sábado, 10 de junio de 2023

El berrinche de Moctezuma

 

Hace unos meses, gracias al curso sobre LIJ que organizó la Universidad de Alicante con Amigos del libro, me di cuenta de que el Berrinche de Moctezuma (Ekaré, 2022) recibía el Premio Fundación Cuatrogatos 2023. Enseguida lo pedí a la biblioteca. En el marco del proyecto CORPYCEM, por la recuperación de numerosos motivos precolombinos, por el humor y por la constante y precisa lírica que integra el texto en relación con la imagen se debe llevar al aula.

 


 

Justo en el aula surgió una pregunta sobre el libro ilustrado y el álbum ilustrado. Sin duda, en mi opinión, estamos ante lo primero debido a que la obra no se entiende sin el texto, de Nuria Gómez Benet (Ciudad de México, 1959). No obstante, la trama se articula de manera coherente y con la fuerza plástica de la cultura originaria que encarna en sus ilustraciones Santiago Solís Montes de Oca (Ciudad de México, 1982). Incluso, como parteaguas de la obra, en el centro de la misma, se dejan unas páginas sin texto cruciales para el desarrollo de los hechos. En ellas se oxigena lo narrado, se da espacio a que suceda, como elipsis, lo que esperamos al leer y poner fin a El berrinche de Moctezuma. Sin embargo, insisto en la preminencia del texto; de ahí que lo comentemos como libro de poesía.

            Durante las veces que leí el libro, con mi hijo, reparé en la dinámica que llevó a cabo sobre tal obra la referencia fundamental para la LIJ que es Adolfo Córdova. A través de Mónica Ruiz llegué a muestras como esta, sobre la viveza de aplicarlo de manera didáctica, como el más claro ejemplo de docere delcetare.

 

 


 

En su perfil de Instagram (@cordovadolfo) se da cuenta de la experiencia de lectura. Y en su ya mítico blog, Linternas y bosques, encontramos las reseña que Adolfo Córdova publica de este libro; de la cual destacamos el rigor, en dinamismo y la pertinencia de los detalles en los que se fija el mexicano, como es la serpiente que ilustra la cubierta. Dice así Córdova:

 

Con su cuerpo largo de soga, la serpiente aprieta (como se ve literalmente desde la portada) las transiciones dramáticas entre las escenas. Su carácter, estresado y diligente, me recordó al de un dibujo animado. Como soy de la misma generación que Santiago Solís no pude evitar ver a Zazú, el mayordomo en «El Rey León», y también a otra serpiente de compañía inolvidable: la muy letrada Crictor de Tomi Ungerer (Harper Trophy, 1931).

 

El vasto intertexto motiva numerosas relaciones entre tiempos y espacios. Este poema fue publicado también por Leticia Jiménez hace unos veinte años, en la colección infantil de poesía Verdehalago. Lo sabemos por la mencionada reseña, que nos lleva al texto de Gómez Benet.

            La cantidad de referencias germina un riquísimo texto pese a su brevedad. La historia se puede resumir en un par de líneas: el emperador mexica está enfadado y el pueblo busca la solución en el chocolate. Algo que sigue pasándonos como sociedad siglos después.





            En versos de ocho sílabas se oye el ritmo de los tambores, de la preparación del cacao, de la sangre de Moctezuma. Con rimas consonantes y, sobre todo, asonantes, para nada forzadas, conviven en la misma página símbolos como el caracol o enclaves como el Templo del sol con expresiones tan atractivas para el alumnado como “¿Qué mosquito le ha picado?”.

            Para conocer la cultura originaria, un glosario, al final, detalla el significado del tambor teponaxtle o teponaztli, el tlatoani o gobernante que tiene la palabra y el término que sin duda forma parte del día a día: chocolate, del náhuatl xocolátl. Los turnos de palabra, los deseos y el control de la ira serán tratados más adelante en un trabajo sobre poesía y conflicto en México; pues, a pesar del humor que impregna El berrinche de Moctezuma, no deja de reflejarse el enfado de quien tiene el poder. La pregunta entonces es obligada: ¿a qué se debe el berrinche de Moctezuma?

            Eso puede dar para otra historia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario