Cuesta dejar de
lado Encrucijada
(FOEM, 2017), de Patricia
Carrillo Collard (Mazatlán, Sinaloa, 1972), con ilustraciones de Rocío
Solís Cuevas (las anotamos para futuras investigaciones sobre la violencia en
México, por ejemplo), pero llegamos a una obra con múltiples posibilidades
didácticas, ahora sí, justificadas en el currículo, de cara a la poesía
infantil, como es la tercera edición de Espantatíteres
([2010 y 2013] 2017), de Enrique Villada (San Miguel Almaya, Estado de México, 1964), con ilustraciones de
Irma Bastida Barrera.
Cuatro personajes
se presentan con diferentes colores, como ya vimos en la cercanía entre lírica
y teatro infantiles: El espantapájaros, El labrador, El pájaro corazón y Muchos
pájaros. Enseguida nos viene a la mente el intertexto (Mendoza) de Mago de Oz y el coro de la tragedia
griega desde el principio al final del plantel enumerado.
La acotación, previa, es la
siguiente: “(El escenario muestra un paisaje primaveral, los personajes entran
a escena, bañados por una luz diferente, y salen al terminar su monólogo)” (s.
p.).
Y efectivamente, la obra se compone en
actos, tres, a propósito del argumento (que no se ha de confundir con la
trama): el labrador se deja guiar por los pájaros (que podríamos ser docentes)
para hacer volar (la imaginación; tópicos mediante) la relación entre seres
humanos y animales (ODS).
Cambia de parecer, de villano a
héroe a través de la clásica imagen que ya nos regaló la Cenicienta de los
Hermanos Grimm, cuando son pájaros los que mágicamente amparan a quien
protagoniza la ficción con base en la realidad.
Celebremos en el aula, de momento,
la única obra de teatro que incluye la colección de FOEM. Teatro en verso con
múltiples posibilidades en los primeros cursos de Primaria (de seis a nueve años) que afianza y reivindica al final el glosario,
incluyendo conceptos teatrales para entender mejor tan desatendido género literario
en comunión con la poesía.
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