domingo, 10 de enero de 2021

Literaturas en México (1990-2018): Poéticas e intervenciones

Mónica Quijano Velasco, Roberto Cruz Arzabal, Eugenio Santangelo y Armando Velázquez Soto coordinaron un libro básico para la poesía reciente, aunque no se centra únicamente en este género literario: Literaturas en México (1990-2018): Poéticas e intervenciones (UNAM, 2019).




            El contenido audiovisual de esta edición electrónica, disponible de manera abierta en el repositorio universitario, da pie a una presentación de quienes coordinan este trabajo, gestado desde hace años en diversos seminarios. El objetivo de dicha investigación es claro: ofrecer un estudio de la contemporaneidad, tan escurridiza para buena parte de la crítica. Parten de 1990 por los escasos trabajos que se han publicado desde una década en que el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) supuso un reconocimiento para las tradiciones y lenguas originarias que son tratadas en este libro.

Quince participantes (en trece textos) lo hacen desde la estética, por supuesto, pero también atienden a las relaciones de la literatura con el ámbito social, político o económico. Los dos conceptos que dan título al libro organizan los capítulos que comentaremos brevemente a continuación, al tiempo que se dan la mano, pues «toda poética implica una intervención, y toda intervención presupone una forma a través de la cual se da sentido al texto» (11).


 

            Alejandro Higashi abre el volumen continuando su aproximación al dificultismo (desde Alejandro Palma) que compartió en el número 23 de América sin Nombre. Esta vez, el artículo «Densidad / profundidad de la poesía mexicana contemporánea (1994-2016)» desarrolla una veta que se imbrica (a pesar de los escasos estudios al respecto) y convive con la llamada poesía coloquial. Ligado a su participación en la Cátedra Manuel Calvillo 2019 de El Colegio de San Luis, ahonda en el significado que ahora mismo tienen forma o crítica en la poesía mexicana contemporánea. Una de las virtudes de Higashi, me parece, es aclarar con su particular colmillo la abigarrada dispersión de un numerosísimo corpus que, al cabo, puede resultar estereotipia.

            Seguidamente, Susana González Aktories profundiza en las poéticas sonoras que viene trabajando en la BUAP Gabriel Hernández Espinosa, amén de otras investigaciones que, sin embargo, todavía no logran darles a tales ejercicios líricos el reconocimiento a nivel global, quizá por la falta de comprensión del público, de la audiencia. Para la puesta en escena de tales prácticas resultan necesarios los agentes de apoyo, respaldo y difusión cultural nacional e internacional con los que se relacionan en torno a las lenguas originarias, diversas disciplinas (con el predominio de las visuales y teatrales) y con perspectiva de género. El completo panorama llega a la lectura que en su propia voz ofrecen poetas entre las que también habría que considerar, por ejemplo, en este año cibernético, a Eva Castañeda con Decir otro lugar (Elefanta Editorial, 2020).

            Por su parte, Ignacio M. Sánchez Prado parte del inclasificable libro de Cristina Rivera Garza Había mucha neblina o humo o no sé qué (2016) para abordar el «ensayo literario» desde Alfonso Reyes a Heriberto Yépez. Lo hace con el dinamismo y la coherencia que lo caracterizan, logrando al cabo un metaensayo; es decir, un ensayo que reflexiona sobre el género tantas veces desatendido por la crítica. Sin recurrir a apartados pseudoriginales, su estructura circular repasa el apoyo institucional del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Tierra Adentro o la Fundación para las Letras Mexicanas, así como editoriales independientes; llegando a la siguiente conclusión, ejemplo de la claridad que destacamos del crítico mexicano afincado en EUA:

 

los ensayos más importantes de la literatura mexicana del siglo xxi [...] son precisamente aquellos que se distancian de ideas del “ensayo creativo” y en “ensayo literario”, y que, desafiando los argumentos sobre la autonomía y pureza de la escritura literaria, se ocupan de las complejas dinámicas estéticas, culturales y geopolíticas de una contemporaneidad que ya no admite ni el privilegio epistemológico con el que se ejerció la literatura en el siglo xx ni una reflexión sobre el presente o sus objetos disociada de los flujos de violencia, política y capital que marcan la experiencia contemporánea en México y en el mundo (129).

 

            Sánchez Prado menciona a Julián Herbert, pero no se centra esta vez en él puesto que ya lo hizo en MLN (2017). Sí lo hace Tamara R. Williams en el texto que le sigue, demostrando cómo se hilvanan las poéticas contemporáneas con rasgos cercanos a Rubén Darío y que permiten unificar algunas características que definía como dispersas Higashi en PM / XXI / 360º (2015). A propósito de la narrativa, Cecilia Eudave, Paulette Jonguitud y Guadalupe Nettel son abordadas por David Loría Araujo. El crítico se adentra en el cuerpo, también trabajado en las últimas décadas por Sara Uribe o Sergio Fernández Martínez en sus respectivas tesis doctorales. Los lazos que explican, efectivamente, las literaturas mexicanas recientes urden en la práctica buena parte de los géneros literarios, a falta de poéticas e intervenciones dedicadas de manera específica al teatro.

            Si Heriberto Yépez es descrito por Sánchez Prado como uno de los mejores críticos de México en la actualidad, en la última de las poéticas, Isabel Díaz Alanís observa al tijuanense junto a Juan Villoro. Ambos, a priori, podrían parecer alejados, en las antípodas; no obstante, evidencian los límites y los poderes que operan en el oficio que nos ocupa. El trabajo de Díaz, nutritivo, compara ambos puntos de partida para la intelectualidad, así como sus mezcolanzas (valga la traba de la palabra).

            En segundo lugar, Mónica Quijano Velasco abre las intervenciones a propósito del fenómeno que en las últimas décadas, desde 1990, especialmente, ya supone la literatura en lenguas originarias, aunque aquí emplea el término «indígenas» (malogrado y despectivo para parte de la crítica más reciente; entre la que recordamos el trabajo de Diana del Ángel y Mariana Ortiz en América sin Nombre, no mencionado en este caso). Destaca del trabajo de Quijano la lectura de lo indígena, pues no se limita a la construcción identitaria indigenista que estudiamos en CORPYCEM a propósito de las recuperaciones precolombinas, planteadas como nexo entre ambos mundos, el pasado y el actual, por Carlos Montemayor (223-224).

            No existe un desequilibrio como tal entre poéticas e intervenciones, aunque la profusión de los trabajos pueda llevar a ello. La investigación de Quijano va de la mano de la siguiente, de Yasnaya Elena Aguilar Gil, Ana Aguilar Guevara y Gustavo Ogarrio Badillo a tenor del canon literario y el concepto de Estado de la mencionada diversidad lingüística. Qué existe en un poema para que sea considerado como tal y no una lista de la compra [o un hechizo, en este caso de Chamula], nos podrían decir en el Máster de Estudios Literarios de la Universidad de Alicante. Retomando el formalismo ruso mediante un estilo fresco y descarado, este texto a seis manos provoca un debate presente entre bambalinas de los eventos académicos pero ajeno a publicaciones de este tipo. Se agradece, pues, que se valore un texto por su estética, más allá de la compleja etiqueta de indigenismo al amparo (o no, en su mayoría; al menos hasta 1990) del Estado.

            A continuación, Irene Fenoglio Limón sigue desarrollando lo que es o no literatura. Se centra esta vez en la zapatista, a partir del Subcomandante Marcos y su cambio a Galeano en un discurso (de nuevo la oralidad, la intervención, pública) de 2014. La dimensión cívica que nos atrae en el origen de este blog cobra notable interés si estudiamos la literatura zapatista, según Fenoglio; y, seguidamente, el giro intersubjetivo que traza con su elegante y compleja poética José Ramón Ruisánchez. Observa el giro intersubjetivo de la lírica reciente en el país norteamericano. Desde el poemario Marfa, Texas (2015) de Coral Bracho ofrece un comentario de los que ya se echan en falta y llega, de manera inductiva, en contra de lo habitual, a establecer así una teoría (cuando al principio se jugaba a renunciar a ella; para leer de otro modo) sobre el poema contemporáneo que, con Juan Alcántara, Tania Favela, Jorge Humberto Chávez o Sara Uribe, podría marcar tanto la tradición oriental como las jóvenes apuestas antilíricas. Al hilo de esa mal llamada (dice Ruisánchez) «poesía de la violencia», Héctor Domínguez Ruvalcaba abona la presencia que tiene la lírica en el espacio público, en la calle, con un texto que en una versión anterior muy parecida a esta publicó en Tintas. Quaderni di letterature iberiche e iberoamericane (2017):

 

La poesía deja su cómoda y hedonista lectura en silencio para volver a su carácter de performance donde los versos se transmiten en voz alta, y la rúbrica del autor se reduce a un segundo plano para dar lugar al evento poético, el canto plural que trata de encontrar la fuerza simbólica necesaria para lidiar con la muerte (2017: 81; 2019: 312).

 

Estamos ante una práctica que investigan Jorge Aguilera López y Eva Castañeda en el mencionado número 23 de América sin Nombre. A propósito de la narrativa, Omar Nieto habla de narcocapitalismo y post-ruralidad, conceptos que aplica desde la filosofía de la segunda mitad del siglo pasado y no tanto en el análisis de novelas que apenas menciona, quizá de manera abrupta, donde también se encuentra el propio autor. Por su parte, Armando Octavio Velázquez Soto, otro de los coordinadores del volumen, cierra la excelente la recopilación con el tema de la migración en numerosos relatos de los asesinatos de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en 2010, tomando como núcleo el blog 72migrantes.com y la «estética de la desaparición» (que en poesía repuso Balam Rodrigo en 2018 por ganar el Premio Aguascalientes con su Libro centroamericano de los muertos), resultando, en definitiva, un estudio completo y único para comprender qué caminos toma la literatura, desde el país con más hispanohablantes, sin desatender lo que la envuelve: el contexto, el cuerpo y el poder.

Se trata, en suma, de una publicación que engloba a parte de la más relevante, rigurosa y atenta crítica de poesía (y sus alrededores) de México. Aprovechen este trabajo que está disponible en el repositorio Athenea Digital, junto a los monográficos dedicados a Cristina Rivera Garza, Jorge Fernández Granados, Yuri Herrera y Julián Herbert. Tales publicaciones son fruto del proyecto PAPIIT-IN 402415.


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