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Clara del Carmen Guillén (Comitán,
Chiapas, 1956) es autora, entre otros libros, de Disfraz de los secretos
(Conectula, 2015) y Canción de cuna para mecer un duelo (Surdavoz, 2018):
dos modos de reconstruir con la memoria el espejo que es una poética, de dolor
y de ternura.
La
Maestra y fundadora de la Casa de Cultura de Bochil, Chiapas, participó en el
XII Encuentro Internacional de Investigadores de Lengua y Literatura de la
Universidad Autónoma de Chiapas, cuya XIII edición ya está abierta. Ganadora del Premio Estatal de Cuento Roberto
López Moreno, parte del también chiapaneco en una obra que a través de poemas
breves y múltiples referencias literarias profundiza en la abstracción del
sujeto poético. Así lo señalaba cuando le preguntan qué es la poesía en una entrevista de Gustavo Tisocco:
Es
la más bella forma de expresión en la que, saboreando las palabras, las
imágenes, los sonidos y viajando con ellos y por ellos creamos mundos
maravillosos. Surge mágicamente pero exige que su magia sea perfeccionada con
talento y disciplina.
En este sentido casi onírico Disfraz de
los secretos se divide en dos partes que tocan a quien lee; esto es: «Tañer
de las palabras» y la que da título al libro. Pese a primar la función
metapoética, el lenguaje no es hermético sino que conecta incluso con los 43 de
Ayotzinapa en poemas como «De muerte propia» o «Tiro de gracia», con más
que casuales nexos que recordarán a Clyo Mendoza. Apunta la chiapaneca en este último texto: «No son cuarenta y tres son más que eso: / multiplicado
sobresalto, las huellas de la muerte sin edades» (18). Versos heptasílabos y
endecasílabos (y alejandrinos más adelante que parten de Rosario Castellanos) van formando encabalgamientos que resaltan el hueco ante el
tema de la violencia; y la frontera
que también concentra a Balam Rodrigo. Así comienza «Sobre un tren de fantasmas» de la chiapaneca: «Aquí
pasan la vida sobre un tren de fantasmas / los migrantes. / Con deseos de vuelo sobre el lomo del tren los sobresaltos»
(22). Los «ejemplares póstumos de una raza de hierro más perdurable y digna que
la humana», según Vicente Quirarte, son cartografía hasta Yelitza Ruiz. El espacio llega a Cuba y el son de Nicolas Guillén «Sin los grilletes»
(36). El poema que le da título a esta primera parte es una declaración de
intenciones:
Dejamos testimonio de las cosas
sencillas,
de las miradas
que han cruzado su espacio hasta el encuentro.
Testimonio de aquello que transcurre
sin afanes de historia colectiva.
Los más grandes poemas que los ojos
retocan
salen de nuestras calles que se
visten
con su pregón constante:
tañer de las palabras (29).
Se trata entonces de seguir a Jaime Sabines, pero sin desatender el núcleo particular e íntimo que origina el
poema. Las calles se visten con el «Disfraz de los secretos», una segunda serie
que conjetura el espacio deshabitado, el hueco al que se aludía anteriormente,
en contacto ineludible con la natura. Verbaliza, pues, la superficie de lo
indecible, que no de lo inefable. Germina así el sonido en el eco.
En
Canción de cuna para mecer un duelo hallamos efectivamente una nana que
se repite como «Arrullo», pero se dan cita además otras imágenes que afianzan
el ritmo mediante el hipérbaton, la oralidad y el recuerdo del padre que
hilvana la nueva vida. La vida nueva de un ser querido. Es por ello la
maternidad que vimos con Esther M. García base para la luz y su ausencia, el poema o la persona que lo
inspira. Ya lo marca desde un inicio «Canción para la vida»:
El
vientre que germina se ofrece a la palabra y al arrullo:
canción
para la vida,
para
mecer un duelo.
Testimonio
(1).
Tal es el fin que logra la poeta, el
augurio y el recuerdo en forma de canto. El símbolo de la tierra como nutricia
retoma de nuevo múltiples poetas de México anteriores y posteriores a la autora
de «Monólogo por tu ausencia»; en mi opinión, el mejor de los textos que aquí
se recogen, por horadar las coordenadas horizontales que va recorriendo
paulatina y cautelosamente la enunciación, también como doppelgänger. No
lo citamos de manera íntegra aquí para que lo busquen, en cálida voz alta, por
la esperanza:
Leer
a Clara del Carmen Guillén
es dar con una referencia de la literatura chiapaneca y de encuentros
internacionales como los celebrados últimamente en Colombia o España. Podemos
acercarnos a su poesía pero también a su narrativa, ensayo o teatro escolar en Carruaje de Pájaros o Poetas Siglo XXI.
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