miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ladakh

Escribo esto
voy a la cocina
prendo la estufa y me preparo
una quesadilla
Francisco Alatorre Vieyra (Ladakh, 15)

Ladakh (2015, La Rana) es el poemario con el que Francisco Alatorre Vieyra (México, 1982) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2014. Hace un mes lo presentó en el Café Bar-Las Hormigas con el jurado de este (bendito) fallo: Rocío Cerón, Hernán Bravo Varela y Víctor Cabrera.

            Alatorre Vieyra escribe poemas para leer en la radio. Y creemos esto porque al escucharlo se intuye un eco que desaparece al hablar el libro. La página en ocre (color reciclado) reúne unos retales coloquiales, de distintas épocas y lugares, pero cercanos siempre a los pensamientos más oscuros que el poeta conecta con la vida. El pasado y el presente, el cuidado y el afán, la razón y la pasión forman una cuerda fina que no atiende a los límites de un género al que se accede ya, por fin, de muy distintas maneras.
            Ladakh logra narrar una sensación cuyo hilo conductor es el recuerdo. A partir de él nos explicamos, pero no entendemos todos los porqués, cómos, cuándos y dóndes…, entre otras uves dobles.
De izq. a dcha.: Víctor Cabrera, Francisco Alatorre, Rocío Cerrón y Hernán Bravo
            Sin comas ni extensiones inútiles y reiterativas, Ladakh es la prueba de la unión de las diferencias. Desde México a la India, los husos y costumbres nos orientan hacia la misma indefensión humana. A veces cerrar los ojos se antoja la única solución, a priori: «Servimos la cena a oscuras/ por temor/ para no ver lo que comemos» (44). Este humor negro transforma el verso de «Sderot» en la luz absurda que deja de simbolizar la razón cada vez en más sitios, como una crónica cónica, puntiaguda. Del mismo modo, «Raíz larga» dispone las palabras a modo de caligrama, esta vez desde la tierra; como un reflejo celeste. La cosmovisión poética no está tan lejos. El pasado conecta con el futuro a pesar de las partes más íntimas: «mi abuela guardando la comida que no le gusta dentro/ de sus pañales» (80). La crueldad es una edad cruda. La cocción a la que nos somete Alatorre es lenta, a pesar de la fugacidad de los instantes poéticos. Quien lee transita por estas zonas del lenguaje que desde lo sencillo (que no simple) es complejo y acompleja.

            ¿Cuántos premios de poesía hay en México? Muchos. Y quizá por ello hay buenos poemas. Y distintos. Visitemos Ladakh. O mejor: vivámoslo.

1 comentario: