domingo, 2 de febrero de 2020

Clara del Carmen Guillén

Imagen de Frankof

Clara del Carmen Guillén (Comitán, Chiapas, 1956) es autora, entre otros libros, de Disfraz de los secretos (Conectula, 2015) y Canción de cuna para mecer un duelo (Surdavoz, 2018): dos modos de reconstruir con la memoria el espejo que es una poética, de dolor y de ternura.

            La Maestra y fundadora de la Casa de Cultura de Bochil, Chiapas, participó en el XII Encuentro Internacional de Investigadores de Lengua y Literatura de la Universidad Autónoma de Chiapas, cuya XIII edición ya está abierta. Ganadora del Premio Estatal de Cuento Roberto López Moreno, parte del también chiapaneco en una obra que a través de poemas breves y múltiples referencias literarias profundiza en la abstracción del sujeto poético. Así lo señalaba cuando le preguntan qué es la poesía en una entrevista de Gustavo Tisocco:

Es la más bella forma de expresión en la que, saboreando las palabras, las imágenes, los sonidos y viajando con ellos y por ellos creamos mundos maravillosos. Surge mágicamente pero exige que su magia sea perfeccionada con talento y disciplina.


En este sentido casi onírico Disfraz de los secretos se divide en dos partes que tocan a quien lee; esto es: «Tañer de las palabras» y la que da título al libro. Pese a primar la función metapoética, el lenguaje no es hermético sino que conecta incluso con los 43 de Ayotzinapa en poemas como «De muerte propia» o «Tiro de gracia», con más que casuales nexos que recordarán a Clyo Mendoza. Apunta la chiapaneca en este último texto: «No son cuarenta y tres      son más que eso: / multiplicado sobresalto, las huellas de la muerte sin edades» (18). Versos heptasílabos y endecasílabos (y alejandrinos más adelante que parten de Rosario Castellanos) van formando encabalgamientos que resaltan el hueco ante el tema de la violencia; y la frontera que también concentra a Balam Rodrigo. Así comienza «Sobre un tren de fantasmas» de la chiapaneca: «Aquí pasan la vida sobre un tren de fantasmas / los migrantes. / Con deseos de vuelo              sobre el lomo del tren los sobresaltos» (22). Los «ejemplares póstumos de una raza de hierro más perdurable y digna que la humana», según Vicente Quirarte, son cartografía hasta Yelitza Ruiz. El espacio llega a Cuba y el son de Nicolas Guillén «Sin los grilletes» (36). El poema que le da título a esta primera parte es una declaración de intenciones:

Dejamos testimonio de las cosas sencillas,
de las miradas
que han cruzado su espacio hasta el encuentro.
Testimonio de aquello que transcurre
sin afanes de historia colectiva.
Los más grandes poemas que los ojos retocan
salen de nuestras calles que se visten
con su pregón constante:
tañer de las palabras (29).

Se trata entonces de seguir a Jaime Sabines, pero sin desatender el núcleo particular e íntimo que origina el poema. Las calles se visten con el «Disfraz de los secretos», una segunda serie que conjetura el espacio deshabitado, el hueco al que se aludía anteriormente, en contacto ineludible con la natura. Verbaliza, pues, la superficie de lo indecible, que no de lo inefable. Germina así el sonido en el eco.
            En Canción de cuna para mecer un duelo hallamos efectivamente una nana que se repite como «Arrullo», pero se dan cita además otras imágenes que afianzan el ritmo mediante el hipérbaton, la oralidad y el recuerdo del padre que hilvana la nueva vida. La vida nueva de un ser querido. Es por ello la maternidad que vimos con Esther M. García base para la luz y su ausencia, el poema o la persona que lo inspira. Ya lo marca desde un inicio «Canción para la vida»:

El vientre que germina se ofrece a la palabra y al arrullo:
canción para la vida,
para mecer un duelo.
                                               Testimonio (1).

Tal es el fin que logra la poeta, el augurio y el recuerdo en forma de canto. El símbolo de la tierra como nutricia retoma de nuevo múltiples poetas de México anteriores y posteriores a la autora de «Monólogo por tu ausencia»; en mi opinión, el mejor de los textos que aquí se recogen, por horadar las coordenadas horizontales que va recorriendo paulatina y cautelosamente la enunciación, también como doppelgänger. No lo citamos de manera íntegra aquí para que lo busquen, en cálida voz alta, por la esperanza:



            Leer a Clara del Carmen Guillén es dar con una referencia de la literatura chiapaneca y de encuentros internacionales como los celebrados últimamente en Colombia o España. Podemos acercarnos a su poesía pero también a su narrativa, ensayo o teatro escolar en Carruaje de Pájaros o Poetas Siglo XXI.

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