domingo, 16 de diciembre de 2018

Javier Peñalosa M.


¿Se nombra el cauce vacío
o el nacimiento del agua?
Javier Peñalosa M.

Javier Peñalosa M. (Ciudad de México, 1981) forma parte del archivo de Poesía Mexa con su libro Los que regresan (Antílope, 2016): una historia del agua que hubo en la ciudad de México y de quienes ahora vuelven a desecarla aún más si cabe.

            El guionista y autor de libros para niños recibió por esta obra el Premio de Poesía «Joaquín Xirau Icaza», con un jurado compuesto por Elsa Cross, Adolfo Castañón y Juan Villoro. La serie de poemas breves, sin título y en verso libre va con un agradecimiento a poetas como Robin Myers, Alejandro Albarrán o Mara Pastor. Entre ellos se establece un discurso que envuelve al género y al país que nos ocupan.
            La cita de Manuel Pereira con la que se abre el libro introduce la idea del cauce del río que sin agua sirve de senda, rambla y rúa. Como vimos la semana anterior, el poema se sirve de la narración para contar una historia que bebe tanto de lo real como de lo ficticio, tanto de lo original como de la tradición literaria que conforma la identidad de quienes regresan a un lugar que no dejó de ser el suyo.
            La sintaxis de Peñalosa conecta ideas sempiternas y las acerca al habla con un lenguaje que fluye. Circula y traza un mapa de su historia, que es la de buena parte de la madurez de la joven poesía mexicana: «Esa misma tarde estuvimos dando vueltas alrededor / de un mismo punto. Orbitábamos por la gravedad de los / hechos. Girar era nuestra manera de ir» (27). La deixis temporal, el plural mayestático o el natural quiebre del verso dan contemporaneidad al paso del tiempo en distintos espacios que vertebra México.
            La desaparición de lo físico en el primero de los cuatro elementales produce una borradura, una cicatriz geográfica que, allende la frontera que supone el cliché, establece un canal, un camino. Ahora bien, el paisaje también afecta al paisanaje, a la sociudad, a la dimensión cívica, a la violencia: «Y una tarde desapareció Raúl. Sus tumbos / y sus flores. / Desaparecieron o cambiaron de lugar» (28).
            Y una vez más son puntuales las rutas entomológicas en el ir y venir con las mismas cargas solidarias: «Sabía leer los pájaros y el recorrido de las hormigas. / Para nosotros eran importantes las correspondencias / entre arriba y abajo» (31); entre el cielo y la tierra. El poema como isla de José Emilio Pacheco a Homero Aridjis a Coral Bracho a Esther M. García.



Peñalosa construye con ingenio nuevas expresiones sobre lugares comunes. Poesía Mexa y la editorial Antílope nos permiten ahora leer una obra que por partes viene en las revistas Letras Libres, Oculta Lit o Cruce.


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