domingo, 30 de mayo de 2021

«Amor constante más allá de Insurgentes»

 

Andar querrán mis pasos la dorada

calle que me miró nacer un día

acabaré disuelto en sus ocasos,

espejo en que se miren las arpías.

 

Mas no en esta otra acera de Insurgentes

habrán de cerrarse mis heridas:

cantar sabe mi pluma los delfines

y perder el respeto a la Academia.

 

Pluma que espada en el amor ha sido,

versos que me defienden más que el traje,

páginas que contra el silencio he escrito,

 

su tinta perderán, no su coraje,

la calle cantarán y el homenaje

Holbein será, mas Holbein y Correggio.

 

El soneto de Vicente Quirarte «Amor constante más allá de Insurgentes» permite el comentario literario y lingüístico que exige la fase de oposición a profesorado de Educación secundaria. Pese a que no es anterior al siglo xviii, sino contemporáneo, de finales del xx, puede analizarse desde la perspectiva de la famosa obra de la que parte: «Amor constante más allá de la muerte», de Francisco de Quevedo.

            El texto presenta las grafías propias del español actual, pues, como adelantábamos se debe a Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954). El poema, autobiográfico, describe el momento en el que el yo lírico conoce a su amada, en en enclave con el que termina el último verso, entre dos calles próximas a la famosa Avenida Insurgentes; topónimo que altera el título original del célebre soneto barroco.

            Aunque podríamos hablar del neobarroco que cultivan otras referencias como su coetáneo Víctor Toledo, como veremos a continuación, la obra se caracteriza por el empleo de una sintaxis y un léxico claros. El homenaje al poeta del Siglo de Oro conserva el armazón que modifica libremente desde los rasgos propios que configuran la lírica más reciente: entre la cual se encuentra demás sonetistas como o Julia Santibáñez o Luis Vicente de Aguinaga.

            Podemos dividir el texto de Quirarte en cuatro partes, según cada una de las estrofas que acaban coincidiendo, como calles (versos) y cuadras (cuartetos y tercetos, respectivamente) con el plano cenital de la ciudad de México: desde la mencionada Insurgentes a las calles que no por casualidad son renacentistas italianos.

 

 


 

            El arranque imita al quevedesco. Un infinitivo hace de sujeto hasta el encabalgamiento de rima asonante en los versos pares del primer cuarteto; libre, en el segundo; y, por último, BCB CCB en los tercetos. Asimismo, los acentos de los endecasílabos discurren libremente desde el enfático inicial al melódico, al sáfico y al melódico.

            En cuanto a los recursos literarios, desde el plano fonológico, destacan la aliteración del sonido vibrante /r/ en el verso «habrán de cerrarse mis heridas» o el posible calambur entre el verbo abrir y cerrar, en el ejercicio oral: términos antitéticos que conectan con el plano lexicosemántico. Predominan los verbos de acción, de movimiento. Junto a ellos, como texto narrativo, van de la mano los adjetivos que describen el espacio y, al mismo tiempo, las sensaciones. Se entrecruzan percepciones sin llegar a poder hablar de sinestesia. Son implícitos los paralelismos, pues, hasta dar con los sintagmas finales, idénticos: «su tinta perderán, no su coraje, / la calle cantarán y el homenaje». Van de la mano con el artificio verbal que imita el poeta mexicano mediante la yuxtaposición y la adversativa que introduce el segundo cuarteto. Esta, asimismo, en la forma clásica del monosílabo que coincide con el adverbio de cantidad (más) marca los pasos de una a otra estrofa, de una a otra calle, hasta llegar al cruce de Holbein y Correggio: conceptos, ahora sí, igual que Insurgentes (en relación con el insurrecto amor), llenos de connotaciones interartísticas con la amada (de nombre poema, Carmen; y de apellido, mármol, Carrara).

            El atardecer ofrece la imagen del espejo celeste en el que entran en juego las arpías, como referentes mitológicos. Sigue la herida que actualiza el tópico de las armas y las letras, próximo a la Academia. En este momento se altera la sintaxis con el hipérbaton «páginas que contra el silencio he escrito». Finalmente, con la lectura llegamos a desvelar una serie de referencias cultas, propias también de la intrahistoria del personaje que refleja, como el espejo del ocaso, la vida del poeta en su memoria o saudade.

            En cuanto al análisis fonológico, morfosintáctico, lexicosemántico y pragmático de un texto actual y sus posibilidades de aplicación didáctica en el aula, el ejemplo de Quirarte puede abordarse a tenor de las tres propiedades textuales: adecuación, coherencia y cohesión.

            Tales propiedades suelen desplegarse de manera más clara en la aplicación didáctica de un texto periodístico; no obstante, el soneto cumple con el ámbito de uso propio del soneto que llega a la lengua española en el siglo xvi y que cultivan desde Quevedo al autor que nos ocupa. Pese a la libertad de acentos y de rimas, se ajusta al esquema habitual de los catorce versos que integran dos cuartetos y dos tercetos. Por tales estrofas discurren, coherentes, los hilos temáticos que parten del amor y la ciudad de México tan presentes en el autor de Calle nuestra (1979). La Academia y la relación de la poesía con otras artes como la pintura se despliegan, al cabo, en la convergencia citadina de las calles-referencias renacentistas que se cruzan. En tercer lugar, la cohesión se logra mediante nexos y señalados como la conjunción adversativa; amén del posesivo («su») a lo largo y ancho del poema-ciudad.

            En lo concerniente a los rasgos fonológicos, morfosintácticos, lexicosemánticos y pragmáticos del texto fueron comentados desde el punto de vista literario, pues convergen en el texto. Destacamos el arranque del soneto, que marca la curva melódica a partir de la cadencia del verbo, cual «peatonauta» (según Ramón Castillo). Sirve de captatio y, a la vez, de paso inicial e iniciático para el amor en la urbe. Lo mismo ocurre con los endecasílabos enfáticos ya apuntados; cuyas palabras, en relación ya con el plano morfosintáctico, son nucleares para la comprensión del soneto: calle o páginas; a favor, pues, de la dicotomía que se establece al recorrer la ciudad y el poema.

            Como si desplegara el plano o carta de amor, las cuadras están unidas por estructuras simétricas, cual espejo en que se miran paralelismos del tipo «su tinta perderán, no su coraje» o, de nuevo, con la adversativa «Holbein será mas Holbein y Correggio». Consigue el sentido plural, de un individuo más el otro.

            A nivel pragmático el autor ofrece gradualmente el sentido del poema. El tópico de Quevedo avanza en la medida en que el homenaje desatiende el molde fijo del Barroco para acercarse a quien lee. Si somos de México o conocemos la importancia de las calles mencionadas, en mayúscula, sabremos la ambigüedad que se produce, como desautomatización, en un soneto con el que todavía es posible ofrecer novedades.

            Tomando como clave la actualización de la composición clásica, presente en el currículo de secundaria y bachillerato, proponemos la siguiente aplicación didáctica: análisis comparativo de los poemas de Quevedo y Quirarte con el objetivo de precisar las características del Siglo de Oro que se dan en la contemporaneidad. Además de extraer las semejanzas y las diferencias, se ofrecen distintas maneras de cultivar el soneto en e país con más hispanohablantes: ya sea con Raúl Renán, Roberto López Moreno, Cristina Rivera Garza o Yolanda Segura.

            En lugar de hacer que escriban un soneto, imitando solo de manera superficial la forma y no tanto el contenido o las posibilidades que el texto plantea, se invita a que lean y conozcan las diferentes maneras de expresar el tema o los temas en catorce versos. La mayoría de los textos hasta el siglo pasado pueden hallarlos en la red, por lo que trabajamos las TIC, la competencia de aprender a aprender y la social y cívica, ya que buena parte de los textos recientes con los que podemos relacionar el que analizamos se vinculan con la línea ecocrítica de la literatura.

            Diferentes muestras como las enlazadas dialogan con la que nos ocupa. Estudiantes que requieran apoyo en la lectura podrán comenzar con la definición del conceptismo, si nos basamos ya en el tercer trimestre de bachillerato, o en el culteranismo, quien ya sea capaz de desentrañar la red de símbolos y relaciones interartísticas que el texto analizado ofrece.

            Por tanto, estamos ante una muestra del vínculo que todavía tienen el conceptismo y el culteranismo. Nos encontramos ante un ejemplo de la tradición que conoce la literatura contemporánea. A partir de la intertextualidad con el conceptismo de Quevedo, se describe el enamoramiento del sujeto poético en la Ciudad de México. Lo dicho demuestra tanto la vigencia como las variables que operan en el metro por antonomasia.

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