domingo, 26 de marzo de 2017

Joel Plata

el olor a sexo me mata
Joel Plata (pág. 27)

Joel Plata (Torreón, Coahuila, 1951) es uno de esos casos desconocidos de la poesía mexicana. Al menos para mí. Al menos hasta que di con su libro La división y otros muertos (Premiá / Universidad Autónoma de Zacatecas / Universidad Autónoma de Puebla, 1993) en el Archivo de Poesía Mexa.
            La presentación que ofrece este portal de poesía abierta termina con una frase que provoca unos segundos de misterio antes de empujarnos a buscar datos o comentarios sobre Plata o su poesía: «Se desconoce su paradero actual». Las búsquedas en la red no ofrecen más que algunos comentarios de Herbert que recogeremos posteriormente para refrendar nuestro estudio sobre lo social.
            La división y otros muertos se divide en cuatro partes (en  invierno, primavera, otoño y verano: estaciones desordenadas sobre los espacios temporales que se recrean) sin título. Los poemas, breves, sí lo tienen. Mezclan el sarcasmo, la crítica a conductas capitalistas, el erotismo, la memoria, el surrealismo, las metáforas animales o entomológicas y el desdoblamiento. El sujeto poético integra contextos donde el tema (los comportamientos absurdos de la sociedad limítrofe) y el detalle nimio priman en detrimento de la sonoridad. Las referencias a otras artes enriquecen el discurso. Por ejemplo, el poema «Brindando por una rima grande como en una parranda (pájaros en mi árbol)» alude a las películas de Hitchcok. El invierno, la luna, el olor, la ciudad, el ocaso o la muerte forman una atmósfera que recuerda a la contracultura de los sesenta y setenta, cuando el poeta creció. La habitual falta de puntuación permite una fluidez lectora e interpretativa de las imágenes plásticas del texto. Asimismo, las minúsculas dejan ver la tónica discordante: la División.
            En la segunda parte florece el acontecimiento al que remite el poemario titulado La división y otros muertos: la Batalla de Torreón (lugar de nacimiento de Joel Plata), que tuvo lugar en 1914 y fue decisiva para la Revolución mexicana. Las fechas coinciden con el inicio del primero de los textos, «Portada de la División del Norte»:

el 23 de marzo ciudad lerdo
el 24 el cerro de la pila
el 25 cae gómez palacio
el polvo fue sitiando la comarca
[...] (31)

Esta es, pues, la clave de un libro que parte de la historia para criticar y, sobre todo, satirizar a la sociedad mexicana, acercándose a la dimensión social y cívica que vemos con Vicente Quirarte. La violencia fronteriza que detalla Plata lo convierte en un referente en la poesía mexicana sobre la inseguridad del norte de México, tema que estudia Israel Ramírez a raíz de poemarios como el que le valió a Jorge Humerto Chávez (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1959) el Premio Aguascalientes 2013: Te diría que fuéramos al Río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto.
            Los diálogos y las expresiones populares transmiten la coloquialidad de un discurso seudonarrativo: «“¡eh güevones! ¿no saben otra canción?” / “¿qué pasa?” dijo uno de ellos. / repitió el señor fierro: / “¿no saben otra tonadita?”» (36). La conquista de América recibe el más alto grado de parodia con Cortés como protagonista en la tercera parte. Las escenas del siglo xx se cruzan con el pasado para ilustrar la idiosincrasia de quienes viven, pongamos por caso, con el chiste: «alguien me pregunta la hora / y le contesto “no tengo tiempo”» (41). En esta línea, Neruda sirve para describir el sexo y un Plymouth 1968 para repensar lo que rodeó al 2 de octubre.
            La cuarta y última parte está integrada únicamente por un poema en prosa, «Los días de la luna» (67), próximo a un cuento que sirve de resumen y desenlace para los distintos nombres y símbolos que han ido apareciendo a lo largo de este loco retrato de una temporada en México.
            Julián Herbert publicó en 2009 parte de su artículo «La revolución es el opio del pueblo» en Crítica. Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla. En dicho texto el también poeta mexicano explica que Joel Plata es uno de los pocos que abordan la poesía social, y lo hace comentando el quinto poema de La división y otros muertos, «La balada de los cocodrilos borrachos», cuyo primer verso establece una imagen semejante a los contrastes referenciales de Gerardo Deniz; aunque en Plata se anticipa el término vulgar: «eructos de girasol de viento helado» (16). Dice Herbert al respecto: «Plata ubica en un mismo nivel de injerencia social las relaciones diplomáticas globalizadas y las relaciones afectivas neotribales. Y aunque la crítica literaria sigue percibiendo estos discursos bajo el tópico “el poeta y su torre de marfil”, el análisis cultural los considera ya como prácticas sociales proactivas». El poema «La balada de los cocodrilos borrachos» me parece una crítica del conformismo y la pasividad de los mexicanos en algunos conflictos coetáneos al autor y, en menor medida, un dardo a poetas tachados injustamente de falta de compromiso como Efraín Huerta, al que llamaban «El gran cocodrilo». Otra de las interpretaciones podría atender a la expresión (y no a la marca de bolsos) «lágrimas de cocodrilo» que alude a quienes lloran falsamente, sin motivo o sin mover realmente un dedo por cambiar la causa de su llanto. En cualquier caso, Plata logra sugerir sentidos con unos versos tan punzantes como cuidados. En sus Apuntes sobre poesía mexicana reciente, Herbert critica el tratamiento de lo antológico y lo generacional en algunas muestras de poesía mexicana contemporánea. Remarcamos o recordamos aquí que con contemporánea nos referimos, a lo largo de nuestro blog, a los textos o autores publicados o (re)leídos recientemente. No tratamos de hacer una antología ni una radiografía, ni algo que se le parezca; simplemente compartimos algunos comentarios sobre lo que leemos, independientemente de si nos gusta o no.
            Tratamos a Plata, como decíamos, por estar disponible en el Archivo de Poesía Mexa y para aprovechar los libros que desde España son difíciles de conseguir. Además, al tratarse de un ejemplo de poesía social, como veíamos con Herbert, sirve de contrafuerte para la tesis que llevamos a cabo sobre la dimensión social en torno a Vicente Quirarte. La división y otros muertos parodia a la nación en sus distintos enfrentamientos con gachupines o gringos de manera que resulta un texto necesario y un autor que debemos de ubicar para estudiar el compromiso y los modos de conformar lo social en poesía.
            Por esa magia de México, el segundo fin de semana de junio de 2017 recibí noticias de Joel Plata. Gracias a su hijo sé que se encuentra en Torreón, su tierra natal. Ve con dificultad, pero continúa escribiendo.

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