Hyaznä. Luz de Luna / Light of the Moon (Ya mfeni, 2023) es el libro de poesía que Rosa Maqueda Vicente (s. f., Valle del Mezquital, Hidalgo) escribe en hñähñu para el público infantil, con ilustraciones de Carlos López Magaña y traducción al inglés de Nora Carolina Blome y Patrick Cheney.
Tras a Ya nda / Semillas / Seeds (2021), con prólogo de Carmen Alemany
Bay, este trabajo reciente se enmarca de igual modo en el proyecto CORPYCEM, así como en la
perspectiva ecocrítica. Lo
anterior se debe a que se recupera, por un lado, la cultura originaria del
Valle del Mezquital que tanto difunde la poeta y activista; y, por otro, se
defiende la habitabilidad de un espacio natural, en convivencia con la
diversidad del entorno así como el respeto a las raíces. Por ello, estamos ante
un libro que perfectamente podría llevarse al aula de Primaria, en el marco de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Antes del prólogo de Hyaznä, firmado por Erika Barguera
Pedraza, se agradece a las niñas y niños de las comunidades del Alto Valle su
imaginación a la hora de plasmar, plásticamente, estos poemas. Para Barguera: «leer
este poemario más allá de las propias metáforas, es adentrarse a revivir los
detalles del Valle, las formas de vida del campo por medio de sus flores, de
las cactáceas, de los cantos del cenzontle, de la luna y de los aromas» (s.
p.).
Once poemas, en edición trilingüe (hñähñu,
español e inglés) como decimos, sin paginación, se suceden al recrear una noche
encendida por la vida: la naturaleza en forma de insectos, la sinestesia de los
recuerdos; la semántica del cielo; la genealogía en femenino; los nombres
propios que construyen una identidad; el lenguaje de los elementos naturales;
escenas de la memoria íntima; el aprendizaje sensoriomotor; la lectoescritura
de un espacio; el verbo arraigar, más de la tierra al cielo que del cielo a la
tierra. Por último, un glosario nutre el intertexto, la competencia
lectoliteraria del alumnado a uno u otro lado del Valle: Däxpe, Zabi, Hwähi.
Fijémonos, como venimos haciendo en
este blog, en uno de los poemas para explicar la importancia de Maqueda en el
currículo de Didáctica de la Lengua y la Literatura; con el objetivo de ampliar
el canon de lecturas (recordemos que su obra Sol de media luna, con la que dialoga esta, ya se encuentra disponible en
la Biblioteca de la Universidad de Alicante).
Nos centramos en el primero, a modo
de pórtico que dé pie al siguiente, por qué no, decálogo. Para abrir boca
analizamos la composición, a doble página:
Podría tratarse de
un haiku que extiende la primera parte, multiplicando la lengua (más que
bífida) en el habla que adquieren infantes en relación con el resto, no sólo
humanos. Las lenguas originarias dan luz (razón) a la noche: la historia oscura
que todavía siguen sufriendo en contra de su visibilidad, la convivencia con
las otras, el peligro de que desaparezcan como modos de nombrar la realidad y
los sueños. El verbo principal aparece en el tercer verso (ondulan). Y es por
eso que en seguida nos viene a la mente la imagen del agua que da forma a la
tierra, al medio. El gerundio con el que termina el poema, breve, como el
resto, remite a la unión, a la flexión, al número, a la persona dentro de la
impersonalidad y al principio de todo, al final de este texto inaugural: el verbo.
Sin rima, en verso libre (como diría Córdova), el ritmo se logra por los pares
de palabras en español, por la repetición del sonido /ai/ (lamento o atención)
en hñähñu y las nasales del inglés. Casi onírico, el paisaje se alimenta por
finas ilustraciones, simples, en un par de tonos cálidos. El tema es la luz.
Ahora bien, el interrogante salta enseguida. ¿Quién da luz de luna (ese canción de Natalia Lafourcade)? ¿La luna a la luciérnaga o esta a aquella como metáfora de la
comunicación, del reflejo, de la guía?
Se abren las posibilidades
didácticas antes, durante y después de la lectura, a la manera de Solé. El hilo
narrativo se estira en tercera persona: se cuenta cómo surge la vida gracias a
la periferia; al cabo, central. En todo ese universo, con el poema más extenso,
el final, de once exactos versos que enumeran y sintetizan lo planteado hasta
ahora se anima a la lectura, a la escritura, al tejido “para ti” (últimas dos
palabras del libro).
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