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Inti
García Santamaría
Inti García Santamaría (Ciudad
Nezahualcóyotl, 1983) es poeta, traductor y editor. Su libro Nunca cambies. Poemas 2000-2010 (Aldus,
2011) forma parte del Archivo de Poesía Mexa. Representa la madurez de la joven poesía mexicana a
través de un intenso y particular registro lírico.
Parte del trabajo del poeta
enmascarado se puede seguir en la revista
Crítica,
Letras Libres,
Vozed,
Jampster, en su blog Nueva Provenza o en Tumblr. Rodolfo Mata y el administrador de Tierra Adentro
analizan y comentan de manera exhaustiva Nunca
cambies, destacando que «Inti es un escéptico y se lo agradecemos todos
aquellos que miramos con recelo la Institución Poeta en México». Asimismo, Ricardo
Cázares Graña hace lo propio en Mula Blanca: «Cuando las palabras sienten miedo del mutismo o del autismo o
de la risa que está sola, y no saben si de veras son extrañas o comienzan a
extrañarse por sí solas». Además de dichas lecturas, completísimas, la obra
reunida de Inti García concluye con los comentarios sensibles, inusuales y
exquisitos de Eduardo Milán, Jorge Fernández Granados y Antonio José Ponte
(123-125), respectivamente. Después de semejantes guías, ¿qué se puede decir?
Tres series o poemarios componen
esta carta versal: Corazoncito (Compañía,
2004), Hasta aquí nada pudo separarme del
cielo (Juan Malasuerte, 2010) y Cuaderno
de los rombos que florecen (s. e., 2010). Algunos textos, como se menciona
al principio, fueron escritos con Dolores Dorantes y Hugo García Manríquez. La poesía se desacraliza y juega y se
inventa, y cae para tocarnos y acercarse a lo que co(no)cemos. Los versos se
unen por sonidos mentales. La reiteración de bonita no es cursi, matiza lo
habitual. Fragmenta la paronomasia, aplaza la narración. Así termina uno de sus
primeros poemas:
Delante del señor extraño
con tres dedos cogió la lapicera
la cita de los muertos.
sincera. lacera la acera.
Es verdad estaba nerviosa.
sincera. la cera lacera.
La cita de los martes (21).
Y esto es lo que
hace al final del libro:
Espantapájaros
Fui besado por una campesina y mi cerebro se convirtió
en una ciruela amarga. Para que devoraran mis brazos ella dibujó un árbol
genealógico de mantis religiosas sobre mi piel. Bajo cirros de cobre la tarde
es un amanecer de brasas que se apagan. Pregúntame sobre el estado del tiempo y
te responderé que vivo dentro de un planetario de tonos verde pastel. En medio
del camino había...
una mulita muerta (110).
Muestra que una
obra sí puede evolucionar y afianzarse en diez años. El atrevimiento del poeta
produce un texto novedoso; que, breve, bebe de lo plástico, la prosa y lo
visual para conectar directamente con los mensajes que parpadean en pantalla.
Pág. 32 |
Inti García engendra en pocos años una
poética sólida sobre rincones del lenguaje, de la realidad expresada, que eran
inoperantes en la artificiosidad del género. Con su obra se asienta la
constelación y el canon reticular (que diría Josu Landa) del siglo XXI.
Leámoslo. Escuchémoslo.
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