sábado, 6 de junio de 2020

Piedras para una refundación


Piedras para una refundación (Buenos Aires Poetry, 2017) es uno de los últimos ensayos de Alí Calderón (Ciudad de México, 1982). Aunque no tiene que ver específicamente con la lírica mexicana, pues su perspectiva es mucho mayor y estudia la poesía panhispánica desde múltiples postulados teóricos que van de las vanguardias y la coloquialidad a la enunciación, permite entender lo que está pasando con lo que llamamos poema.

            El autor de Las correspondencias, entre otros poemarios, lleva a cabo la tarea, compleja por donde se mire, de repasar las distintas tradiciones que han ido permeando la poesía panhispánica; la cual, como veremos, es uno de los puntales de este libro. De manera didáctica, sugerente y hasta original (chocante en algunos puntos si tenemos en cuenta que no deja de ser un ensayo) el atrevimiento de Calderón nos aclara con numerosos ejemplos de América y Europa, principalmente, el devenir del género literario que nos ocupa.
            Parte de Rubén Darío para recordar que el nicaragüense llevó al español tanto las vanguardias como lo que Carmen Alemany ha llamado Poética coloquial hispanoamericana (1997). Es por tanto un referente para los dos postulados que han ido explicando el péndulo de las tradiciones en el último siglo y en lo que llevamos del xxi. El panorama de su estudio es muy amplio; pese a ello, en ningún momento se traba la teoría con la práctica. Ello se logra, me parece, gracias a un excelente «Pórtico» (11-32). De ahí se van planteando capítulos más breves que de manera inductiva ofrecen una clave particular para entender ese universo extensísimo llamado panhispanismo. Seguramente esta introducción tan cuidada es la que facilita la unión de los puntos que se detallan en sus casi doscientas páginas.
            Según Gustavo Osorio:

El evento en la página, la materialidad del lenguaje, el neobarroco, la comunicación efectiva del yo, las múltiples visiones de mundo, el fervor, los archipiélagos lingüísticos, la meditación poética, los híbridos, la máscara, el lirismo crítico; ante todo Calderón pregunta “qué es lo nuevo en poesía?” Y resuelve la reinvención del propio género, un replanteamiento del lirismo desde la pluralidad, desde la vertiginosa cadencia de la post postmodernidad.

Estamos ante una reinvención, una refundación, como sostienen los mismos Calderón y Osorio en el libro que editaron un par de años antes: Reinventar el lirismo. Problemas actuales sobre poética (2015). Ese mismo artículo de Calderón conforma otro de los capítulos básicos que sostiene la teoría respaldada en España por poetas y críticos como Luis García Montero. Dicha postura la señalaba Octavio Paz en el prólogo de la canónica antología Poesía en movimiento (1966):

No niego las tradiciones nacionales ni el temperamento de los pueblos; afirmo que los estilos son universales o, más bien, internacionales. Lo que llamamos tradiciones nacionales son, casi siempre, versiones y adaptaciones de estilos que fueron universales. Por último, una obra es algo más que una tradición y un estilo: una creación única, una visión singular. A medida que la obra es más perfecta son menos visibles la tradición y el estilo. El arte aspira a la transparencia. […] No hay una poesía argentina, mexicana o venezolana: hay una poesía hispanoamericana o, más exactamente, una tradición y un estilo hispanoamericanos.

Esa tradición de la ruptura que tan bien se va desarrollando al hilo de otras muchas geografías continuará en el siglo xxi con la «Poesía panhispánica»: así se llama precisamente la columna de la revista que codirige Calderón, Círculo de Poesía.
            El intento por desmarcarse de la tradición llevó a Paz a proponer el poema experimental que fue Blanco (1967), después de que Ernesto Cardenal publicara los epigramas (84-85) que tanto influyen en la poesía mexicana contemporánea y en el propio Calderón. En cambio, más cerca del vértigo que de lo que resulta en apariencia fácil de comprender se encuentra el neobarroco o neobarroso, definido por el también poeta y crítico, en este caso argentino (si aún cuenta la nacionalidad), Néstor Perlongher con la antología Medusario: muestra de poesía latinoamericana (1996).
            De ello da cuenta Piedras para una refundación. Se inclina entonces el estudio por una visión general, como la de la antología que se cita de Héctor Hernández Montecinos (y que compartió hace unas semanas en las redes sociales), 4M3R1C4 Novísima poesía latinoamericana (2010). Esta visión, se opone (en el mejor sentido de la palabra) a la que planteamos con Eva Castañeda y Alejandro Higashi en los números que la revista Signos Literarios dedica a las antologías (ahora sí, específicamente) de poesía mexicana. Quizá en el diálogo y en las lecturas complementarias radique también la refundación.
            Uno de los críticos que con más frecuencia menciona Calderón es Adam Zagajewski, para quien la «época poco heroica» en la que vivimos convierte en rara avis el atavismo de poetas como Efraín Bartolomé si tenemos en cuenta la general reacción contra la grandilocuencia de la poesía en los últimos años. Calderón sostiene que los sujetos modales podrían ser cuatro: «1) el monólogo dramático, 2) el poema sin mediación o de ilusión referencial (vinculado con la autoficción), 3) el poema de fervor asociado al apóstrofe, y 4) la enunciación polifónica» (103). Son puntos que se desarrollan en el libro con numerosos ejemplos de todas las geografías (predominando la mexicana) y con notas a pie de página que aclaran y profundizan en las líneas que despierta esta publicación. Si Elena Medel publicó el excelente manual práctico que es Todo lo que hay que saber sobre poesía (2018), Alí Calderón horada un luminoso entramado teórico.
            Tras el llamado campo literario según Pierre Bourdieu o los estudios, por ejemplo, sobre el lenguaje de Marjorie Perloff (para desentrañar el avance y la novedad del poema que es también el caligrama de Apollinaire de la cubierta de Piedras para una refundación), se llega a una sentencia que llama la atención:

La actual redefinición del campo literario en poesía es producto de dos factores. En primer lugar, de la aparición en 2008 de la revista electrónica de literatura Círculo de Poesía y, en segundo término, de la publicación en 2011, bajo el sello de Visor, la editorial más prestigiosa de la lengua española, de Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español (128-129).

            Quizá esta lectura se deba al gusto que despertó desde el inicio un libro que por su amplitud de miras enriquecería mucho más la poesía panhispánica sin necesidad de considerar el éxito mismo como parteaguas. Creo que ello deberá de apuntarlo el tiempo y la crítica que tanto nos enseñan Piedras para una refundación.

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