domingo, 18 de agosto de 2019

Kalu Tatyisavi, Na´an jie´e tii-ni / Huellas del nagual


ka´an yu´u tatyi
n+´+n, kana koo nute
kuvi s++ ini tu´un tukun itu
kaa jie´e nijia yaa

susurra el viento
tiembla, ruge la ola
se alegra la poesía
la selección natural del canto

Kalu Tatyisavi (44, 45)

Con Na´an jie´e tii-ni / Huellas del nagual (2018), de Kalu Tatyisavi (Tlaxiaco, Oaxaca, 1960), el Archivo Negro de la Poesía Mexicana de Malpaís ediciones reconoce las lenguas originarias, la defensa del ser en la naturaleza que igualmente reivindica el también poeta tuun ñuu savi (mixteco) Florentino Solano en el estudio introductorio.

            El Premio Netzahualcóyotl 2012 por su obra Tzin Tzun Tzán está presente en la revista La Otra o en Círculo de Poesía y demuestra la estética de una lengua originaria que representa la lluvia: el agua completa el ciclo que estamos siguiendo con el Archivo. El excelente prólogo de Solano hace hincapié en la vigencia de los elementos naturales que nos configuran como artistas y personas. Sus palabras sintetizan de manera diáfana este oficio: «en cuatro tiempos (el origen, el hombre, la invasión y el desconcierto) porque la historia de los savi se escribió en cuatro momentos» (7). La cábala acentúa el significado que irradia, por ejemplo, la piedra. La devoción que veíamos con Jorge Ortega es aquí origen, «de explosión, polvo cósmico que ya se hizo animal, se hizo árbol, se hizo agua y hombre» (9). Otro ser natural es el animal que convive con el humano y sigue transmitiendo la energía en los valles sagrados que exploramos con Juan Martínez y que continúa el nagual en Víctor Toledo. Así lo expresa Solano a tenor de Tatyisavi:

Y ya no hay jaguares porque nos los comimos, ya no habrá piel para copiar los códices, y tampoco hay códices ya, nos han robado nuestra historia, así que un día habrá que dejar de escribir en papel porque tampoco es nuestro y tendremos que escribir en nuestra piel y quizás, sólo entonces se nos quedará grabada nuestra historia, nuestro origen, sólo entonces, parece (11).

La oralidad permite todavía más la ecocrítica que la etnopoesía. Las etiquetas complican la libertad del verbo. De este, dice el poeta oaxaqueño en unas palabras preliminares sobre la lengua tu´un ñuu savi «Palabra del País de la Lluvia» (19-21), «Jita-ni (cantar-yo) = Yo canto» (19). Las pautas gramaticales nos orientan en la lectura de esta edición bilingüe. Entendemos que la versión en español es del propio Tatyisiavi, autor que habla el idioma de la lluvia, tal como vimos en «Maram» a propósito de otras lenguas del viento estudiadas por Diana del Ángel y Mariana Ortiz. La escritura es el surco que en la tierra fija el agua.
            «La poesía en lenguas originarias no necesita de un manifiesto o un decálogo sino retomar lo lúdico y la curiosidad» (31); no obstante, el poeta, pensando en las vanguardias, manifiesta un decálogo que alude al intercambio, a la lectura y no tanto a la escritura, a su comprensión, a la crítica, a las lenguas originarias (que anteriormente ha renunciado a llamar indígenas), a comunicarnos con ellas, a viajar, a superar el folclor, a exprimir las lenguas, con coherencia, sin miedo al fracaso. Así dice el poema que da título al libro que nos ocupa: «yutun-tatyi ya´a nasa´a kua na´yu-ti / axin kua na´yu-ti sa´a-a? / Yaa ini sukun nkaa jie´e jin tu´un, tu´un jin tu ´un sa´a, / tu´un sa a ini yuu» / «este árbol-viento imita el bramido / ¿o es al revés? / Del canto gutural vino la primera sílaba de la palabra el verbo, / el verbo dentro de la piedra» (43).
            La primera persona del verbo que describe quién es recuerda al canto de Calle 13 en «Latinoamérica», mientras que seguidamente la persona, manteniéndose en la primera, es plural, como atentamente advertía el poeta en las pautas iniciales: «suvi-dayo kuvi tii maan-dayo sa sik+-dayo jin ñ++n nanava» (66) / «nosotros somos nuestro nagual en el juego de la pelota» (67). Se recuerda de tal modo el pasado en nuestro presente, para reivindicar la identidad, la construcción del yo en nosotros. Y el nagual toma la forma de los animales, en este caso insectos, más repetidos en la dimensión cívica de la poesía mexicana: «y+`+ xini tioko ini tu´u tikoso» (78) / «la cabeza de la hormiga lleva en su quijada un grillo» (79). Aguantar de manera gregaria (y en un inicio anónima) la melodía nocturna. Hasta que se lea, se sienta y se reconozca.
            Na´an jie´e tii-ni / Huellas del nagual es un trabajo necesario que integró hace unos meses la presentación del Archivo Negro de la Poesía Mexicana en el Centro de Enseñanza Para Extranjeros de la UNAM. Allí estuvo presente Kalu Tatyisavi, con Jocelyn Martínez, Iván Cruz Osorio y Jorge Aguilera:




No hay comentarios.:

Publicar un comentario