domingo, 27 de septiembre de 2020

Tierras altas de Mato Grosso

 

Tierras altas de Mato Grosso (Coneculta, 2018) es el reciente poemario de Armando Salgado (Uruapan, Michoacán, 1985), una sugerente lectura de la fisión contemporánea entre el lenguaje y la naturaleza a ojos de nuestro pasado y, a la vez, como proyección de lo que somos capaces vital y poéticamente.

 


 

            Si veíamos la corteza tanto cerebral como rupestre que cartografiaba, exploraba y transitaba el poeta michoacano en su libro Cofre de pájaro muerto (2014) en este caso, algunos años después, la ausencia de vida, el vacío, encierra su significado en diferentes latitudes y peldaños de la historia.

            Tierras altas de Mato Grosso mereció el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2017, con un jurado formado por Alicia García Bergua, Hernán Bravo Varela y Ernesto Lumbreras. Adolfo Castañón, parte del que otorgó el Premio Joaquín Xirau Icaza a Cofre de pájaro muerto, le dedica unas palabras al autor que nos ocupa. Están presentes en La Santa Crítica. Concluye de la siguiente manera el también poeta y académico: «es un libro que se puede leer de varias formas, de la misma manera en que los grafitis de las pinturas rupestres podían servir como guía para cazadores o sembradores, pizarrón para aprender los primeros trazos mágicos, escaparate para analizar la personalidad del dibujante. De hecho, esta última lectura sería la más interesante. Es la lectura que no he hecho: ¿a qué se parece el rostro del autor capaz de escribir estos poemas?».

            Luis Ricardo Palma de Jesús reflexiona en en el sitio de la FELIG, Feria del Libro Guerrerense, sobre la edición chilena (en Los Perros Románticos) de este reciente trabajo: «rompe con los paradigmas de la poesía: los versos nos cuentan un fragmento de una realidad que se sume en la melancolía, la tragedia y el dolor». Por su parte, Francisco Marín Naritelli, en El mostrador, reconoce el conjunto de voces imbricadas: «Matriozkas poéticas, múltiples voces que dialogan en un tiempo que es bilateral y simultáneo. Escritores como Antonio Cisneros, William Carlos William, Aldous Huxley, Joseph Brodsky, Bernard Marx, Enriqueta Ochoa, Gao Xingjian, son convocados en un ir y venir, conformando una gran casa donde la condición humana es interpelada».

            En la línea ecocrítica, conectando la prehistoria con el sentido que en la actualidad puede tener el arte, un diálogo entre una madre y una hija, siempre con el ritmo y la sintaxis que caracterizan al poeta de Uruapan, ofrece la paradójica relación entre la vida, la gestación, y la muerte, el exterminio.

            En versos extensos y oraciones breves (también en su sentido religioso), en prosa, incluso, el sujeto poético en primera persona (en cursiva) combina su recuerdo y conjetura con el ensayo, con un tono narrativo y coloquial que caracteriza los poemas breves de las posibles cinco partes: «Bokanovsky», «Vieja tribu sin maíz», «La tribu de las nubes», «Protocolo de Estambul» y «Teoría del conflicto».

            La estereotipia a la que se refiere Alejandro Higashi cuando habla de densidad y profundidad en la poesía mexicana se desarrolla en el poema «Bokanovsky es un programa que procrea un sinnúmero de personas iguales a partir de un mismo estornudo» (24), compuesto efectivamente por la primera palabra del título, que se repite y, por tanto, enumera entre comas hasta setenta y dos veces.

            La artificiosidad de la genealogía, en la historia de la hominización y, ahora, el capitaloceno (según Paqui Noguerol) de la revolución informática, conlleva una alusión indirecta a las poéticas re-producidas en este extraordinario libro. Así termina el poema «(2) Matriz del relámpago»: «(La realidad es fábrica / de embutidos / cuando se escribe con smog).» (51). La domesticación de la máquina altera nuestras relaciones en torno al lenguaje y al día, según lo muestran Esther M. García en Bitácora de mujeres extrañas (2014) o Maricela Guerrero en Fricciones (2016), libro del que hablaremos en un par de semanas.

            La polución que a finales del siglo pasado mostraban en el poema Margarita Paz Paredes, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis viene representada por Armando Salgado en tribus de insectos grises, anónimos y gregarios. Las hormigas, cuales tribus, se desplazan al margen. Perseguidas, aguantan varias veces su propio peso:

 

Tú no mereces ser un peón, eres una simple hormiga que

puede ser aplastada por los pasos de los viandantes. Sin

embargo, no puedes abandonar el hormiguero, vives el presente

entre las hormigas. Tienes razón, Xiaoxiao. Nadie debe pagar

por unos cuantos metros de amor ni alimentarse con sobras de

otros cuerpos que sustituyen lo que verdaderamente nos importa.

Lo percibo cuando tus ojos se cierran junto a los míos y el

televisor sintoniza la posibilidad de vivir juntos (58).

 

Al mismo tiempo, la escritura que cambió la Historia confiere a la página una serie de signos oscuros que contrastan y articulan un lenguaje consensuado, racional e ilimitado. La serie de animación china, en blanco y negro, en flash, es otra de las pautas que nos definen como civilización en el poema. Contra los anacronismos, en el poema conviven detalles que forman parte del conjunto, de la representación de las ideas; ya sea Estambul o Brasil. Superan así los clichés, los lugares comunes: «La normalidad es otro campo de exterminio» (75).

            El tráfico congestiona el nomadismo en la ciudad luperquiana que es México: «El tráfico avanza como flecha de hormigas y se devora a sí mismo: infranqueable, horizonte rojo, tan de hiel. Como los cinco reporteros que duermen bajo tierra con su visión atropellada» (97). La poesía del conflicto que estudiamos a propósito de Zurita opera aquí desde el espacio íntimo.

            Sin embargo, la violencia se extiende más allá de las fronteras. Me recuerda que las imágenes (verbales, en este caso) al Clima mediterráneo (2017) de Luis Bagué o el Libro centroamericano de los muertos (2018), de Balam Rodrigo; especialmente la parte final muestra la belleza del desastre sin dejar de criticarlo.

 

 


 

            Leer a Salgado conlleva un diálogo con diferentes tradiciones que permean la Estrategia del poema (el libro que realiza con Octavio Gallardo en Bitácora de vuelos y carajo.cl) de un poeta que –si buscamos ese rostro, ese perfil, al que alude Castañón– nos muestra la coherencia, el rigor y la entrega de quien lee y escribe al mismo tiempo, en ese orden. No dejen de hacerlo, Tierras altas de Mato Grosso está disponible en Coneculta Chiapas.

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