sábado, 26 de marzo de 2016

Arcadian Boutique

Arcadian Boutique
Planta no parece
la manera adecuada
de nombrar todo
el verde de las hojas.
Mara Pastor, «Líquida» (p. 17)

Arcadian Boutique (UNAM, 2014) es un poemario de Mara Pastor (San Juan, Puerto Rico, 1980) que incluimos en este catálogo de poesía mexicana contemporánea por los rasgos de temporalidad, animalización, brevedad y humor que comentamos a continuación.

            Los versos que abren Arcadian Boutique pertenecen al poema «El álbum de Violeta» y podríamos imaginarlos en boca de La Llorona que baja al sur un domingo por la tarde:

¿Lo amaste mucho?
¿En cuántas chinampas te prometió laureles?
¿Cuántas estrellas contaron juntos en la Torre Latinoamericana?
¿Te sonrieron las calaveritas de azúcar en Chapultepec? (9)

Tales preguntas recuperan una tradición que venimos viendo en textos que abogan por la ruptura de las fronteras y la continuidad poética. Las referencias al DF nos llevan a considerar a la poeta puertorriqueña como parte de la literatura mexicana. «Fuegos artificiales» nos sitúa en este misma geografía: «Mirar el Ajusco, como hacer la cama,/ hasta que la montaña deja de moverse» (56).
          El contexto estará tan presente que algunos poemas mantienen el tono autobiográfico de Eusebio Ruvalcaba, por ejemplo. La madre (cfr. 62), el hermano (cfr. 47) o la abuela (cfr. 48) son personajes reales que reconocemos. En esta línea familiar destaca «Moho» (cfr. 49). El texto más largo; pero, en nuestra opinión, el mejor: es el más extenso pero el más intenso por viajar alrededor de un retrovisor.



            En Arcadian Boutique se exponen objetos que son poemas y que hay que descifrar, como los enigmas de Daniel Téllez. «La contraseña» homenajea a Xavier Villaurrutia, a Rubén Bonifaz o a Vicente Quirarte mediante versos que se descomponen y plurisignifican: «Cuando nada me dicen las gavetas./ Cuando nada dicen./ Cuando nada» (11). Nada es el verbo inicial que vuela al revés de evA. La «gaveta» guarda el miedo (cfr. 31) que protagoniza la poeta mexicana Joe de la Rosa en Madona de la gaveta 17. Otras reiteraciones que tejen un sentido poético y vital son las «bailarinas de cerámica rotas» (cfr. 34 y 64) o la «bicicleta» en «Hola, miedo recién nacido» (cfr. 31 y 32) y en «7:51 am». En el momento en que abrimos los ojos vemos la realidad. Cuando leemos a Pastor la escuchamos. Las horas como título de poemas nos recuerdan al Nudo Vortex de Rocío Cerón. Ambos poemarios experimentan un cambio en el género.
            La poesía admite cada vez más posibilidades. Otros paratextos ambientan las imágenes psicológicas como si de acotaciones teatrales se tratara: «Hay un huerto de sal desamparado/ que retoña entre el esmog de los coches» (14); tal es el poema que da nombre a este libro, escenificando la ciudad sucia.
            Pastor denuncia y resuelve las limitaciones del lenguaje. Ejemplos de ello son los juegos de palabras que tanto nos impactan. Si los números se abren de par en par, la poesía de «No dije diluvio ni delirio» está «escrita con tus letras abiertas/ de pan en pan» (19). En cambio, «Deletetreando a oscuras» empieza creando neologismos que rozan lo oníricamente surrealista: «Cómo abecedeas/ las pestañas sonámbulas» (24). En dicha plasticidad encontramos de nuevo el recurso que desmembra el verso e incluso las palabras: «Ovillada si ella desnarrándome./ Ovillada sin ella» (62). Tales recursos poéticos conjugan desde el «cisticerco» (71), como insectos que caracterizan las últimas publicaciones del México poético (cfr. 59 y 60), hasta la inclusión de expresiones populares: «no compré sin el pan de mi frente» (71). Los términos de tres letras, con cierres nasales, abren las posibilidades sensoriales.
            Los últimos versos comentados forman parte de la segunda parte de este poemario. Todos los textos previos de Arcadian Boutique tienen títulos propios. Sin embargo, el libro termina con una obra conjunta: «Far West». En este poemario las enumeraciones salvajes y domésticas dibujan un bicéfalo compendio. Cabe destacar de esta última parte las ilustraciones de Lorraine Rodríguez (Caguas, Puerto Rico, 1982).
  
«Far West» (pp. 72-73)
            Las ilustraciones nos recuerdan al ángel de Homero Aridjis (cfr. 80), al vampiro de Vicente Quirarte (cfr. 63) o a los detalles de la vida (cfr. 66).
            Javier Peñalosa señala en la contracubierta que «Arcadian Boutique es una caja abierta llena de pequeñas piezas extraordinarias. Y digo que estas piezas están fuera de lo ordinario no porque hablen de algo desconocido, sino porque producen cierta extrañeza, descubren nuevas formas, contornos en cosas que pensamos familiares». Dichas piezas se acercan a lo narrativo sin abandonar lo poético: bien mediante una anécdota cotidiana (cfr. 20), bien desde flashes coyunturales (cfr. 59), o con una «Fábula chechena» (cfr. 77).
            Y es que los p(r)o(bl)emas existenciales (cfr. 32) son una oblea apolítica y cívica que desde el cuarto más pequeño de casa (cfr. 39) augura el futuro como foco de Mara Pastor (cfr. 22, 41, 56 y 58). Los personajes de esta historia minúscula se repiten en los poemas «Conozco a Manuel» (38) o «Manuel se tarda en la ducha» (41). La transición temporal coincide con la literaria, por lo que imaginamos un diario íntimo (si los hay de otro tipo).
            Robin Myers reflexiona al respecto en «Notas sobre Arcadian Boutique, de Mara Pastor»:

En general, la disolución nos preocupa. El olvido nos llena de ansiedad. Lo que no dura, o sea, casi todo —los amores, las convivencias, las certezas, hasta los recuerdos— nos perturba. La pérdida nos pesa, y la nostalgia va saturando las mismas cosas que añoramos. Entonces, algo que me llama la atención de los poemas que conforman Arcadian Boutique es la manera tan directa y sosegada en que asumen lo efímero como el estado fundamental de las cosas.

Y es que este libro nos hace pensar y sentir, no en ese orden.
            En definitiva, la obra de Mara Pastor nos sugiere un contexto mexicano que ya advertíamos en la perspectiva de Mónica Nepote; pero también nos inspira una poética fresca y joven que destaca, por ejemplo, en la colombiana Margarita Losada Vargas. Estas voces jóvenes ya cuentan, sin embargo, con una tradición. El agua será el elemento natural que permitirá el discurrir de estos ríos, que son hilos de una madeja invisible. Nuestra tarea es estirar.
            O leerlas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario