últimos versos con una metáfora que permite la explicación de tal
concepto (paciano, si se quiere; crematístico): moneda que se intercambia y
brilla cual mito de Ícaro.
En
esta ocasión la rima no es consonante, como en la primera, si no asonante; y en
lugar de los versos impares (1-3) se da en los pares (2-4). La síntesis
depurada de los poemas de Rubinstein, con los trazos de Bastida Herrera, abre
un catálogo de po(e)sibilidades didácticas. La educación literaria se estrecha,
además, con una dimensión política, con los ODS, a favor de las diversas
especies, por un lado, algunas en peligro de extinción; y, por otro, de
variedades propias de otras geografías o tiempos, en contacto con demás
disciplinas. Todas ellas permiten trabajarse desde la lírica. Cual libro
docente, por último, se halla la respuesta a cada una de estas adivinanzas al
final.
Destacan
por todo lo dicho en estas líneas, de los cuarenta y seis presentes, guiados
por los términos azules que marcan los núcleos de cada adivinanza, los
siguientes animales por su relación con el mito y el pasado prehispánico, por
la reivindicación identitaria (también escritural) y las líneas de trabajo que
se abren para (re)conocer la cultura, la geografía, la historia, la biología (como parte de la disciplina que compone el equipo lexicográfico del reciente diccionario de mexicanismos, por ejemplo):
Quetzal, Coyote, Cenzontle, Tlacuache, Guajolote, Zopilote, Xoloescuintle,
Ajolote y Teporingo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario