El libro del mal amor (VersodestierrO / Campo Literario,
2018), de Hortensia Carrasco
(Acatlán de Osorio, Puebla, 1971), se vincula con el proyecto CORPYCEM debido a
la singularidad con la que trata el tema por excelencia para la poesía (el amor) a partir
de ricas referencias de la tradición precolombina y novohispana que explican
tamaño sentimiento humano sin dramatismos ni versos efectistas; sino con humor
y numerosas alusiones a la riqueza verbal y natural de México.
Este es el segundo título de la
colección Reloj de Aceite de la editorial que fundó Adriana Tafoya. Otra poeta conterránea, Adriana Ventura, firma la contracubierta a propósito de los temas que presenta el
libro, entrecruzados y bien armados en dos partes, la que da título al libro y «El
gran juego», donde más presencia tienen las recuperaciones que abordamos desde
la Universidad de Alicante. Daniel Olivares Viniegra, en Tercera Vía, alude a «un clasicismo que lo mismo remite a la Comedia nada
cómica del Dante, pasando –por supuesto– tangencialmente por Bocaccio (y toca
por necesidad al Arcipreste de Hita), pero que desemboca igualmente en el
encantamiento culterano que producen, por ejemplo, las imborrables imágenes
producto de los pinceles de los Lucas Cranach (tanto del Joven como del Viejo)».
Daniela Martín del Campo Pretelín es
la autora de las ilustraciones que complementan atinadamente algunos de los poemas,
como muestra la imagen a continuación:
La poética de Carrasco parte del
Arcipreste de Hita. El escurridizo tema del amor que veíamos desde distintas
perspectivas en la poesía mexicana contemporánea de Nancy Hernández García a Elisa Díaz Castelo ofrece aquí una singular relación intertextual con el siglo xiv y la negativa afección que supone,
en este caso, la literatura. Se puede entender como un manual de los afectos y
sus desastres conyugales. Ejemplo de ello es la comunidad minúscula, gris y
gregaria que se alimenta de otro símbolo desde la cultura egipcia. Son dos
versos centrales del poema «Día ordinario»: «Una horda de hormigas se hincha /
con los jugos de un escarabajo» (15). Y la entomología que trazamos en este
blog desde las hormigas (constantes: 21 o 23) de José Emilio Pacheco o Vicente Quirarte llegan a ese insecto que recientemente poetizan Fernando Fernández o Lorena Huitrón. En ese sentido se puede comprender la articulación de un
simbolismo común en la reciente lírica de México.
El bestiario continúa ya en «El gran
juego» con el motivo de la máscara, menos como recurso del doppelgänger y más de la realidad onírica tras el trasunto de personajes en torno al yo lírico;
así como coloridos alebrijes que destacan la exuberancia de la palabra. Ejemplo
de los mitos que convergen en Carrasco, cercana a Tafoya, es el poema «Culebras»
(48):
Estamos ante otra manera de tratar
el erotismo, con la fuerza de la naturaleza en sus diversas y ricas
interculturalidades. La voz de la autora que nos ocupa es firme y contundente;
resultado de un oficio que domeña por su talento natural y una constancia en su
afán; desde las lecturas que conforman la historia de México a su labor como
árbitra en el ya mítico Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero.
En relación con las recuperaciones novohispanas, desde sor Juana, tendrá lugar este encuentro en la BUAP:
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