Hace unos meses se publicó en España el
poemario Tener
(Kriller71, 2019) de Robin Myers (Nueva York, 1987), en inglés, con la traducción al
español de Ezequiel Zaidenwerg. Se trata de un excelente trabajo que ahonda en las posesivas emociones humanas desde lo coloquial mediante una sugerente urdimbre de sensaciones logradas en ambas lenguas.
Sara
Torres, en el prólogo, nos habla del vínculo que existe entre el ser y el
espacio, en todas sus coordenadas, cuestionando quién contiene a quién, ya que
el único orden de lectura que se establece es el del primer y el último poema.
El resto forma parte de un todo («We are grafted» / «Somos injertos», pp.
64-65) que se sostiene en cualquier sentido:
Cada
cuerpo entra en escena solo, íntimo en la búsqueda de una muerte privada,
intransferible y, no por ello, deja de estar entramado a los otros en
encuentros sucesivos. Es mediante estos encuentros que cada ser sensible se
compone en relación al mundo que lo contiene (8).
En esta línea, José Pulido publicó el mes
pasado en el Periódico de Poesía una reseña con el título de «Vórtices», señalando
que «La poeta y traductora norteamericana, radicada en México, busca atisbar
algo que nos han velado los significados al establecer un diálogo con las cosas
mínimas». El objeto de los poemas es lo que tenemos, lo que no tenemos y lo
que, teniéndolo, imaginamos fuera de nuestro alcance. Es por tanto la nostalgia
y una crítica, no exenta de fino humor, a la fijación por los objetos de la
sociedad actual. Se despiertan al leer a Myers sensaciones que tienen
que ver con lo abstracto y demás sentidos tradicionalmente alejados de lo
poético. El tono se logra con la precisión de las imágenes, claras; pues en la
verbalización de un juicio aparentemente banal se produce, toma forma, la idea,
en conexión con cada uno de los textos breves y sin título. Ello lo posibilita
en nuestra lengua Ezequiel Zaidenwerg, que hace suyos los poemas traduciendo el
neutro inglés, la enunciación que carece de masculino o femenino, en un sujeto
poético alterado o dislocado, precisamente, por vicios que tenemos al leer una
lengua carente de la focalización del objeto en lugar del sujeto. Podríamos
pensar entonces que paradójicamente en inglés prima lo que se tiene o no mientras que en
español se especifica qué persona realiza la acción.
Este
es un ejemplo del texto de Myers y la traducción de Zaidenwerg:
I´d
gotten caught up
in
things, forgotten how
to
wait, lost
the
Trail in various
trees
vs. forest
situations.
A
child´s thrill at the vast
shadow
rabbit on the wall
responds
to its conversation
of
a landscape we live in
into
one we can´t.
I´d
stopped paying attention
to
hands,
to
all the animals
in
them (46).
Estaba
distraído
con
cosas, me había olvidado de cómo
se
hacía para esperar, había perdido
el
rumbo en varias
situaciones
donde el árbol
tapa
el bosque, etc.
La
fascinación del niño
ante
la sombra del conejo en la pared
está
en ese intercambio
del
paisaje en que vivimos
por
otro, en el que no.
Había
dejado de prestarles atención
a
las manos,
a
todos los animales
que
contienen (47).
Las imágenes certeras, en breves y escasos
versos, construyen una atmósfera de esperanza en la desolación e incluso en a la
distopía, un tema mínimamente explorado en la poesía mexicana contemporánea.
Atención
a Myers. Di con su obra por Isabel Zapata, que, entre demás referencias para lo que está
pasando en la poesía mexicana, tradujo el poemario anterior, Amalgama (Antílope,
2016). En México ya está disponible también por la editorial Antílope.
De Tener, viene un adelanto en Nexos.
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