domingo, 7 de noviembre de 2021

Ramonera

Gule´ canda´ naxhi guie´ xhuuba´ lade´,

ti guira´ muxe´´ ralene xho´´ xti ti guie.

 

Nací oliendo a guie´ xhuuba´,

porque los muxes nacen oliendo a una flor.

(30-31)

 

Ramonera (Letraversal, 2020) es un libro de Elvis Guerra (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, 1993) sobre la violencia ejercida contra las muxes: «personas que nacen con genitales masculinos, pero que renuncian a su potencial poder simbólico para abrazar lo femenino».

            La anterior definición es de la cubierta de esta reciente edición española, que dirige Ángelo Néstore: autor del ensayo «La autotraducción al servicio de la visibilidad de discursos disidentes: el caso de la poeta y traductora cuir muxe’ Elvis Guerra» que se publicó en la revista Letral (2020). Un año antes, en 2019, el poemario de Guerra vio la luz en Círculo de Poesía.

            Ramonera arranca con unas palabras introductorias (entendemos que del propio Néstore) donde aclara que estamos ante: «una revisión radical de la épica que versa sobre una minoría marginada, con objeto de reivindicar su cultura zapoteca y unas prácticas absolutamente acordes con la reciente sociedad contemporánea» (7).

            El libro se dedica «a todas las muxes de Juchitán. en especial a Adriana, muxe´ de la novena sección asesinada en 2009» (13); a la que se dirigirá de manera directa en uno de los últimos poemas «Adriana muxe´, guie´bi xuuba´ / Adriana muxe´, la flor que se desgranó» (72-73). No por casualidad considero que el número de poemas que Guerra arma en Ramonera sea 33: edad de Cristo en la religión cristiana a la que se opone, como otras tantas colonialistas en contra de las libertades y la diversidad, el sujeto muxe´. Matan a Ramón para que nazca Ramonera, sufijo imperfecto, personaje ya de la épica con la que comienza Néstore Ramonera.

            El yo lírico lo mismo define en tercera persona el significado de ramonera o de muxe´ que utiliza el pretérito (esta vez, perfecto) para lograr el ritmo con paralelismos que conforma el inicio del poema «Xcuidi ni guca´ / Al niño que fui»: «Gule´ cuya ti son yaa ndaani´ ná´ jñaa / Nací bailando la llorona en los brazos de mi madre» (30-31). El dolor del que se habla en buena parte del libro convive y fluye gracias al humor con el que se cohesionan muchas de las duras escenas narradas. De ahí que la imagen de la famosa canción, como primer hito al dar a luz, suponga la pérdida de lo que la sociedad occidental viene años considerando un niño. Estamos ante el muxe´ que protagoniza el personaje autobiográfico.

            Dicha desacralización del dramatismo que suponemos a la tragedia choca, también tipográficamente, en las páginas 42-43, donde de puño y letra damos con la nota del personaje que nos ocupa, a la manera de un embrujo para quien no ramonee como se debe. 

            En las páginas siguientes ya aparece el mismo poema, en sus dos lenguas, con la tipografía habitual. Y, poco después, una oración de la que extraemos el principio y el final, por ese juego con la religión occidental que se impone con la Conquista, «Ndaaya´ guicaa nguiuu jmá nadxiee´ / Oración para mi hombre predilecto» (50-51):

 

Nguiuu naguidxiguié ladi,

nguiiu rusa´bu´ naa lu guendanadxaba´

[…]

Nguiiu napa guira´ iza,

bi´cu´ yooxho´,

nguiiu rou´ ne rudiide´chu´ naa,

nguiiu xiiñi´ binnidxaba´,

guendanayeche´ bichidxi xtinne´ qui ziaadxa´ cue´lu´.

 

Hombre de piel de quince años,

hombre que me dejas caer en tentación

[…]

Hombre de todas las edades,

perro viril,

macho que me pruebas y después me niegas,

hombre del mal,

la paz de mi cartera siempre estará contigo.

 

No es esta la única oración de Ramonera. Hay otras dedicadas, por ejemplo, a San Pedro páginas después. Aunque sabemos que Ramón es el nombre que está por encima de los personajes que se suceden, secundarios, a partir del yo que enuncia, destacan Jesús o Adán en el poema que sigue al citado anteriormente, «Ra zeeda lá / Glosario» (52-55); texto que concluye igual que el ya apuntado con el valor crematístico y la crítica, también paródica, que caracteriza a Guerra: «ti nguiiu naquiiñe´ guisaca / bia´ca´ risaca xquié / que ningún hombre debería valer / más de lo que mide su pito» (54-55).

            El retrato que sirve para comprender la diversidad todavía en buena medida callada en México concluye con la sorna que por un par de años no coincidió con el desenlace del tópico machista:

 

Guira´nga nuaa gunadiaga´,

xisi gunaa cayuunda´ naya´

nisi guni´ íza di´

laaca ziaanata´ Cruz Azul zuxhidxi ziña.

 

Eso quería escuchar,

la mujer que me leía las cartas

se limitó a decir que este año

el Cruz Azul tampoco será campeón (96-97).

 




Cuestiones como la relación de Ramonera con Brujas (2020), de Brenda Lozano, me surgen, entre otras muchas, al terminar de leer. No continuamos aportando notas sobre este libro porque próximamente trataremos de acotarlas con mayor rigor en un ensayo sobre la identidad, a propósito de CORPYCEM.

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