domingo, 27 de agosto de 2017

Manuel Parra Aguilar

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ese no tener nada qué decir por la falta de mantenimiento, poesía de las cosas
innecesarias.
Manuel Parra Aguilar

Manuel Parra Aguilar (Hermosillo, Sonora, 1982) presenta dos de sus poemarios en el Archivo de Poesía Mexa: Manual del mecánico (VOX, Argentina, 2012) y Portuaria (Instituto Sonorense de Cultura, 2014). Como venimos haciendo, partiremos de ellos para comentar brevemente algunos rasgos de lo que creemos que podría ser su poética.
            Parra Aguilar ha recibido varios galardones que lo ameritan como una de las voces a tener en cuenta. Nos referimos al Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo 2005, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, SADE; el XIII Premio Nacional de Poesía Tintanueva; el premio del Concurso del Libro Sonorense y el XII Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal. El año pasado recibió el XV Premio Nacional de Poesía Amado Nervo por Breves, trabajo del que no encontramos más datos. Además de los poemarios que comentaremos, Manual del mecánico y Portuario, el hermosillense es autor de Más le valiera morir (2009), En el estudio (2011) y Pertenencias (2014). Sus poemas están disponibles en Aurora Boreal, Página de Poesía, Círculo de Poesía, Poética arbitraria u Otro Páramo; y apenas cuenta con reseñas de su obra.
            Manual del mecánico (2012) viene en forma de manuscrito, es decir, sin la paginación, entendemos, de la versión final. Se divide en cinco partes: «Mantenimiento preventivo», «Sistema eléctrico», «Reparaciones menores», «Otros servicios» y «Ordenador de a bordo». Este poemario que se publicó en Argentina parodia el lenguaje de los manuales de instrucciones. Se sirve de la información tan detallada como aparentemente vacía de lirismo para reflexionar sobre el oficio poético. El monólogo y los iconos que podrían aparecer en cualquier salpicadero de locomoción demuestran que el verso no está lejos de la mecánica, aunque la escritura automática se despeje enseguida con estructuras de la talla de: «QUEDA EN LAS herramientas / un esconderse bajo los coches. // Último intento de huir de los temas literarios» (18). Las reiteraciones, las expresiones bisagra para las explicaciones férreas y el léxico de ruedas, tuercas y puestas a punto parodian lo que hacemos con lo inerte en nuestros comportamientos sociales. ¿Es este libro su poética, la manera de entender a Parra? Atenta contra los lugares comunes, contra el lenguaje y las lenguas para, en la penúltima parte, recrear escenas que hace diez años motivaron los avances técnicos que disfrutamos ahora. Personajes como John Dodge, Thomas J. Mahon, Sōichirō Honda o Ferdinand Anton Ernst dialogan en una atmósfera cómica, por la ironía de los planteamientos; y trágica, por los límites del ser humano. La estructura se repite simétricamente en la parte final, «Ordenador a bordo», de modo que advertimos el enfrentamiento manual y automático. Estamos ante un homenaje a los referentes de la ingeniería mecánica del siglo XX y al futurismo, como pretexto de su poética crítica de la modernidad.
            Portuaria (2014) está compuesto por siete (normalmente números primos) partes numeradas, esta vez sin títulos. Los poemas son más extensos y sólidos, si entendemos por solidez los convencionalismos formales. Ahora bien, el tema es tan peculiar como en el libro anterior. En este caso el poeta nos habla de la belleza a ojos del que siente sin mirar. A modo de prólogo (que me parece excelente, por cierto), Fredy Yezzed vincula la poesía de Parra con la concatenación de escenas plásticas y portuarias superhistorias (diría Gómez de la Serna) del mar y sus pescadores: «Tal lírica de la imagen se logra con el entrenamiento del ojo y la paciente observación» (10). La nostalgia hacia el padre, el amor puntual, la vida marina, las dudas de la experiencia, la fortaleza de lo diminuto, los errores valientes y el inexorable ocaso son los temas de esta prosa en cadencia versal cuyas palabras fragmentadas remiten al recuerdo que se pierde y nace, constantemente, como la marea que escuece y cura.

[...]
Muchachas,
a veces recuerdo el futuro donde yo
sólo sé si estuve, estoy o estaré empapado
y vulnerable como una fotografía.
Muchachas, a través de una ventana
miré una tarde a una viejecita. Ella me llamaba
por mi nombre y yo sin saber quién
era. Decía mi edad y yo sin saber quién
era. Una viejecita arriba de un coche
mientras comía bacalao y espantaba
las moscas con su mano izquierda.
[...] (25)

Lo fútil y banal son parteaguas de unos versos que se van puliendo hasta la esencia de la vida.


            La experimentación del poeta que recibió en 2016 el XV Premio Nacional de Poesía Amado Nervo promete una solidificación del carburante que fluye por condensación irrefrenable, pese a tener ya media docena de poemarios. Parra se desvincula de las técnicas del doppelgänger, la brevedad y los poemas autónomos (en lugar de poemarios narrativos) para ofrecer todos estos aspectos con una capa distinta de la expresión que apuesta con fuerza por la sonoridad y la sátira de las costumbres desde la herencia renovada de poetas de otras latitudes y tiempos.


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