¿Cuántas ventanas hay que abrir
para que lo de afuera no esté afuera?
Luis Vicente de Aguinaga
Imagen del SIPMC (por Alejandra Batiza) |
Son muchas los sitios donde podemos
encontrar poemas de Luis Vicente: la revista Crítica, La Estafeta del Viento, Salto de página, la revista de poesía Otro páramo, Horizonte,
Libros medio siglo o en el blog del autor. Veamos, a nuestro juicio personal, cómo discurre parte de su poética.
La
cercanía/ La proximité ([2000] 2008) es la edición bilingüe que ya
trabajamos con Gaëlle Le Calvez, por ejemplo. Sophie Martin traduce al francés
el libro que vio la luz en el año 2000 por Filosdecaballos. Se divide en tres
partes: «Caminatas», «Cromos» y «Conversaciones». Lo primero que sorprende de
Luis Vicente es el ritmo que logran sus versos, sobre todo los de trece
sílabas: «Hoy piensa en el añejo aroma del tabaco» (34). Sus poemas breves,
ingeniosos y socarrones lo acercan al epigrama que estudia en Punto de partida. Para Luis Paniagua en Periódico de Poesía: «La cercanía / La proximité es un libro en el que me pareció hallar
esto último: relojerías pequeñísimas, nimias y precisas, que embonan a la
perfección en la maquinaria mayor de la Memoria». El poema «Medio de
contención» (66-73) trata un tema poco común en la poesía como es el
fútbol y está dedicado a Ricardo Castillo, quien escribe «Autogol» en El pobrecito señor X (1976). Vemos una
vez más la influencia que tiene el también tapatío en estas generaciones.
Además de recordar a Enrique González Martínez o Eduardo Lizalde conecta, me
parece, con el lirismo clásico, claro y urbano que Vicente Quirarte aprendió de
Bonifaz Nuño. El último poema se titula «Roberto Juarroz» y cierra los homenajes
a los contrafuertes de su obra.
Trece
(2007) es el número de sonetos que compone este otro libro. Es un poema de los
de vieja factura. O mejor, de auténtica hechura. Para quienes aman la sonoridad
de los endecasílabos y el tiempo que esconden la precisión de dicha cirugía,
este libro es uno de los pocos casos de la poesía mexicana a favor del metro
por antonomasia. Ahora bien, como los sonetos de Quirarte en Fra Filippo Lippi. Cancionero de Lucrezia
Buti (1982), la rima no existe y el ritmo se logra mediante los acentos de
sintaxis sencilla y guiños a la poética de esta forma clásica. Dejamos solo de
muestra la primera de las trece composiciones, «Cómo leer este poema»:
Para empezar, acepte que ya existe.
Nada lo desprograma ni lo altera.
Ignorarlo es posible, como todo,
pero estos cuatro versos ya están dichos.
Otros poemas le hablarán del mundo;
los más, de la palabra y el silencio.
Éste no tiene cómplices ni amigos:
Lope de Vega ya no viene al caso.
Recórralo de golpe. No le crea;
no le dé ni trabajo ni dinero.
Desóigalo si llora: está burlándose.
Con todo, compadézcalo (a distancia):
más que autor, tiene dueño; es un esclavo.
Lo escribí contra usted, y buen provecho (9).
Podríamos pensar que se trata de una imitación del famoso «Un
soneto me manda hacer Violante». Existe una voz personal entre la poética y el humor que logra interiorizar la tradición que tanto
permea en sus versos.
Fractura
expuesta (2008) se compone de cinco partes: «El mundo encima», «Día de
hoy», «Aguas arriba», «Veneno presentido» y «Números redondos». Dichos nombres,
como el de los poemas (casi todos titulados) que los integran, orientan la
lectura. «Medias horas» cuenta con cuatro brevísimos textos sobre los
sinsabores de la mitad. La alusión cronológica, al principio, recuerda a Mara
Pastor (1980) en Arcadian Boutique (2014) o a Rocío Cerón
(1972) en Nudo Vortex (2015). Mediante la prosa reconoce las fisuras de
la tierra que a modo de hormiguero dejan salir las virtudes tan calladas como
frágiles del mundo: «Arranca un haz de hierba, remueve la tierra, condena la
entrada de los hormigueros. El día se aclara. El día no acaba nunca de
aclararse» (56). Por otro lado, reescribe a sus referentes: Matsuo Basho, Paul
Celan o Ángel González.
Por último, Adolescencia y otras cuentas pendientes (2011), también se divide
en cinco secciones: «Almuerzo en la hierba», «Abbey Road», «El octavo día», «Correspondencia
privada» y «Política de segunda mano». El haiku vuelve a ser una de las formas
predilectas cuyo tema es el tránsito de la naturaleza, el sol, las nubes, los
insectos, la barba. Tumbarse en el césped
a escuchar a los Beatles. Repensar a Proust o Nerval... Las inquietudes del entonces
joven poeta vuelven ahora en poemas de este
tipo:
ROME, SWEET ROME
Ciudad de muchas
puertas, alta
de abiertos
sepulcros despoblados…
Rubén Bonifaz Nuño
EL RUIBARBO
Las
hojas del ruibarbo,
Léntulo,
son medicinales;
las
raíces, en cambio, venenosas.
cuando leas mis poemas:
enfermarás de ira.
Devora
luego las raíces:
mis
palabras difieren de las tuyas
como el cuerpo de un joven
difiere de una momia (50).
Estamos, en mi
opinión, ante una generosa desacralización del lenguaje en beneficio de una
apuesta auténtica por la poesía del siglo XXI,
sin asperezas ni presunciones. Los finales de sus versos logran cerrar el ciclo
que plantean los inicios de, en la mayoría de los casos, una reflexión
diegética. Como poeta es fiel a la idea con que inicia su reciente ensayo De la intimidad. Emociones privadas y experiencias públicas en la poesía mexicana (2016): «Es de lo más normal que la vida íntima y la vida cívica se imbriquen y hasta se confundan» (13). Escuchémoslo, en sus dos vertientes:
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