Laura Solórzano
Laura Solórzano (Guadalajara,
1961) es autora, entre otros poemarios, de Un
rosal para el señor K (Universidad de Guanajuato, 2006), Nervio náufrago (La Zonámbula, 2011) y Oración Vegetal (Mano Santa, 2015), que
de ella recoge el Archivo de Poesía Mexa.
Un rosal para el señor K (2006) se
compone de cuarenta poemas breves y (con menos frecuencia) en prosa. El
prefacio es de Ricardo Castillo, quien escribió ese poemario generacional que
es El pobrecito Señor X (1976). Por tanto,
Solórzano, cuarenta años después, continúa con el personaje de K (Kafka, precisamente
de su obra El castillo) la tónica incisiva
y explosiva del también tapatío. Pese a tener siete años menos que Castillo,
Solórzano empezó a publicar a la vez los libros que anteceden a los que glosaremos
brevemente: Evolución (Universidad de
Guadalajara, 1976), Semilla de ficus
(Ediciones Rimbaud, Tlaxcala, 1999), Lobo
de labio (El Cálamo, Guadalajara, Jalisco, 2003) y Boca perdida (Editorial Bonobos, Toluca, 2005). Castillo apunta la
continuidad o correspondencia (que no repetición) entre Boca perdida y Un rosal para
el señor K. Si en el primero plantea la incisión en la tierra mediante una
abstracción, una exhumación, en Un
rosal... esa voz poética arraiga y se concreta en una referencia externa o
explícita. No estoy de acuerdo con la visión machista de Castillo: «Naturalmente
que los asuntos cotidianos de ser mujer aparecen, si bien no de manera numerosa
(el amor, las faenas de la maternidad, la madre y la hija, o la “sobrevivencia
en alegres faldas”)» (15). Un par de párrafos después, el poeta mexicano trata
de justificar sus palabras anteriores, explicando que se refiere al sujeto
poético y no a la autobiografía de la autora (o eso creemos). Pienso que
debemos de leer el texto sin necesidad de que quien lo haya escrito condicione
fondo o forma por el hecho de ser mujer u hombre. En México aún es difícil
romper esos estereotipos. Más allá de este comentario desafortunado, me parece,
las palabras de Castillo permiten hilar la poética de Solórzano, quien se pone
en la piel del genio de Bohemia, pero también en boca de los espacios y los
objetos que pudieron rodearle: «y entre las trampas de la lengua / van tus pasos»
(42). Entre las atmósferas que cuestiona se instala una filosofía de la composición
o de qué es un poema: flor que crece entre la nieve y no se puede tocar sin
sangrar. Me quedo con el final del poema «Espíritus», dedicado a Cristina Rivera Garza:
[...]
Mientras él revierte
él sube, él sabe, él dice,
él mueve, él coge
porque él tranza
¿Ella sirve? (59)
Las constantes preguntas nos llevan a
replantearnos la naturaleza del verbo. Nervio náufrago
(La Zonámbula, 2011) empieza de nuevo con algunas prosas que anteceden a
imágenes y retratos cotidianos. Los títulos entre paréntesis y siempre en
minúscula nos sitúan ante lo que podría ser un arte de vida. La ambivalencia
del sí y del no pacianos concluye escenas de ritmo decadente, por ejemplo, en
el poema «dentro»: «[...] mi voz te envuelve / te sostiene lejos del poder / que
gira su rosca y reanuda su rabia / dentro y fuera / donde nosotros caemos / de
donde nos escapamos» (25). Asimismo, la flor que veíamos crecer anteriormente
es ancla o punto de origen y destino; es decir, los símbolos de Solórzano van
comunicando poemas y poemarios que hablan de la familia, la memoria y las
pérdidas. Al respecto encontramos los comentarios de Jorge Orendáin
o Luis Rico.
La cubierta pertenece a un grabado de la propia Solórzano |
El pasado
espera en el presente
el vuelo
hacia el futuro
del pájaro
que deshaciéndose
del tiempo
vuela incesante
teniéndose tan solo
dentro de sí (14)
Sin querer hacer una comparación o un
seguimiento de las correspondencias que establecía Castillo, destacaremos la
yuxtaposición, la narratividad y el ensimismamiento de pequeñas estrofas en
torno a una reivindicación del tacto vegetal a merced del viento: la
inspiración. Sin ser un canto a la ecología, Solórzano nos recuerda la
presencia que tienen todos los seres vivos en nuestra forma de pensar y
relacionarnos.
La
autora de Un rosal para el señor K
forma parte de la Poetas siglo XXI, Antología mundial que edita Fernando Sabido Sánchez. En esta
muestra vienen el texto de Jorge Orendáin al que nos referíamos anteriormente,
así como el poema «Lobo de labio», también presente en El Cálamo o en Transtierros.
Solórzano
no es una poeta que aparezca en los constantes y repetitivos cánones de México,
pero ofrece una poética para nada previsible y rica en la ligazón con la
dimensión social que estudiamos y el diálogo con otras artes. En este sentido,
quizá tenga que ver su formación en psicología, por la Universidad de
Guadalajara, y en Artes Visuales, por la UNAM. Busquemos sus libros y
disfrutaremos de un ejemplo claro de la poesía desde la academia y la
tradición.
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