domingo, 31 de enero de 2021

El libro del mal amor

 

El libro del mal amor (VersodestierrO / Campo Literario, 2018), de Hortensia Carrasco (Acatlán de Osorio, Puebla, 1971), se vincula con el proyecto CORPYCEM debido a la singularidad con la que trata el tema por excelencia para la poesía (el amor) a partir de ricas referencias de la tradición precolombina y novohispana que explican tamaño sentimiento humano sin dramatismos ni versos efectistas; sino con humor y numerosas alusiones a la riqueza verbal y natural de México.




            Este es el segundo título de la colección Reloj de Aceite de la editorial que fundó Adriana Tafoya. Otra poeta conterránea, Adriana Ventura, firma la contracubierta a propósito de los temas que presenta el libro, entrecruzados y bien armados en dos partes, la que da título al libro y «El gran juego», donde más presencia tienen las recuperaciones que abordamos desde la Universidad de Alicante. Daniel Olivares Viniegra, en Tercera Vía, alude a «un clasicismo que lo mismo remite a la Comedia nada cómica del Dante, pasando –por supuesto– tangencialmente por Bocaccio (y toca por necesidad al Arcipreste de Hita), pero que desemboca igualmente en el encantamiento culterano que producen, por ejemplo, las imborrables imágenes producto de los pinceles de los Lucas Cranach (tanto del Joven como del Viejo)».

            Daniela Martín del Campo Pretelín es la autora de las ilustraciones que complementan atinadamente algunos de los poemas, como muestra la imagen a continuación:

 

 


 

 

            La poética de Carrasco parte del Arcipreste de Hita. El escurridizo tema del amor que veíamos desde distintas perspectivas en la poesía mexicana contemporánea de Nancy Hernández García a Elisa Díaz Castelo ofrece aquí una singular relación intertextual con el siglo xiv y la negativa afección que supone, en este caso, la literatura. Se puede entender como un manual de los afectos y sus desastres conyugales. Ejemplo de ello es la comunidad minúscula, gris y gregaria que se alimenta de otro símbolo desde la cultura egipcia. Son dos versos centrales del poema «Día ordinario»: «Una horda de hormigas se hincha / con los jugos de un escarabajo» (15). Y la entomología que trazamos en este blog desde las hormigas (constantes: 21 o 23) de José Emilio Pacheco o Vicente Quirarte llegan a ese insecto que recientemente poetizan Fernando Fernández o Lorena Huitrón. En ese sentido se puede comprender la articulación de un simbolismo común en la reciente lírica de México.

            El bestiario continúa ya en «El gran juego» con el motivo de la máscara, menos como recurso del doppelgänger y más de la realidad onírica tras el trasunto de personajes en torno al yo lírico; así como coloridos alebrijes que destacan la exuberancia de la palabra. Ejemplo de los mitos que convergen en Carrasco, cercana a Tafoya, es el poema «Culebras» (48):

 

 


 

            Estamos ante otra manera de tratar el erotismo, con la fuerza de la naturaleza en sus diversas y ricas interculturalidades. La voz de la autora que nos ocupa es firme y contundente; resultado de un oficio que domeña por su talento natural y una constancia en su afán; desde las lecturas que conforman la historia de México a su labor como árbitra en el ya mítico Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero.


En relación con las recuperaciones novohispanas, desde sor Juana, tendrá lugar este encuentro en la BUAP:




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