Imagen de Máspormás |
necesitamos menos subjetividad y más
sujeto en los libros
(2017b: 57%)
Pierre Herrera (Morelia, Michoacán, 1988) forma parte del archivo de
Poesía Mexa con tres de sus últimos libros: Objetos
no identificados (Centro de Cultura Digital, 2017), Dafen: dientes
falsos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2017) y Pero quién es el
soñador. Sueños (Centro de Cultura Postdigital Jaime Maussan, 2018). A
continuación trazamos una lectura en torno a lo digital.
Dafen: dientes falsos
(2017a) viene etiquetado como ensayo en la editorial que ofrece libros a bajo
precio en buena parte de la República. El editor de Broken English tacha
los derechos que se reservan en la página de créditos y nos ofrece las
divagaciones de quien se sienta en el dentista, quizá en la previa de un
implante, y narra las vicisitudes de las copias en el arte y del valor de tales
«productos» a partir de Los girasoles de quien enloqueció en Arlés y
perdió una oreja. Para más inri, en esta hibridez de los géneros y la realidad,
el texto viene centrado, cual verso que cae. También viene obliterado «Su
pasado» (15) y «Original o copia» (56); este último antes de (copio
y pego de nuevo) «Original o copia» (56), y de «Me fugaré y robaré el cuadro»
(106), pues actualiza la copia del original de la copia. El resultado es un
repaso de la historia de la copia hasta dar con Dafen, una ciudad suburbial de
China, de donde posiblemente vengan los dientes a los que, como Margo Glantz,
se refiere Pierre Herrera entre épocas, lo banal y la filosofía; entre la
muerte del autor de Barthes, los demasiados libros de Zaid y los Replicantes de
Blade Runner. Y cómo digerir todo esto con una boca que no es la
nuestra. Pienso en la sonrisa que ya incluye Instagram y en la exposición
virtual de Van Gogh en México: «El primer libro protegido por los
derechos de autor: / Drácula (1897) de Bram Stoker» (42). En México las
versiones y las diversiones de Paz y Pacheco dan ahora con una posibilidad no
exenta de ironía: China creará la poesía mexicana contemporánea.
Objetos no identificados
(2017b) solo puede leerse en formato digital. En esta ocasión la prosa convive con los diálogos y
numerosas notas al pie de página que explican que es eso que vuela, vemos y no
acertamos a definir. Relacionado con la copia que tanto atrae al poeta y
teórico mexicano, este texto ofrece una nueva lectura de la borradura o
tachadura ya comentada, pues la imagen en movimiento, como GIF que tanto
incluye en su editorial (pensamos en Isabel Zapata) ofrece varias lecturas en
un mismo plano. Es un paso más para la ontología y la hermenéutica:
Todavía
hay espacio para la crítica y la denuncia, la dimensión cívica que cultiva el
michoacano a propósito de la violencia, los cuerpos, el desollamiento y la
censura que velan la realidad. Las preguntas retóricas, las cuestiones de género en la literatura, la problemática de las fronteras ante la aporofobia
y el resurgir de los fascismos, en este mundo que se acaba, aterrizan las ideas
en dicho poema-ensayo que tan genuinamente (sin desatender las lecturas
clásicas) cultiva Herrera (en ejemplos que continúan con Chile y Gonzalo Millán
al 71% de la lectura o con la visión del público al 85%). Son múltiples las
formas de lectura que permite tal obra. Quien mira al cielo y ve algo
raro empieza a creer y, seguidamente, a desmerecer la atención por formar parte
de una rutina, de un suceso que deja de ser imprevisto, aislado. Es la différance,
por Derrida; es la página, el observatorio, que describe Juan Pablo Anaya en el
Postfacio (96%).
Pero quién es el soñador.
Sueños (2018) abarca, como se explicita, «cuatro meses de
sueños en forma de diario» (7), desde enero a abril de 2018 (el libro se
publicó en diciembre). Como hará un año después Juan José Millás en La vida
a ratos, cada microrrelato es un día de la semana; cada mes, una estructura
que integra a la anterior; y, así, sucesivamente, hasta dar con el poema-ensayo
como conjunto que engloba todas las demás bases narrativas como diálogos, de
nuevo con la tradición, o monólogos del subconsciente y la vigilia. Como en Millás,
no todos los días dan para escribir algo. La selección igualmente parte del
recuerdo y casi cabe en un tuit (más ahora que llega a los 280 caracteres).
Decimos esto pensando en Yo también me acuerdo, de Margo Glantz. Este es
un ejemplo que parodia y profundiza en la digitalización de lo onírico:
El colaborador en Tierra Adentro traza en su poética una serie de líneas
que permite entender la lucidez del lenguaje frente a la aparente banalidad,
así como sus relaciones con la intachable tradición literaria que conforman tan
rica nómina de poetas jóvenes. Además, podemos decir que estamos ante una
escritura del margen, que glosa la memoria y demás disciplinas artísticas para
complementar la tradición y evidenciar la herencia y la renovación en el mismo
texto, poema o ensayo mediante escrituras al pie de página (tal como lo hará
próximamente Esther M. García y su libro La destrucción del padre).
Herrera funciona
entonces como hilo conductor de la poesía experimental que en torno a la
edición y el ensayo sigue y amplía la directriz de Agustín Fernández Mallo, Cristina Rivera Garza, Eugenio Tisselli, Sara Uribe u Horacio Warpola. Además de su publicación en formato libre, el
trabajo de Poesía Mexa, una vez más, permite la lectura y la difusión de un
poeta que ya conviene recordar.
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