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Esta semana se subió a Poesía Mexa la antología Mexican Poets Go Home (Bongo Books, 2016): 22 poetas actuales con la traducción
al inglés de John Z. Komurki. Jóvenes con ya una
reconocida trayectoria regresan a casa, a la lectura, después de tres años sin
la atención que merece este magnífico trabajo. La selección editorial de los
textos muestra las particularidades de una dispersión que enriquece lo que se
está haciendo en la lírica del país que nos ocupa, nos llama y nos repele (en
el mejor sentido).
De
22 poetas, 9 son mujeres; lo que nos invita a pensar con razón que la poesía
mexicana más atrevida y sugerente, como ya se reconoce en cada foro, la están
haciendo las mujeres. Mayor debería de ser el número, por tanto; no obstante, mientras
seguimos reclamando la igualdad, la presencia femenina se aleja por fin de ese
injusto tercio que era en el mejor de los casos. Las poetas mexicanas no son tan pocas. A continuación, destacaremos un rasgo de
cada poeta (a tenor de una media de cinco poemas recogidos por persona); la
mayoría (15, además de Yolanda Segura y Luis Eduardo García, que coordinan este
archivo de obras liberadas, pero no incluyen su obra, como sí lo hace Diana
Garza Islas; mientras que las otras dos personas al frente de este proyecto,
Daniel Bencomo y Jorge Posada, no figuran en el índice digital de la página que
tanto nos ayuda a leer semanalmente, pero sí están incluidos en la antología
bilingüe de Bongo Books), presente en el índice de Poesía Mexa.
Ahora bien, el hecho de que sea una antología bilingüe (este es el chiste que la
diferencia de las tantísimas recopilaciones) no significa únicamente que venga
traducido al inglés el poema en español, sino que los textos originales
combinan ambos idiomas, son traducidos por sus propios autores o por demás
poetas que evidencian el contacto, la presencia, de ambas lenguas en la poesía
mexicana contemporánea. Eso y el origen de algunos textos se explica en las
notas finales, posteriores a tales poetas:
Mónica de la Torre parodia
con severidad el desplazamiento de la tradición.
Omar Pimienta construye cual autoficción la identidad a ambos lados.
Yolanda Segura sigue la senda, la rompe y la actualiza.
Sara Uribe desentierra el extrañamiento tristemente del día a día.
Juana Adcock se comunica con los cuerpos que la habitan desde hace tiempo.
Eduardo Padilla describe el espacio con sorna.
Alejandro Tarrab resemantiza los hilos de la memoria, de la poética.
Diana Garza Islas cuestiona el imaginario colectivo.
Jorge Posada inventa,
pasa registro, a la sociedad por sus humanos actos.
Luis Eduardo García ofrece una poética del tradicional antipoema.
Víctor Calavera enumera
los perfiles que se dan cita en la dimensión cívica.
Ángel Ortuño se ríe de todo sin reparos.
Daniel Bencomo es un biólogo
de la controversia.
Tania Carrera segmenta la realidad en una vorágine de sensaciones.
Maricela Guerrero contrasta la rutina con lo que debería de ser todo lo contrario.
Inti García Santamaría publica la fe de erratas de varias lenguas que
serpentean.
Ismael Velázquez Juárez instruye contra la nostalgia.
Karen Villeda se apropia del léxico con suma y sugerente claridad.
Luis Alberto Arellano habla de lo que nos preocupa, sin que nos demos cuenta.
Sergio Ernesto Ríos acumula con acierto sinsabores.
Eugenio Tisselli numera los fallos que tenemos en común.
enriKetta luissi da
rienda suelta a la oración del ogro que tenemos dentro; pero también fuera.
Esta
antología evidencia el trabajo tan activo que se hace, desde Poesía Mexa y demás proyectos
de lectura abierta. Los contactos con demás países y lenguas justifica la
importancia de estudios como el que coordinan Eva Castañeda y Alejandro Higashi en el reciente número de Signos Literarios.
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