domingo, 29 de mayo de 2016

Práctica de caza

La luz no trae respuestas
ni certeza, la acompaña el olvido
Rosa Gaytán («Círculo», pág. 27)

Práctica de caza (Textofilia/ UNAM, 2014) es un poemario de Rosa Gaytán (Oaxaca, México, 1955) donde la precisión es el arma más poética. Sus poemas breves y lúcidos desarrollan el arte poética mediante un juicio, más ético que estético, en la apertura y cerrazón de inquietudes comunes y constantes.

            Una de las pocas lecturas sobre Práctica de caza que aparecen en la red es «Poetas Siglo XXI – Antología de poesía mundial + 18.700 poetas», editado por Fernando Sabido Sánchez. Mediante el mismo lenguaje diáfano de Gaytán, Sabido explica que estos «poemas están hechos en gran medida del deseo de comunicar eso que nos pasa por dentro pero que no se puede enunciar trivialmente o completamente y hay que encontrar las palabras para poder cazarlo o capturarlo».
            Damos a continuación algunas pistas de este libro por si alguien quiere apuntarlo. Fabio Morábito lo prologa con la expresión natural y la inteligencia sensible propias de Carmen Alemany. Es decir, explica el proceso creador de Gaytán durante las primeras horas de la mañana y en un cuaderno en blanco. Este soporte espontáneo recuerda a Emily Dickinson, y por ello a Cámara nupcial de Jorge Esquinca; donde podría establecerse una relación entre los personajes desdoblados, comunes en la poesía mexicana contemporánea.
            Práctica de caza se estructura en siete partes: «Cazar frases» matiza los lugares comunes que se camuflan entre nuestras inquietudes; «Del desasoiego» testimonia el hormiguero memorable en el que se ha convertido la sociedad; «Una granada en Agosto» son instantáneas frescas de la felicidad; «De visita» muestra los contrastes entre lo conocido y los desconocido; «Paisaje» irrumpe en las tradiciones descreídas; «Pararse de otro modo» conjetura de forma furtiva; y «Cacería» concluye actualizando el tópico homo homini lupus. Al acabar de leer a Gaytán se nos viene una frase a la cabeza (la poesía es escribir lo indescifrable con un lenguaje común y único), pero no la cazamos.
            ¿Qué es escribir? «rascar la tierra/ como el perro que procura/ un lugar fresco para echarse/ y olfatear el mundo» (13). Entre los animales que reflejan a los humanos se encuentra el tigre, símbolo doméstico de Eduardo Lizalde (cfr. 14). Y es que, la herencia poética es renovada en «Legado» por Gaytán, para quien «Domesticar supone una violencia/ y el domador existe/ para que su tigrillo/ aprenda a caminar por la banqueta» (45). En mi opinión, el mejor poema de Práctica de caza es «Portales», pues señala las miras con las que trabaja, por ejemplo, Daniela Sol. Y no daremos más pistas para que las busquen y las lean.
            Solo terminamos con los tres versos finales de «Descampado»:

Aquí mis oídos, mis ojos
y la conciencia de estar
en el paisaje (92).


Tal como Mark Strand, «En el campo soy la ausencia del campo», o Vicente Quirarte, en «Cuerpo ya del paisaje/ que seguirá viviendo sin nosotros», Rosa Gaytán se mimetiza con su entorno y su tradición. Persigue, exitosa, el lugar común (que es la poesía) de un modo peculiar, sin caer en él. Aquí va una muestra sonora sobre esta poeta poco conocida, de momento.

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