domingo, 30 de octubre de 2016

Bitácora de mujeres extrañas

La boca es esa carne prohibida donde nace el cáncer del lenguaje.
Esther M. García (pág. 71)

Bitácora de mujeres extrañas (Tierra Adentro, 2014) es el último libro de Esther M. García (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1987): el retrato de mujeres anónimas que un día fueron reales. Este libro mereció el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2014.
            Hay numerosas lecturas al respecto. Destacan las de José María Martínez en El amor o su contrario, José Fernández Alvaez Salazar en Revista Nota Al Pie, la de El Diario de Coahuila o la de  Romina Cazón en Revista El Humo, donde la propia autora habla de Bitácora...: «En sus páginas hay un despliegue de mujeres que sufren el embarazo, el abandono, el cáncer, la homosexualidad, la locura, el suicidio, el asesinato, la muerte, así como la tentación de la belleza plástica, del qué dirán, del ya no puedo pero aquí sigo». En Revista 360º, se resume este poemario: «Los poemas de Esther hablan de la mujer común. Sí, de la mexicana ahogada en deudas, responsable de una carga que la excede y de una ausencia que la doblega, pero sobre todo, de una violencia que la rompe por dentro, pero jamás la vence». He ahí la poesía, hablar de lo común de forma única. Recientemente, Carla Galván publicó «Un retrato vivo de lo que es ser mujer en México» en Confesiones de una joven escritora, donde destaca la importancia de Bitácora de mujeres extrañas para reivindicar la figura femenina en un país machista.
            Augusto Rodríguez entrevistó en 2012 a Esther M. García en Letralia. En torno a la poesía mexicana contemporánea, la autora de Bitácora... considera que:

Mi país atraviesa por una etapa dura y oscura que poco a poco lo está llevando, a fuerza, a rastras, a un cambio drástico. Este ambiente lo podemos apreciar en la poesía joven que actualmente está alzando la voz para hacerse escuchar en medio del caos. La poesía se ha transformado, como tiene que ser porque todo en el universo se transforma, y se ha convertido en aliada de otras áreas artísticas, de otras fórmulas para expresar su sentir pero los frutos de lo que se está sembrando ahora no se verán sino mucho tiempo después.

El fruto ya se advierte en este libro de Esther M. García, básico para la poesía mexicana contemporánea.
            Bitácora de mujeres extrañas se estructura en cuatro partes: «Breviario de mujeres», «La embarazada solitaria», «Ella habla» y «Variedad de espinas».
            «Breviario de mujeres» homenajea el trabajo silencioso de maquiladoras, a la vez que denuncia sin estridencias la desigualdad y los feminicidios. Esther domina, entre otras muchas técnicas, la tragedia y el humor negro. El primer poema, «Mujer maquila» está dedicado a Alina Orozco Gutiérrez (Chihuahua, Chih., 1954-El Paso, Txs., 2008):

[...]
Para ella el sonido de la maquinaria
se convirtió en su música preferida
Las historias de las demás operarias
               a la hora de la comida
son su novela favorita
Para ella ya no hay Dios
Todo es Deus ex machina
[...] (12)

Al describir a la mujer que no tiene más música que la de las máquinas de la fábrica ni más literatura que las historias de sus compañeras, estamos conociendo con tremenda claridad las vidas que vertebran el poemario de Esther M. García. Son personas reales que murieron o morirán sin más homenaje que estos versos. Hay ternura, miedo, erotismo, (con)tacto, valor y un enorme talento. La mujer como madre es uno de los pilares fundamentales de vidas y muertes. «Mujer muerta al dar a luz» conecta con el ser que albergamos.
            «La embarazada solitaria» es el núcleo, me parece, de la obra de Esther. Además de que coincide con el compás del ser que está creando, la forma y el contenido, la mujer y el feto, el significante y el significado, terminan por acompañarse en un monólogo dramático lleno de ritmo sordo y de belleza negativa. Así se inicia el final: «La sucesión de contracciones empieza/ el dolor que se abre paso en su cuerpo es/ una tijera fina cortándola como una tela» (49). Es una metáfora sinuosa que va incidiendo y desgarrándonos conforme vamos escuchando la voz de la mujer que hay en todas las mujeres.
            «Ella habla» se confiesa en primera persona. Repasa el trato que recibe el hijo. Ya ha dado a luz, pero sigue la oscuridad. Aún no abre los ojos. Son otros los sentidos que nos guían en este viaje sedentario, rutinario, cotidiano, doméstico, interno: «Ella siempre estaba ahí/ como una gran matrioshka» (54). Por primera vez, estamos ante una prosa: «La muerte del ave ebria» (cfr. 56-60): una alegoría del padre que ya ha ido apareciendo y que ahora focaliza la libertad de la mujer hija que, sin puntos (americanos) ni comas (etílicos), y terminando en un poema tradicional se forma con la cicatriz del daño irreversible. El personaje femenino crece y ha de hacer frente al marido:

Mi marido me abandonó ayer por la noche
y yo todavía no he decidido bien
si debo seguir llorando
o dar gracias al cielo por esa bendición
y sonreír (67)

Pese a que el horror inunda cada línea de Bitácora de mujeres extrañas, aflora el color, la tersura, la fragancia y la firmeza de una rosa sanguinolenta.
            «Variedad de espinas» cierra el libro. Reúne las imágenes y los tonos negros y corrosivos (que recuerdan a Francisco Hernández o Christian Peña): el pájaro, las tijeras, el alcohol. «Cenizas de perra»:

[...]
Una cerveza no basta   un whiskey   el vodka   los shoot´s de
tequila   las medias de sedalosdaiquiriselperrosaladolaspalomase
lvinobanderitaslosvampiros
y todas esas demás mierdas para sentirte feliz   no bastan porque

al principio

el efecto es placentero y sientes la euforia pero
con el tiempo

te sientes estúpida y patética
cayéndote al suelo
vomitándolo todo   olvidando las cosas
               los nombres
las personas
               o los lugares que visitaste
[...] (74-75)

Podemos encendernos al leer Bitácora de mujeres extrañas, pero también hundirnos por la verdad. Realmente es fantástica, estamos ante una poeta a la que seguir, con un talento en bruto. Ojalá nos lo comparta por mucho tiempo. Nos muestra ahora mujeres extrañas, extranjeras de su cuerpo, de su estado, de su Estado, del hombre que tanto daño sigue haciendo. Leerla es un ejercicio quirúrgico, alcanzamos lo podrido que tenemos con el bisturí poético que nos presta Esther.
            En el Archivo de Poesía Mexa están disponibles sus libros La Doncella Negra (2010) y Sicarii (2013). En La piel del animal acorralado accedemos a su antología personal. La forma de escritura de Bitácora de mujeres extrañas recuerda al trabajo que lleva a cabo Nadia Contreras en su Bitácora de vuelos. Junto a Clyo Mendoza y su Anamnesis, Esther M. García es una de las poetas con más fuerza lírica y natural.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario