domingo, 19 de marzo de 2017

Tedi López Mills

Imagen de la Secretaría de Cultura
Que el recuerdo dura más cuando uno se distrae del
recuerdo
Tedi López Mills (pág. 43)

Tedi López Mills (Ciudad de México, 1954) es autora de, entre otros poemarios, Parafrasear (Bonobos, 2008), en el que nos vamos a centrar hoy (gracias a que está disponible en el Archivo de Poesía Mexa) para acercarnos a la poética de quien fue conocida especialmente por el éxito de Muerte en la rúa Augusta (Premio Xavier Villaurrutia 2009).

            Daniel Saldaña París reseña Parafrasear con estas palabras: «La poeta lee e interpreta una conversación entre vecinos, pero la pureza del registro cotidiano se entreteje y confunde con una reflexión sobre la circunferencia divina; o bien se acerca al relato de un viaje». Estas voces se solapan en un libro que conecta y modifica su anterior Contracorriente (2007). Julián Herbert confirma lo siguiente en Apuntes sobre poesía mexicana reciente: «Parafrasear, el mejor libro de poemas que Tedi ha publicado hasta ahora». No sabemos qué pensaría del próximo, a punto de publicarse cuando firma dicho artículo.
            En los veinte textos que componen el poemario de López Mills advertimos una evolución del mensaje, como si repitiera lo dicho varias veces de forma distinta pero conservando la esencia, la voz o la raíz que la fija en la tierra: la certeza. La dedicatoria a las siete personalidades de «A» (7) ya evidencia los múltiples desdoblamientos que operan en el ser humano a través del poema. Por tanto, el doppelgänger será una técnica en Parafrasear, presente de forma explícita en los versos sangrados de «XIII. [Pausa]» (33-35) y común en otros casos ya comentados (Francisco Hernández, Vicente Quirarte, Víctor Toledo o Clyo Mendoza).
          
  En primera persona, las notas de los versos breves, libres, llenan un poema también breve donde, por paronomasia (56), el significante varía lo más mínimo para ofrecer un significado próximo: «donde diga dama, lama, lasca, [...]» (11). Como si de un prospecto se tratara, quien lee sigue las instrucciones de la fuerza sonora. Como traductora, la poeta interpreta y explica la realidad abstracta para hacerla más clara. Así empieza el poema «V»: «Define alma, me pide [...]» (15). La tarea no es fácil. Al leerla nos replanteamos esa pregunta y nos acercamos al ejercicio filosófico que alcanzan sus poemas, cuya nitidez original guía o da pie a planteamientos más oscuros.
            Además de la numeración romana, a partir del V poema, viene el título entre corchetes. El «XI [Discurso]» termina con un juego que recuerda al personaje del sereno, encargado de llevar las llaves de los hogares en el siglo pasado: «[...] sereno: mi casa es tu casa es su casa es la casa de todos» (30). La ausencia de comas nos sugiere la colectividad de las palabras que remiten a la familiaridad vecinal. En cambio, el siguiente texto, «XII [Dubitativo]», representa el teatro urbano a través de metáforas inesperadas: «[...] de rutas perplejas entre el sarro de sus bordes / y el atisbo de un peñasco en vez de horizonte, / y me respondí en ausencia: / el teatro del mundo, aquí tengo la pauta [...]» (31). El silencio erosionará el jolgorio de la calle para internarse en la memoria de la infancia del «teatro mudo» (41). Ahora bien, el final de «XVII . [Por la ruta de Creeley]» nos recuerda: «Que la metáfora es infinita: caverna o cueva o gruta / ponte en mi lugar: que empiezas donde acabo» (45). En «XX. [La saga del Señor (con algunos rasgos de Cambises)]» once poemas se remontan al rey persa del siglo VI a. C. o de El Señor para desacralizar y resemantizar de una u otra manera este juego que es la (con)ciencia:

c.
Que salgamos a la calle, al lugar del mundo, pues ya
no hay casa,
hundamos nuestros clavos en cada esquina,
coloquemos las carpas de colores —cuántos colores—
bajo la lluvia más adversa con su agua de lodo y
cochambre.
Gritemos: esta calle es el aposento de la gente,
esta guerra le incumbe,
YO soy la gente,
no me anulen con su galería de máscaras,
[...] (59)

La preocupación temporal, la religión, la configuración del ser (sin estar), el proceso de escritura, (pre)ocupan el discurso de la poeta mexicana que bebe de otras generaciones y vertientes. La simetría, los paralelismos, la yuxtaposición, las preguntas retóricas, las enumeraciones, el diálogo, la reticencia, las mayúsculas y las negritas devienen en la prueba de que razonamos por pasión al lenguaje: «[...] Suena a silbido / entre beso y colmillo, / como un estribillo:» (20). Al final se enumeran las referencias a las que se alude en Parafrasear, los textos originales, pues; aunque no todas las cursivas pertenecen a otras obras.
            Estamos, por tanto, ante una poeta que cultiva un lenguaje propio desde textos ajenos y preguntas universales para tejer un libro poco comentado, a diferencia del que según la encuesta de El Universal fue uno de los libros de la década: Muerte en la rúa Augusta. En Las afinidades electivas / las elecciones afectivas encontramos algunos de sus poemas; citando, entre otros, a Gerardo Deniz.


Leamos, pues, a Tedi López Mills. Su más reciente libro es La invención de un diario (Almadía, 2016).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario