sábado, 1 de julio de 2017

Luis Vicente de Aguinaga

¿Cuántas ventanas hay que abrir
para que lo de afuera no esté afuera?
Luis Vicente de Aguinaga

Imagen del SIPMC (por Alejandra Batiza)
Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara, 1971) es un poeta y crítico fundamental en México. Sus poemarios La cercanía/ La proximité (Ediciones Arlequín/ Écrits des Forges, 2007), Trece (LunArena, 2007), Fractura expuesta (Mantis Editores, 2008) y Adolescencia y otras cuentas pendientes (Práctica Mortal/ Conaculta, 2011) vienen en el Archivo de Poesía Mexa. A continuación comentaremos brevemente algunos aspectos de su obra, en relación con el proceso de tesis doctoral que llevamos a cabo.
            Son muchas los sitios donde podemos encontrar poemas de Luis Vicente: la revista Crítica, La Estafeta del Viento, Salto de página, la revista de poesía Otro páramo, Horizonte, Libros medio siglo o en el blog del autor. Veamos, a nuestro juicio personal, cómo discurre parte de su poética.
            La cercanía/ La proximité ([2000] 2008) es la edición bilingüe que ya trabajamos con Gaëlle Le Calvez, por ejemplo. Sophie Martin traduce al francés el libro que vio la luz en el año 2000 por Filosdecaballos. Se divide en tres partes: «Caminatas», «Cromos» y «Conversaciones». Lo primero que sorprende de Luis Vicente es el ritmo que logran sus versos, sobre todo los de trece sílabas: «Hoy piensa en el añejo aroma del tabaco» (34). Sus poemas breves, ingeniosos y socarrones lo acercan al epigrama que estudia en Punto de partida. Para Luis Paniagua en Periódico de Poesía: «La cercanía / La proximité es un libro en el que me pareció hallar esto último: relojerías pequeñísimas, nimias y precisas, que embonan a la perfección en la maquinaria mayor de la Memoria». El poema «Medio de contención» (66-73) trata un tema poco común en la poesía como es el fútbol y está dedicado a Ricardo Castillo, quien escribe «Autogol» en El pobrecito señor X (1976). Vemos una vez más la influencia que tiene el también tapatío en estas generaciones. Además de recordar a Enrique González Martínez o Eduardo Lizalde conecta, me parece, con el lirismo clásico, claro y urbano que Vicente Quirarte aprendió de Bonifaz Nuño. El último poema se titula «Roberto Juarroz» y cierra los homenajes a los contrafuertes de su obra.
            Trece (2007) es el número de sonetos que compone este otro libro. Es un poema de los de vieja factura. O mejor, de auténtica hechura. Para quienes aman la sonoridad de los endecasílabos y el tiempo que esconden la precisión de dicha cirugía, este libro es uno de los pocos casos de la poesía mexicana a favor del metro por antonomasia. Ahora bien, como los sonetos de Quirarte en Fra Filippo Lippi. Cancionero de Lucrezia Buti (1982), la rima no existe y el ritmo se logra mediante los acentos de sintaxis sencilla y guiños a la poética de esta forma clásica. Dejamos solo de muestra la primera de las trece composiciones, «Cómo leer este poema»:

Para empezar, acepte que ya existe.
Nada lo desprograma ni lo altera.
Ignorarlo es posible, como todo,
pero estos cuatro versos ya están dichos.

Otros poemas le hablarán del mundo;
los más, de la palabra y el silencio.
Éste no tiene cómplices ni amigos:
Lope de Vega ya no viene al caso.

Recórralo de golpe. No le crea;
no le dé ni trabajo ni dinero.
Desóigalo si llora: está burlándose.

Con todo, compadézcalo (a distancia):
más que autor, tiene dueño; es un esclavo.
Lo escribí contra usted, y buen provecho (9).

Podríamos pensar que se trata de una imitación del famoso «Un soneto me manda hacer Violante». Existe una voz personal entre la poética y el humor que logra interiorizar la tradición que tanto permea en sus versos.
            Fractura expuesta (2008) se compone de cinco partes: «El mundo encima», «Día de hoy», «Aguas arriba», «Veneno presentido» y «Números redondos». Dichos nombres, como el de los poemas (casi todos titulados) que los integran, orientan la lectura. «Medias horas» cuenta con cuatro brevísimos textos sobre los sinsabores de la mitad. La alusión cronológica, al principio, recuerda a Mara Pastor (1980) en Arcadian Boutique (2014) o a Rocío Cerón (1972) en Nudo Vortex (2015). Mediante la prosa reconoce las fisuras de la tierra que a modo de hormiguero dejan salir las virtudes tan calladas como frágiles del mundo: «Arranca un haz de hierba, remueve la tierra, condena la entrada de los hormigueros. El día se aclara. El día no acaba nunca de aclararse» (56). Por otro lado, reescribe a sus referentes: Matsuo Basho, Paul Celan o Ángel González.
            Por último, Adolescencia y otras cuentas pendientes (2011), también se divide en cinco secciones: «Almuerzo en la hierba», «Abbey Road», «El octavo día», «Correspondencia privada» y «Política de segunda mano». El haiku vuelve a ser una de las formas predilectas cuyo tema es el tránsito de la naturaleza, el sol, las nubes, los insectos, la barba. Tumbarse en el césped a escuchar a los Beatles. Repensar a Proust o Nerval... Las inquietudes del entonces joven poeta vuelven ahora en poemas de este tipo:

ROME, SWEET ROME

Ciudad de muchas puertas, alta
de abiertos sepulcros despoblados…
Rubén Bonifaz Nuño
EL RUIBARBO

Las hojas del ruibarbo,
Léntulo, son medicinales;
las raíces, en cambio, venenosas.
Mastica un par de hojas, Léntulo,
                cuando leas mis poemas:
                enfermarás de ira.
Devora luego las raíces:
mis palabras difieren de las tuyas
                como el cuerpo de un joven
                difiere de una momia (50).

Estamos, en mi opinión, ante una generosa desacralización del lenguaje en beneficio de una apuesta auténtica por la poesía del siglo XXI, sin asperezas ni presunciones. Los finales de sus versos logran cerrar el ciclo que plantean los inicios de, en la mayoría de los casos, una reflexión diegética. Como poeta es fiel a la idea con que inicia su reciente ensayo De la intimidad. Emociones privadas y experiencias públicas en la poesía mexicana (2016): «Es de lo más normal que la vida íntima y la vida cívica se imbriquen y hasta se confundan» (13). Escuchémoslo, en sus dos vertientes: 


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