domingo, 13 de mayo de 2018

Las noches son así


Quisiera no estar nunca en ningún lado.
Isabel Zapata

Las noches son así (Broken English, 2018) es el poemario que acaba de publicar Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984): una actualización de la enfermedad, el miedo, la biblioteca o los viajes a través de una propositiva experimentalidad.

            Podemos seguir a Zapata en Letras Libres, Tierra Adentro, Límulus, La Hoja de Arena, Sin Embargo o en la revista Hojasanta. El tema del cáncer que veíamos con Daniela Camacho lo sufre de cerca por la figura materna que también homenajea Alba Ceres. Por otro lado, su interés por el vínculo entre literatura y gastronomía nos hace considerarla para la Cata literaria al tiempo que sus metáforas cotidianas reivindican el lugar que tan bien echaba en falta Eva Castañeda «Por todas partes» en Postal urbana.
            Es una de las referencias más activas y renovadoras del feminismo en la poesía mexicana contemporánea. Su compromiso queda patente en la entrevista que le realizan en el XIII Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC). Considera que estas son las principales tareas de la nueva Secretaría de Cultura (antigua Conaculta): «A. Contribuir a cerrar brechas económicas y a nivelar el campo de juego para que haya mayor equidad en términos de acceso a la cultura. / B. Promover a que se desarrollen, de manera libre, proyectos culturales de toda índole. / C. Atender con justicia las necesidades de las diferentes regiones del país». La autora de Ventanas adentro (2002), editora de Antílope y traductora con formación en Ciencia Política ofrece su nuevo libro en formato abierto como ejemplo de la poesía experimental y es coherente con la creación de espacios abiertos de manera gratuita, pues se puede descargar en este enlace: https://gumroad.com/l/lasnoches
            Si seguimos una lectura digital (mucho más dinámica que la convencional) notamos la pérdida que inspira un recuento de la memoria en instantes que son estantes donde estuvimos y ya no estamos (parafraseando a Benedetti) a medio camino entre el alfabeto que plantean Léon Plascencia Ñol o Hernán Bravo Varela y el tesauro de Karen Villeda o Juana Adcock. Con la óptica de Maricela Guerrero, la verticalidad del texto también profundiza en distintos elementos naturales que forman los tres actos: el que da título a la obra (pues es más que un poemario, y también una novela, un ensayo o una obra de teatro), «Nunca en ningún lado», «Canciones de cuna para sonámbulos»; partes de una atmósfera que consigue crear y sostener el lenguaje límpido de la mancha que toca la poeta. Si de Alejandro Tarrab la propia Isabel Zapata destaca las tachaduras o borraduras de la no existencia que es la creatividad, plantea en su diccionario un «futuro:». ¿Qué inquieta más el horizonte que solapa una palabra que adelanta e interrumpe el tiempo («el hábito de la tristeza anticipada») o los dos puntos que presentan el vacío? Esta es su poética: «Poema (palabras prohibidas en): transparencia, azogue, fulgor, prurito, nostalgia» (recordemos que no hay páginas ni numeración, el texto fluye, es movimiento). Cada texto, breve, dialoga con lo visual, pues en las fotografías que se rescatan y en el fondo del mar de la pantalla se entrecruzan formas y texturas que establecen por fin el inicio infinito de un espacio a tiempo.

¿Por qué es tan corta la palabra sí?


Debería ser la más larga
la más difícil
que no se dijera en un instante.


Poder arrepentirnos a la mitad.

Gracias a Diana del Ángel he dado con una poeta que ofrece en cada expresión un remanso de la filosofía y el cuestionamiento que en esta época incolora de la negación tanto urge.




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