Muñelocos
(Pan Caliente Editoras, 2018) es un poemario de Monserrat Acuña (Querétaro, 1994) que repiensa el sistema en el que vivimos. Profundiza
con tino en la identidad, la genealogía, la apariencia o la comercialización. Construye
una serie de poemas en prosa que enriquecen la lírica mexicana por su
atrevimiento, de la mano de un proyecto editorial también particular y sugerente.
Gracias
a Diana del Ángel, recibí este libro como el nombre de la editorial. Iba envuelto
incluso en un papel que aún conservo. Forma parte de la colección Pan de feria.
La otra es Bizcocho: poemas para llevar; y espero hincarle el diente pronto. Esta iniciativa
surge de las también poetas mexicanas Yolanda Segura y Maricela Guerrero, quien sostiene en Sin Embargo:
Se
llama Pan Caliente Editoras, donde tenemos dos colecciones. La primera se llama
Pan para llevar, donde organizamos una lectura y hacemos una plaquete donde el
público se la podrá llevar pagando el precio de lo que sale el pan en el lugar
que lo estamos organizando. Jugamos con esta cosa del precio y del valor. La
otra colección se llama Pan de feria, donde publicamos primeras obras de nuevos
escritores. La primera es Monserrat Acuña, una chica muy brillante de
Querétaro. Se llama Muñelocos, donde hace una denuncia de la
precarización del trabajo de los jóvenes y cómo le da la vuelta y juega con
como somos absorbidos por el sistema.
Monserrat Acuña trabaja en El Periódico de las Señoras, donde Esther M. García publica La destrucción del padre (2019); y donde Acuña reflexiona, por ejemplo,
sobre la mujer en la literatura. A Muñelocos se le dedica un espacio en Vozed, cuyo video parece
no funcionar ahora mismo; pero destaca por el GIF que remite al tema de este
libro: aparentemente resulta poesía sobre ciencia ficción, pero en el fondo es un
retrato de lo más cercano a lo que está aconteciendo. También podemos leer a la queretana en Low-Fiardentía,
Punto de partida o Letralia.
Me
quedo con la reseña de Romano en Goodreads, quien considera que es mucho más que un poemario, llegando al
género ensayístico o documental por esa hibridez fértil; amén de las
connotaciones que pasan desapercibidas: «El texto de Monserrat Acuña tiene
incluso una cierta cualidad de silbato para perro en que existe la
posibilidad de que sus temas sean invisibles para determinados lectores,
especialmente para aquellos que pudieran tener un repentino rechazo a textos
feministas mucho más literales o incluso pasivo agresivos».
El
prólogo es de Xitlalitl Rodríguez Mendoza:
Muñelocos,
compuesto por 19 poemas e imágenes precisas e implacables, advierte los
mecanismos tácitos de violencia y de anulación, así como las cerrazones de
aparatos y teorías, al tiempo que vuelve palpables las prácticas cotidianas de
exclusión y violencia de género. Con entornos que van desde Anna Ajmátova hasta
la estética de Peaches (5).
Luego se suceden los poemas breves con una
numeración que nos hace pensar por un momento en las culturas originarias de México que estudia CORPYCEM, pues la
identidad y la configuración social es uno de los hilos conductores de Muñelocos.
Tales símbolos contrastan con monigotes (o, mejor dicho, Muñelocos) que refuerzan
la que fue palabra del año en 2019 para la Fundéu. Se narra una historia, como ensayo, según se
dijo; con el tiempo como base, histórica.
El
sujeto poético habla en tercera persona de la Garra, ese monstruo que es el
sistema. Finalmente, incluso como un cuento, el cierre revela lo que ocurre
ante la existencia de tales prácticas. Los muñecos o peluches que hemos visto en la urna de una feria funcionan como alegoría de la
sociedad:
Han
diseñado trampas para impedir que la Garra se convierta en su verdugo. Se
atoran, se zabullen en la profundidad del mar de poliéster 100%. Algunos han
modificado su cuerpo, poseen grandes protuberancias: cabezas o largas colas que
dificultan la tracción del gancho. Otros afirman que la mejor estrategia es
aprender a mirar a otro lado (11).
El sexo –como teoría de la atracción–, la
estética –como lo que la industria considera bello– y el entorno –como
relaciones interpersonales mediatizadas por la estigmatización– conviven en esa
caja que mostraban Diana Garza Islas o Rosario Loperena. Lo visual, incluso, ante la yuxtaposición de frases y escenas, va
recargando la escena. Otras veces, sin pausas ni espacio en el confinamiento,
se suceden los términos en uno de los Testimonios: «Asueto familiares abuelo hermana madre»
(20). «Técnica para sacar estos peluches de mierda» (17) es la máxima se repite
en Google para buscar una respuesta, a la manera de Hernán Bravo Varela en la parodia que es decir quién soy Hasta aquí (2014).
Este libro replantea cual reportaje periodístico, desde la poesía, los
conceptos, Muñelocos, que conforman el heteropatriarcado, la práctica literaria
y hasta el canon.
Cuando, según apunta Quirarte,
se ha perdido el arte que es el colofón, Pan Caliente Editoras mantiene este
bello cierre, fuera del lugar común:
Muñelocos
se terminó de imprimir el sábado 03 de abril de 2018, con horas de trabajo
socialmente útil que las editorias sustrajeron de sus respectivas tareas
remuneradas y que pactaron realizar el día se fueron de pinta a Chapultepec.
Entre capítulos de tesis, seminarios y archivos caciques, las editoras amasaron
y hornearon este primer libro de la Colección Pan de Feria para compartir el
pan y hacer que los sismos y las penas laborales –y sociales– sean menos duras
y más peluchosas (28).
Aprovechen que está disponible en la
maravilla que resulta Pan Caliente Editoras; y presten atención a proyectos tan
coherentes como este, en el que se puede leer a una poeta que describe con
inteligencia e incluso humor la tristeza y la violencia que nos rodea.
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