Si hace un par de semanas nos deteníamos en Becky Rubinstein (Ciudad de México, 1948) por Adivina quién soy, esta vez volvemos a una obra suya, Chancletas y chanclitas (también de FOEM, 2021), con ilustraciones de Manuel Arturo
Castrejón Rodríguez. Lo hacemos por la viveza de las imágenes verbales (y, esta
vez, también visuales) que nos permiten vincular la DLL con REA y ODS en el
marco de la dimensión cívica de la lectura. Veamos qué significa todo ello.
Este libro se
dedica a quienes empiezan a caminar, en todos los sentidos. Desde el físico al
metafórico, al abrirse paso en el mundo, desde la escuela infantil a Primaria.
En tal línea destacaremos algunas propuestas didácticas que despiertan los
veinticinco tipos de calzado a los que Rubinstein dedica cada poema. De cara a
la empatía, no hay mejor manera que sentir al otro poniéndose en los zapatos
de esa persona; por ejemplo, al entender lo que sucede en la invasión a Ucrania
o en la separación de familias centroamericanas al cruzar la frontera hasta EUA (estos casos son nuestros).
El primer texto, “Borceguí”, nos lleva
a la Edad Media. Con el tono narrativo que caracterizará a cada composición y
respetando una cuidadosa métrica, en octosílabos con rima asonante en los
versos, entendemos la historia de ese calzado de manera juguetona. Quien
enuncia, el sujeto, contrasta el léxico más específico o culto (como “oronda” o
“maravedí”) para los cursos avanzados de Primaria con la coloquialidad de expresiones
con las que se cierra de manera redonda la estrofa (“ni de noche ni de día, / “pues
pronto darán de sí”).
La sintaxis es
clara. Enseguida traslada la acción a un público lector que se engancha
rápidamente a las vertiginosas acciones descritas, acompañadas todas ellas de
vívidos colores, propios del mundo que se dibuja a cada paso. Se hace hincapié
en el género femenino, reivindicando así (con las elefantas, pongamos por caso)
una presencia femenina en la representación del sexo que ofrece la gramática,
también otros seres, según veíamos hace días, como los animales. El género epiceno entonces (elefante) admite el femenino del personaje que reivindica precisamente eso: una identidad históricamente velada a partir de la ruptura de la norma.
A pesar de la claridad sintáctica,
no se evitan (en la segunda estrofa) proposiciones subordinadas adjetivas. El
pronombre relativo, de tal modo, une los tiempos narrados sirviéndose de
monosílabos (la preposición “por” o el sustantivo “par”, a favor de la
paronomasia y el inexorable ritmo).
Con maestría se habla del pasado en
presente. Es decir, se recalca el adverbio hoy. La fuerza de la oralidad a la
que nos acostumbra la poeta mexicana lleva a una inconsciente, quizá, relación
entre la deíxis citada y la interjección, el respingo que causa en su
protagonista tan bello calzado; a tenor, al menos, de lo que reflejan, una vez
más, las ilustraciones.
Cómo trabajar el adjetivo, sus
grados (comparativo, superlativo, etc.): mediante la tercera estrofa. Donde
también descuella la exclamación propia de la LIJ. La función expresiva, junto
a la apelativa e incluso la metalingüística, garantiza el trabajo de las
emociones en el aula. Abrimos un debate, antes, durante y después de la lectura
(con la estructura que sigue valiéndonos treinta años después gracias a Solé),
a propósito de esta necesaria prenda, su relación con la pobreza (si pensamos
en el primero de los ODS) o en los deportes que seguro que practican. ¿Qué
chancleta o chanclita te falta en esta lista de cuentos en verso?
Aprendemos lo que son los “Huaraches”
(18) mediante el humor que hay detrás de alusiones a la Ciudad de México.
Recordamos la Cenicienta de los Hermanos Grimm y actualizamos el arquetipo
desde la base, ahora, sus zapatillas (19). Babuchas o tenis (con la
pronunciación en cursiva, del inglés shoes),
zancos o abarcas (siempre con Miguel Hernández presente al emplear esta
palabra) llegan a zapateros, a espacios donde se ordenan y confunden (cobrando
vida incluso) las risueñas protagonistas, Chancletas y chanclitas.
En poemas como los del final, sintéticos,
cual haiku que invita a la adivinanza a través de los siempre presentes
animales o seres personificados, se resume el juego con el que aprender el
campo semántico del calzado a la vez que la historia que existe tras él y cómo
conecta con nuestros intereses, nuestras aficiones, los deseos, las preguntas,
las situaciones de aprendizaje en el aula. Sirvan estos bosquejos, pues, con
base en los primeros textos para abrir posibilidades que iremos desarrollando
en investigaciones sucesivas desde la Red 5746 en el DIFD (Departamento de
Innovación y Formación Didáctica).
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